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jueves, 7 de noviembre de 2013

Tres años y dos meses de blog



   Tres años y dos meses, como una condena buena. Más de novecientos textos míos ya. 964 entradas me dice el Blogger. A la manera en que yo los hago, ya tú sabes. Todo ese trabajo. Ahí están. ¿Y? Me siento como si hubiera escrito entera la Enciclopedia Británica… un poco en vano, la verdad. En octubre del año pasado, sin contactos, harto del silencio y del desprecio editoriales, me autoedité LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Añadí además en el frente lateral del blog:
  
 “Si lo que lees aquí juzgas que debe ser agradecido, para animar también a que siga siendo posible, pídeme este libro, pues con el mismo además te entrego un trozo vivo de mí”.
   
 Bueno, los resultados del emplazamiento han sido pero que muy discretos. No hablo de vender mil ejemplares. Ni la mitad. Ni la mitad de la mitad. Ni la mitad de la mitad de la mitad siquiera. Ni a eso he llegado. Aún no he conseguido recuperar del todo los dineros que arriesgué. Es el caso que no dejo de recibir enardecidos elogios. Muchos, muchísimos. Y qué palabras tan bonitas.
   
   El caso es también que el número de visitas diarias al blog es para mí más que considerable. 739 seguidores en el blog, 3825 en Twitter. No sé. Desde luego muchas personas observan lo que hago. ¿Es mucho pedir a quien con regularidad todo el año lee tu blog que te solicite el libro? Mi libro además vale mucho más que quince euros, estoy seguro.
    
   Es… lo que hay. Necesito pensar que algunas de esas personas, que valoran mi escritura, un día de estos se decidirán y se animarán a pedírmelo. Y que las que en su día me aseguraron que lo querían, asimismo pronto lo cumplirán. Necesito pensar así, para que todo esto mantenga un sentido y para también sentirme útil en lo que hago. Quienes ningún otro altavoz salvo el pobre blog tenemos, qué otra cosa, aún a riesgo de recaer en un amargo patetismo, podemos hacer aparte de insistir e insistir en reclamarle al mundo nuestra valía. En fin, lector, no engaño a nadie, esto es lo que hay.

 
  
El “profe” (Eugenio Alfonso García de Paredes) escribe un blog (ideasculturassensaciones.blogspot.com.es) que es todo él un muy delicado Templo de la sabiduría y el humanismo. La música, la pintura, la filosofía, la literatura encuentran allí brillante acomodo, enjundioso comentario y magistral análisis, los que le permiten sus amplios conocimientos y su temperamento sensible. Cayó mi pobre libro (LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS) en sus manos. Temblé. Se ocupó de él, con generosidad, siendo yo nadie, le dedicó su sabio tiempo. Me caló. Y esto, lector, del mío libro tan bien escribió:
  




   Cumplir 40 años produce una inflexión en la vida. La juventud queda totalmente atrás, pero tampoco eres, o tienes sensación de ser, “mayor”, ni “maduro”. Es la edad más rara. La década anterior es la de formación, en la que diseñas y haces tu vida, consigues tus primeros logros personales y profesionales. Te das forma definitiva tras la locura de la veintena. A partir de los 50, te asientas, sabes quién eres, la vida ha dado sus frutos… La mayor parte de los cincuentañeros que conozco tienen esa placidez de conocer la vida. En los 40 son las renuncias y las equivocaciones. Si no funciona tu pareja o el desgaste acaba con ella, es a los 40 (aunque yo sea una rara avis, que fundé mi familia justo a esa edad). El ímpetu profesional disminuye  y viene los problemas y las renuncias. La soledad pesa más.
  
   Te das cuenta, si vas a una discoteca o cualquier lugar de reunión social, que para mucha gente dejas de existir: no es que no te miren, es que no te ven. Te vuelves transparente. Aún no tienes el atractivo de los maduritos, y has perdido la frescura de la juventud. Tus hijos dejan de ser niños y empiezan a ser insoportables adolescentes, o más allá. Cambia tu relación con ellos. En fin, es un periodo de transición en el que cuesta mucho saber qué pasa, quién eres, o a dónde vas. Te lo planteas todo, te da la sensación de que aún tienes tiempo de cambiar. Te angustias o te mata la ansiedad. Y si no has sido un gran deportista ni te has dedicado a la vida sana, el cuerpo empieza a pasarte factura: el dolorcillo en el cuello al levantarte, los comienzos de algunas enfermedades de “viejo” (artrosis, vista cansada…). Prueba a ir al médico, empezarás a escuchar la expresión “normal a su edad”, que te dejará ganas de reventarle la cabeza al galeno. Da un poco de rabia sentirte pleno mentalmente y que el cuerpo no responda a esa plenitud. El cansancio por cualquier esfuerzo que antes hacías sin importarte. Finalmente, te aggiornas. Es una edad de pérdida de rumbo. Quizás esté exagerando un poco, pero más o menos es así: los cuarenta queman mucho.
          
   ¿Por qué esta introducción tan negra? Porque es, desde mi punto de vista, una de las claves del libro que quiero reseñarte: Las Historias de un bobo con ínfulas”, de José Antonio del Pozo, sobresaliente escritor y amigo virtual –no nos hemos visto nunca– que presenta con este libro de relatos una hilarante colección de vivencias de su alter ego, Armando, que bucea en las procelosas aguas de la cuarentena después de la ruptura de su matrimonio. Historias divertidas, historias tristes, historias surrealistas que desgranan las vivencias de un personaje que podemos ser muchos de los que vivimos nuestra adolescencia y primera juventud en los ochenta y encaramos ya la madurez en una sociedad tan cambiada como perdida.
         
   Harto de intentarlo por las vías habituales, José Antonio del Pozo se lió la manta a la cabeza y ha decidido autoeditar su propio libro, a través de la Editorial Círculo Rojo. Él mismo lo distribuye y vende, más abajo te dejaré el contacto por si te animas, que espero que lo hagas. Es una pena que autores que merecen la pena, escriben bien, y tienen cosas que decir no entren en el circuito de las editoriales, en un país en el que hasta el concejal de festejos del pueblo más recóndito de la meseta consigue que le publiquen y distribuyan un libro. No sé si me explico. Pero las cosas están así, y sospecho que manuscritos de calidad que muchos querríamos leer están durmiendo en los cajones o los discos duros de sus anónimos autores.
            
   Por eso me llamó la atención la propuesta de José Antonio del Pozo, y decidí comprarle un ejemplar y leerlo con fruición. La verdad es que he disfrutado mucho. Una redacción clara, sin ínfulas, pese al título, que desgrana historias en las que muchos nos veremos identificados. A mí me gustaron especialmente varias historias. La primera, titulada “Triste de mí” en la que el protagonista, presa de un ataque de celos y despecho, ingiere litros de agua del grifo en Egipto con el consiguiente resultado intestinal. Fueron mis primeras carcajadas, y me dieron a entender que el libro que tenía entre las manos merecía la pena. O la aventura en Mari Gloria peluquería Unisex, que, como reza el autor “Ya empezamos mal”. O la locura adolescente de la Chica Rubia de Celeste Diadema, que como siempre prefiere al deportista malote antes que al insignificante empollón. Historias de sexo escondido, con la tía política insatisfecha, con la china que pide dinero en el metro mientras interpreta música, con la gordita que resulta ser deficiente y te cuesta una soberana paliza, o con la vecina de dulce olor, con la camarera... La graciosísima historia de Justus, que se embarca en una cruzada evangelizadora por puro deseo. Al final se queda con la chica y aparcan ambos la fe. En fin, historias con las que sentirse identificado, en un Madrid de todos, con paisajes variables pero no cambiantes, y que se van graduando con maestría: cada vez un poco menos hilarantes, cada vez un poco más oscuras, cada vez más reflexivas. Pero sin perder el sentido del humor, del pobre triunfador del karaoke que se ve perseguido por dos polacos calle abajo hasta terminar desplumado, literalmente, y con el culo al aire en una mañana gélida.
          
   Es un libro que hay que leer. Si tienes cuarenta, si los has tenido, y si pretendes tenerlos. Vas a disfrutar mucho con las historias porque debajo del surrealismo subyacen realidades con las que te vas a sentir muy identificado. Altamente recomendable, no debes dejar de leer “Las Historias de un bobo con ínfulas, que no son más que las vivencias ocurridas o no de un tío muy inteligente. Ponte en contacto con él en su correo, josemp1961@yahoo.es. O en su cuenta de twitter, @joseantoniodelp. También te recomiendo encarecidamente su blog http://elblogdejoseantoniodelpozo.blogspot.com.es/ en el que trata de diversidad de temas, como reza su subtítulo: “Política, literatura, cine, sociedad”. Esperemos que haya más entregas, y que las veamos en las librerías.



Tres años y dos meses ya. 

3 comentarios:

Napo dijo...

Feliz cumple días y que... muchos más.

Es muy probable que la gente que admira sus letras y no le piden el libro sea por aquelo de que..."hay tanto para leer" Falta tiempo -siempre- a la persona aficionada a la lectura y con la edad aprendes a ir comprando en la medida que vas leyendo. Como mucho 2 ó 3 libros en la recámara y nada más.

Me gustaría escribir como usted y vendre la mitad que usted.

Maripaz dijo...

¡FELICIDADES! como amiga bloguera. Me voy a poner en contacto contigo y comprar el libro, tengo enormes ganas de leerlo.

José Antonio del Pozo dijo...

-gracias, Napo
-Mari Paz: muchas gracias, de corazón, por impulsar mi escritura, por darle así sentido a lo que hago. Un abrazo