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domingo, 23 de agosto de 2015

El homo gañanis, también en el tenis

      

   
     El muy zoquete Kyrgios, como no veía forma de ganar a Wawrinka, para tratar de ofuscarlo y sacarlo de sí, tras él masculló:
     -Kokkinakis (otro tenista australiano) se ha acostado con tu novia. Siento decírtelo, colega.
      El suizo Wawrinka, pa no liarla, hubo de hacerse el sueco. Como quiera que las cámaras captaron el bajísimo golpe del cenutrio, por supuesto en minutos era ya la morbosa cosa trending topic mundial, pues como la más veloz de las plagas se propaga ahora lo más chusco y vulgar. Lejos de arrepentirse, el bodoque dijo luego que “fue una reacción en caliente, me salió decir eso” y se acabó.

       
   Se acumulan las pruebas, pues, de la regresión cultural que experimentamos, de esa cínica glorificación de lo más soez y chabacano en los principales medios de representación social, que tiene en el homo gañanis acuñado por nosotros su prototipo específico, encantado el animalito de refocilarse sobre sus más bajos instintos, hijo natural de la Telebasura rampante. Okupa, como vemos ya, incluso los proverbiales reductos del buen gusto, de la deportividad y de la elegancia caballeresca: en el tenis jamás antes se aplaudían los errores, se acallaban los abucheos y las imprecaciones, y los rivales se saludan al empezar y al terminar –cruciales esos simbolismos- la noble liza. Sobre esa hierba, el homo gañanis hoza también ya.





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