Para saber por dónde va la sociedad no queda otra que, de pascuas a ramos, asomarse a la Telebasura, porque es el discurso dominante y porque ha cambiado, para mal, las sociedades hasta el punto de caracterizarlas. Para criticarla con fundamento, claro. Por eso no vale decir, “es que yo no pierdo el tiempo con la telebasura”, pues en ignorar su radical nocividad para la suerte de la sociedad estriba su principal éxito. Y a los muy pagados directivos televisivos que la dan cuartelillo, a quienes en general con ella se lucran, debería como mínimo llegarles nuestra repulsa, y que no tuvieran la conciencia tan tranquila cuando tan orondos y lirondos recogen los premios que se dan a sí mismos y a los patéticos “doce meses, doce causas” que a modo de tapadera enarbolan. No vale decir que son empresas privadas y que pueden hacer lo que les dé “la gana” -terminología odiosa esta donde las haya tan de moda, qué pueril razón le añaden a algo las “ganas”-. Son medios de comunicación social y tienen una responsabilidad social, igual que la tiene el tendero de la esquina, que en general la demuestra, y mucho más que ellos.
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