... El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor
ropopom pom ropopom pom
Cuando Dios me vio tocando ante él
me sonrió
Ropopom pom... ropopom pom...
... Aquí tienes mi viejo tambor, Señor, aquí me tienes, aquí me doy, no hay mejor ofrenda que pueda yo darte, su acento ronco –tosco, bronco si quieres, acaso algo áspero, el que corresponde al despojamiento verdadero-, pero transfigurado ahora, por la desprendida donación, por la maravilla que también el arte despliega, en canto de amor, tómalo, escúchalo Dios mío, lector mío... ¿y qué pasará?, pone uno lo mejor de sí, pero, ¿cómo se entenderá?... y entonces el Dios recién nacido… le ¡sonríe! al pastorcito –y qué mejor expresión de agrado-, ¿cuándo en su vida volveremos a ver sonreír a ese Dios?, que antes incluso de que lleguen los Magos de Oriente, el niño Dios a otro niño con un tambor le ha sonreído, y a la vez con él a nosotros nos rueda entremezclada con la sonrisa una lágrima, al compás de ese tambor -que es un corazón- estremecido en aquel remoto portal, ropopom, pom, tócalo otra vez, pastorcito.
SOY ESCRITOR. #LeerLeerLeerEsUnGranPlacer. ¿Quieres quedar bien con un amigo/a? ¿Quieres quedarte tú pero que muy bien? Regala, regálate este buen libro. Mis 111 ROSAS -301 pgs, humor, aventuras, sentimientos, 10 e envío incluido- son como un sueño bonito. Contáctame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario