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miércoles, 16 de mayo de 2012

Duelo en la noche


     
   Como sabes, lector, casi siempre viene a ser la realidad un raro potingue que mezcla las cremas esperadas con otras natas del todo inesperadas. Sí, palmamos Javier y yo, como era previsible. Marek&Luis Mariano impusieron su padel superior y nos hicieron morder el polvo de la derrota. Y sin embargo, al final de la Batalla, a las tantas en el suburbial y semidesierto club de pádel, bajo la luz fanática de los focos,  este bobolavaina que te escribe sentíase eufórico.
    Me había puesto para la ocasión una camiseta de un naranja y muy fosforescente tono, el mismo que había visto hace poco llevar a Nadal en no sé qué torneo. Me dije, me dará suerte, y sin meterla bajo el calzón, la extendí a todo lo largo de la hechura de mi cuerpo serrano. Y también como  Nadal, su mismo trote de potro desbocado, de púgil rabioso antes del combate, empecé allí a proyectar. Claro está, el color fosforito en Nadal, espigado como un Coloso, puede tener un pase, pero sobre la corta talla de mi persona expuesto, sin duda debía causar estragos. Eso mismo que estás pensando, lector, el Naranjito epiléptico debía parecer entonces yo.
    
   Luis Mariano&Marek, atónitos, no daban crédito a tanta  efervescencia mía. Dispusieron muy severos sus rostros, observándome de soslayo mientras calentaban. Hasta desde las pistas de al lado se acercaron un momento varios padeleros, quizás deslumbrados por tan inquieto resplandor naranja. Me tuvo que decir Javier, mi compi, entre risas, “para, tío, que te vas a reventar antes de empezar”.
   Recordarás, amable lector, que había yo dormido fatal la noche anterior, y que atravesé luego la jornada en puntas y atacado de los nervios. Empezó el Duelo. Pues, para mi sorpresa, desde los primeros puntos, como si la camiseta de marras, o la indirecta invocación del gran Nadal, o los mismos cibernéticos impulsos tuyos, lector, hiciesen todos juntos mágico efecto, oh Dios, alabado seas, qué tremebunda alegría, noté sobre mí, recobrados e intactos mis poderes padeleros que junto a Javier me habían llevado al puesto 108 de este ránking de rebajas. Sí, mis piernas volaban, mi mano empuñaba firme la pala, mis golpes resultaban ajustados y solventes. Sí, estábamos compitiendo en muy buena lid contra el vikingote que vino del frío, y sus efectos endemoniados, y la termita infatigable que a todas las bolas llegaba.
   Es más, en contra de lo habitual, resultó que fue Javier, mi compi, el que se descubrió atrancado en su pádel poderoso y en que no le respondían como siempre sus armas decisivas: el remate contundente, la ballesta mortal del revés, el picado de su bandeja, en fin,  la velocidad supersónica de su juego, todo lo que nos hace ganar los partidos parecía habérsele eclipsado. Créeme, lector, entonces, como un Titán germinado en lo Naranja, como un lejano efluvio del Campeón, como un avatar de la Ciberesfera hecho carne, allí comparecí Yo. Me fajé como un tigre. Anaranjado, si quieres, pero tigre.
   
    Es verdad, lector: este cincuentón gafudo y con coronilla que ves, en gayumbos y envuelto a una camiseta naranja, plantó cara y defendió con indecible garra el pabellón propio, nuestro. Empecé a pedirle a Javier las bolas medianeras, me agarré con rabia a la pista, sudé, corrí, recorrí, jaleé a mi compi, golpeé, sacudí, blasfemé, gané,  … perdí.  Perdí, sí, y qué, si fui un ciclón desmelenado sobre la cancha, y qué, si fui feliz jugando bien al puto pádel en aquel club mierdero a las tantas de la noche bajo la luz blanca de unos focos lunáticos, y qué, si sentía la invisible presencia y el aliento de mis amigos cibernéticos.
   Y luego -¿recuerdas, lector mío, cómo terminaba el blog ayer?- , en el remate bárbaro de todo, dentro del coche, a las muy tantas ya en aquellos andurriales poligonales y semidesérticos, tras un rato de animada charla sobre técnicos aspectos del crujiente Duelo, mi compi Javier, que, cuando íbamos a despedirnos, de pronto me dice… “Jose, has jugado de puta madre… y perdóname la mierda de partido que he hecho. Perdona”.  El cuerpo me pedía darle un abrazo y casi se me empañaron los ojos… Menos mal que me vine de nuevo arriba, “¿eres tonto? Es sólo la chorra que han tenido esos cabrones, ya les pillaremos por banda, ya”. Chocamos, como los de la NBA, las palmas, ahora sí.




Post/post: gracias a Winnie0, a caraguevo, a Teo, a Hawai05, a Cesar, a Bego, a José, a todos por algo más que bloguear conmigo ayer, GRACIAS.
          

7 comentarios:

Alijodos dijo...

La proxima seguro que la ganas...Con ese teson no lo dudes...un abrazo...

Winnie dijo...

JA JA Animo y tú insiste!!!! un besote

MAMUMA dijo...

Animo José Anotnio, al enemigo ni agua.

César dijo...

Esta noche dormirás como un lirón con la satisfacción del trabajo bien hecho. No te dejes convencer por esa vocecita que te dice: "levántate y entrena, campeón!"

Unknown dijo...

Mientras hayas hecho deporte para bajar la barriga cervecera, el esfuerzo habrá valido la pena. Miramé a mi, que el único deporte que hago es levantamiento de jarra en barra fija...

Un saludazo.

BEGO dijo...

Que bueno....lástima no poder verlo....
UN ABRAZO!!!!

NVBallesteros dijo...

hay que seguir practicando, no queda de otra...

Besos