Hay un reclamo que hoy no falla: la Fama. Ante ella, casi todo el mundo se agita, se interesa, se rinde. Ya no hay escritores malditos, hay malditos escritores… sin Nombre. Por eso necesito conmigo, a mi lado, como seguidores y cómplices, personas capaces de llevarle la contra a esta ley tan severa hoy, la Dictadura de las Celebrities, que sean capaces de alentar de verdad a un escritor sin Nombre que te gusta lo que hace. Hasta tal punto llega esta religión de la Fama que si un Escritor Famoso rebuzna, sus legiones de adoradores se lo perdonan, ah, es una boutade. En un escritor sin Nombre, un yerro, una ironía mal entendida, una opinión discordante, son causa inmediata de liquidación para uno de sus cuatro gatos lectores, “te va a comprar el libro, tu tío”. Y así todo.
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