Es verdad, las personas que hoy en día piden, compran y leen buenos libros de escritores sin Nombre atesoran sobre sí un mérito extraordinario: se precisa mucho criterio y mucho coraje para, en medio de la Telebasura y la chabacanería viral audiovisual reinante, pararse y aislarse un rato de todo para impulsar y disfrutar las genuinas creaciones de esas almas en precario que son los escritores sin Nombre. Mis lectores son RESISTENTES, resistentes a estos tiempos bárbaros, les llevo conmigo en lo más hondo del corazón, y me recuerdan a los emocionantes héroes de Fahrenheit 451 que, prohibidos los libros, se refugiaban en los bosques y se aprendían de memoria los mejores para que no se perdieran. Para que no nos perdiéramos. Thanks.
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