Y si la potra de Don Verstringe no pudiera mi libro alcanzar, que al menos le rozara
la fortuna que conoció el Videoclip de aquella exuberante starlette, caso que,
al escribir sobre los Treinta Mil verstringes se me vino de corrido a las sensibilizadas
mientes, y que paso ya a refrescar.
Ocurrió en los no sé si ya olvidados años del Pelotazo tardofelipista. A la dirección de un Banco de los de toda la vida había arribado, tras un
espectacular golpe financiero, una banda de advenedizos anhelantes por, cual
ufanos Amos del Universo,
atragantarse de golpe con los placeres mundanos, por cuenta de los miles de
anónimos accionistas de la entidad, claro. Se dispuso cada uno –como los niños
ante los Reyes Magos, sólo que donde vive en estos la ilusión en aquellos
bárbaros rebullía sólo el ansia de poseer- a hacer realidad, qué importaba el Precio si ellos lo podían Todo, su
más ardiente deseo. Fincas, mansiones, yates, joyas, cuadros, las eternas
ostentaciones externas de la humana condición.
Triunfaba entonces por todo lo
alto en la Televisión un lacrimógeno
serial sudamericano, que cada tarde reunía a millones de espectadores alrededor
de las desventuras sociales y sentimentales de su protagonista, una muy humilde
joven que en sí atesoraba, claro está, una belleza no por cristalina –sin
afeites, sin externos atavíos- menos deslumbrante. Una chica guapísima, a quien
su baja extracción, su bondad y su sufrir revestían de una hermosura más pura
que cualquier otra imaginable. Yo creo que, hombres, mujeres, ancianos y niños,
andábamos todos cada tarde enamoriscados de aquella pureza tan preciosa.
Para la joven actriz que la
encarnaba estaba suponiendo el éxito un espaldarazo estratosférico a su
incipiente carrera artística. Pensó así hacerse también cantante. Grabó un
disco, con moderno videoclip y todo ilustrado, que al principio resultaba difícil vender. Como en los folletones decimonónicos, sobre la ternura de
aquella incontaminada Belleza del Pueblo puso el ojo uno de los halcones bancarios que antes
anunciábamos.
Quiero entre mis brazos acunar bellezza tanta, debió –en términos mucho
más prosaicos, esos que ahora tanto se llevan- para sí repetirse aquel Gerifalte sin escrúpulos, con la
televisiva doncella obsesionado. Cuánto vale.
Hizo, según cuenta la Leyenda, llegar a oídos de la moza que estaría
dispuesto a comprar Diez mil ejemplares de
aquellos dudosos videoclips. Esos números, esa compra sí que con fuerza
lanzarían su carrera cantora. Puede sin esfuerzo imaginarse el vía crucis de
sentimientos opuestos que se agolparon en la cabeza de nuestra heroína, como
si el propio serial en efecto de golpe se le hiciese abruptamente realidad. Mas
ahora, ay, no había un guión a seguir. ¿Qué hacer?
Cuenta la leyenda luego que la chica reflexionó. Estudió con calma al
codicioso. Era ya… viejuno, que dicen quienes están en la onda hoy, luego… no
mucha guerra podría darle. Y dice el
Cantar que, en efecto, aquella resplandeciente amapola del campo entre los
brazos del magnate rijoso yació, pero que había acumulado tanta ansiedad para
el lance aquel caimán, que bien pronto su ímpetu se desvaneció, por lo que no sufrieron
menoscabo aparente los encantos de esa lozanía. Pues como en primera instancia
cantaban antes los Chunguitos el
cristal cuando se mancha se limpia y vuelve a brillar, ni más ni menos, ni más
ni menos...
Moraleja, lector, de la queja: ¿y no podría mi libro en manos de una
Potentada caer que, encaprichada del mismo, así me lo relanzara? ¿Acaso yo, con
mejor instinto, tengo menos libertad?
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS (Resumen de la obra en post del
19-1-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada,
pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
3 comentarios:
Qué jugos chismorreo,
están bien informado,
de primera mano diría yo.
Me gusta el suspense empleado
y el lenguaje barroco,
es como leer a los clásicos,
un abrazo
Suerte,que aparezca su gran mecenas y quede prendada de sus lindos textos. Saludos
¿Quién era? ¿Cristal? o aquella otra ¿Doña Beiha?
Si conoce alguna potentada pregúntele si tiene alguna amiga y deme un toque para conocerla, ande, sea majo.
Salu2
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