Y la mejor prueba del homo gañanis que describíamos ayer está en constatar una y otra vez –tantas, que nos pasa ya desapercibido el pestilente olor de estos tiempos- ese descenso a los infiernos, esa expresa predilección por lo escatológico: ¿recuerdas el numerito indeseable que urbi et orbi Will protagonizó cuando los Oscar22 a raíz del gañanesco chiste de otro que tal? Ya en su Hormiguero dijo Pablo Motos, amigo de Will, para “disculparle”, que había sido todo “… una cagada”. Nada más lógico entonces que Will diga ahora al mundo entero eso... “sentirse una mierda”. ¿Y el otro, el del “chiste”? Pues eso mismo también, en público extendiendo literalmente la merdé: “Sí, esa mierda dolió, hijoputa. Pero me quité esa mierda de encima y fui a trabajar al día siguiente”. Pocas veces el lenguaje expresa y revela mejor los modos y maneras gañanescos que las élites copian ahora a los de los burdeles –hablan estos mucho mejor, dónde va a parar- sólo para venderles así mejor sus motos, que es de lo que se trata. Cómo pedirle luego a los niños que amen el lenguaje.
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