Ayer en Valencia, según
informaban rutinariamente los media, un chaval de catorce años administró una
soberana paliza a su propio padre, tras recriminarle este que llegara tarde a
casa. Necesitó el padre de la criatura, al decir de las agencias, que en un
Hospital también le administraran luego un gran número de suturas sobre el
rostro, que cerrasen las heridas abiertas y la sangre dimanante de las mismas por causa de los puñetazos que su vástago le
había propinado.
Por supuesto, ninguna barbaridad, igual o mayor que ésta, contrarias al
más elemental latido de la Vida, y que ante nuestros ojos cada día acontecen y
desfilan por decenas, entretiene nuestra modorra más allá de los ya míticos
cincuentainueve segundos. No importa el sindiós que mañana leamos o veamos:
nunca faltará el publicista de guardia que nos reboce la matraca de que son
estas las generaciones mejor preparadas de la Historia, de que era en nuestra
infancia la sociedad mucho más violenta sólo que no se denunciaba, que la culpa
de todo esta crueldad –siendo las dos primeras premisas tan positivas- la
tiene… la sociedad, el capitalismo… la Banca,
añadirían ahora, excepto la de Sabadell,
que otra cosa es.
No, el Futuro o el Destino
decisivos que como sociedad pueda aguardarnos no se libra, me parece a mí, en
torno a unos ajustes presupuestarios puntuales presentados con apocalíptica
trompetería por los opositores gubernamentales, ni siquiera alrededor de una
crisis económica de mayor o menor calado, escenificada por la élite progresista
como una nueva Guerra Mundial, conocida por otra parte la experiencia de
penuria económica en que todas las sociedades han pervivido durante siglos y
siglos.
La sociedad, y con ella las personas que las forman, la propia Vida, se
deshilvanan, se disuelven en sus células más básicas, pierden su valor y su
sentido más obvio cuando sus miembros apenas parpadean ante aberraciones tan
contrarias al sentido más inmediato de la existencia como la del implacable alevín
que a sus catorce abriles es capaz –sin conciencia de Mal alguna- de machacar a
golpes la cara de su mismo padre como aquí reflejamos. Puede que incluso alguna
televisión le brinde, como al Rafita,
el espaldarazo de la popularidad.
“Me resisto a amar una Creación
en la que los niños son torturados”, clamaba con toda la razón del mundo consigo Albert Camus. Uno, que es menos que nada,
se resiste también a estimar una sociedad en la que los niños torturan a sus
padres. En trágica ironía del Progreso, más allá incluso de la violencia sobre
extraños que avizoraba La naranja
mecánica, son ahora los hijos quienes devoran ya al mismo Saturno.
Post/post: gracias a Alijodos, a Winnie0, a Mónica, a Titania, a NVBallesteros, por apreciar este blog y dejarme ayer testimonio de ello, bloggeando a mi lado, GRACIAS.
14 comentarios:
Sí es cierto,antes también existía violencia en la relación padre e hijos, pero también existía un principio de autoridad al que el hijo respetaba. Todos los roles en la familia estaban definidos, estaban claros, todos sus miembros los aceptaban, como ocurre en la manada, pero amigo, ahora en la sociedad que vivimos no existen roles, no existe esa autoridad del padre o del maestro, no existen los límites y los niños estan aprendiendo que todo vale. Les estamos enseñando que todo vale, y si un padre grita al hijo por llegar tarde, el niño puede gritarle más alto, porque les hemos enseñado que tienen unos derechos, el error ha sido no saber comunicales cuáles son esos derechos, y que también tienen unas obligaciones. Mientras que no seqamos claros en nuestra educación con los hijos, seguiran ocurriendo hechos como el de Valencia o la niña de Jaén. Saludos
Magnífico post. Lamentablemente los illuminatis van ganando la partida, a la chita callando y sin despeinarse. Es el mundo al revés.
En este sentido, recuerdo a la peña de tu estupendo blog y te recuerdo a ti mismo que ese guiñol del Santander, el sardónico Sardá, a quien justamente retrataste el otro día -pero se merecería mucha más ponderación, sobre todo para prevenirnos de tanta abyección como rezuma el nota- acaba de publicar un libro (qué sería de todo progre sin libro autointitulado, por Dios) llamado "mierda de infancia". Excuso decir que a progrejuli le comentó que iba sobre el franquismo y tal, leche pascual...
Saludos y adelante con tu blog.
Pues sí, nuestro umbral de tolerancia se ha expandido hasta extremos intolerables. Y somos una sociedad que se cae a cachos, como no puede ser otro destino el de aquella que menosprecia el valor de la educación.
Un saludo.
Luego dirán que si generaciones mejor preparadas, que si tienen muchos valores, que si... Pero el índice de padres que tienen que denunciar a sus hijos por malos tratos sube así que algo pasa en la sociedad.
Si un hijo a llegado al punto de subirseles a las barbas de un progenitor es que algo ha hecho mal el progenitor eso es seguro....Un saludo...
El mundo al revés, el hijo pega al padre, el educando al profesor ¿los valores? se perdieron no se sabe donde
Un abrazo
Lo extraño es que el niño, después de la paliza al padre, no lo denunciara por maltrato infantil.
Un abrazo
El ser humano es insospechadamente imprevisible.....Padres a hijos...demencial, hijos a padres...horroroso...No lo entiendo José Antonio y luego los periodistas o los que no lo son, regodeándose en todo esto....Besos asustados
Es penosa parte de la sociedad en la que vivimos, no me gusta ni el maltrato padre al hijo ni el hijo al padre.Se carecen de valores, de tiempo para dialogar entre las familias que se sustituye por programas tecnológicos, Tv,telf,ordenadores, etc.. que capten nuestra atención,dejando de lado el compartir tiempo con los tuyos, pero todo eso pasa porque una gran mayoría pecamos de eso, no? acaso alguien nos dice como educar o no? alguien nos pone un puñal en el pecho? a mi desde luego que no, y jamás mis hijas me pondrían la mano encima como yo jamás se las he tenido q poner para ganarme su respeto.Me parece tan trágico.
Buen articulo, gracias
Es escandaloso que no haya la civil guardia detenido a ese padre malvado, por golpear en el puño a su hijo con el rostro.
Ay, malandrines...
FugisaludoS
Y loq ue te rondaré morena. Sólo estamos al comienzo de una serie de irracionalizaciones basadas en una ley del menor ineficiente y estúpida. Es lógico que un niñato le pegue el palizón al padre y si encima éste trata de defenderse, le denunciará por ensuciarle las bambas con su sangre.
Es elmismo caso que la criaja de Baeza que denunció, con éxito, a su padre por no dejarla ir al botellón. El mundo al revés y lo que nos quede por ver.
Un saludazo.
Que esperamos de una sociedad que se desvive por cualquier programa de T5 .....
Y de padres que jamás dan un NO por respuesta....
UFFFFFF .....me pongo mala.
UN ABRAZO!!!
Es terrible leer este tipo de casos, me dan tantos escalofríos como la fotografía...No cabe duda creía cuervos y te sacaran los ojos...
Besos
Vivimos en una sociedad en la que cada día nos despertamos con cosas como esa de ese niño y que desgraciadamente se repite con arta frecuencia. Algo esta fallando de manera estrepitosa en esta sociedad.
Creo que la familia es en gran medida quien armoniza entre los seres humanos y que poco a poco se ha ido destruyendo. Así nos va.
Saludos blogueros
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