Toda escritura precisa la colaboración del lector. La lectura es la
consumación de lo escrito. Sin lectores, la escritura deviene el interruptus de
una nada. En forma de libro entre
las manos, lo escrito se consagra. Todo libro depende y necesita la generosidad
cómplice de aquel a cuyas puertas del alma llama. Y si es el libro de un EMPC (Escritor Muy Poco Conocido), penosa
especie, tan próxima a las órdenes mendicantes, condenada encima –a riesgo de
resultar incomprendido, qué hacer si no, se admiten ideas- a dar y dar la
matraca con lo suyo, ni te cuento ya. Puta miseria.
SOY ESCRITOR. VALORA MI TRABAJO.
111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS
AGRIDULZURAS. 301 pgs. 12 euros.
ARGUMENTO
La aventura y el itinerario cotidiano de un soñador irónico, de un
sentimental cabal, de un solitario ilusionado, de un fabulador a ras de tierra,
a la busca del tiempo ganado, a la búsqueda de los afectos perdidos, afanado a
la tarea de como oro en paño anotar, recrear y rescatar lo mejor y más granado
de sí y de cuanto le rodea, de ponerlo así a salvo del Tiempo voraz y del rudo
Ruido. En círculos concéntricos, más
desveladores que dantescos, la singladura irónica y emocionada de ese vivir, de
ese sinvivir, de sus pasos y marcas: la amistad, la paternidad, el amor y el
desamor, el mordisco de la soledad y los preliminares de la vejez, el mundo de
la noche con sus mujeres fatales o magistrales, el deporte y la escritura, su
duda y su ternura, el paso y la luz de la estaciones, todo lo que puede
aprenderse en los viajes del Metro… la misma vida a chorros y a corros en los
más vivos colores registrada. ¿Logrará mantener su lugar al sol?
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