Corría el minuto 29. Las españolas recuperaron balón. Hubo un cambio de juego deslumbrante, que cegó a las inglesas. Un gran control luego, el pase en el momento justo… y allí compareció Olga, rayo de luz y baile, que como propulsada por una potencia distinta a las terrenas, sobrevolaba las líneas enemigas. Olga no sabía en ese instante la extremada y terrible agridulzura con que, a veces al mismo tiempo, consigo la vida a los humanos en aluvión nos arrastra. Acaso un pálpito más grande le golpeara el corazón entonces. Aminoró el carrerón, le echó un ojo a la Puerta del Destino, se perfiló divinamente y a ras de hierba con la zurda chutó con coraje y precisión quirúrgicos y poéticos por el único hueco posible. GOOOOL, gritó el Mundo al unísono. Al celebrarlo, ay, levantó la camisola nacional para mostrarle un ánimo a una amiga que recién quedó sin madre, ay, pequeñita y grandísima Olga, tan humana y sobrehumana a sus 23, que no sabía su propia e íntima pena. La estrecharon sus compañeras. Tenaces, talentosas, bravísimas, se revelaron del mundo entero las Campeonas, nos hicieron campeones, pasamos así a la Historia… de la mano y del pie de Olga Carmona, a su épica, dramática y lírica historia también. ¡VIVA ESE EQUIPO, VIVA OLGA CARMONA!
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