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domingo, 20 de septiembre de 2015

Anoche en el Antro, una rubia, una durmiente y la ataraxia

   


   Estaban en la zona de los sofás. Su amiga, rellenita de carnes, con los brazos y las piernas desmadejados, dormía con insólita placidez infantil en medio de la algarabía dodecacofónica del Antro. Y ella, a su lado, seguía con los dedos el ritmo del merengue sin dejar de observar a la dormida, como un ángel rubio que velara ese sueño lozano. Y bueno, acababa yo de darle el primer sorbito al segundo gin-tonic y aquella visión un poco me conmovió.
   Creo que tu amiga al fin ha alcanzado la ataraxia, le dejé caer –también para mi sorpresa, pues uno, tímido hasta decir basta, apenas nunca allí habla- en el oído a la rubieja bajita. Oye, fue decírselo y la bella gordita durmiente allí rezongó, como elevando hacia mí todo un improperio en sordina. Retomó enseguida la placidez del dormir. La rubita me miró entonces y con estricta frialdad me hizo saber que llevaban ellas un día de perros, y que su amiga a nadie hacia mal, así es que hiciera yo el favor de irme a la… 
     Glups, ya me retiraba yo de allí cual canelo cum rabo inter piernas, cuando de espaldas oí que la rubia añadía… perdona, joder, no quería decir eso… Me giré hacia donde estaba, víctima entonces yo de un súbito tic que me llevaba a frotarme interminablemente con dos dedos la sien delante de ella. Echó la rubia una mirada más a su amiga, certificó su esférica ataraxia, se levantó del sillón y en dos pasos la vi llegar hacia mí con media sonrisa deliciosa en la boca. Oye, la rubieja bajita no estaba mal.      
     ¿Sabes? Te pareces a este tío… hmmm… a Woody Allen, eso me dijo. No jodas, ¿tan carcamal estoy? … bueno, tú recuerdas también a Mia Farrow en La semilla del diablo, ¿la has visto?, apunté. No. A mí me gusta la música, jajajajá. Nos miramos. Cruzamos unas frases, bobadas, aunque cada dos por tres volvía ella la cabeza hacia su amiga durmiente, que ahora se removía un poco sobre el oscuro sofá. Parecíamos dos primitos furtivos haciéndole una gran trastada a la abuela.
     Pasó muy rápido entonces todo. Le hablaba yo, no sé por qué, de la importancia de los sentidos. Llegamos al tacto. De repente, ella tomó mi mano. La puso, extendida en vertical contra la suya en el aire. Como los cherokees, sí, pero bien pegaditas sus manos y las mías. Suaaaves, ella dixit. Palma contra palma. Dedos sobre dedos. Era un instante bonito. Sólo que de repente entonces, detrás de nosotros, sin llegar a despertarse, la jamona durmiente emitió un bufido desgarrador que sólo la rubita y yo identificamos como tal, pues el resto de aquella fauna carnavalesca lo procesó como un arpegio más de la algarabía dodecacofónica, y a lo suyo siguió como si nada, como si nada.

     Oír el bramido y, contrariada, retirar la rubia su mano de la inmediatez de la mía, fue todo uno.  Áspera, me dijo además: "pero si tu mano es más pequeña que la mía, anda ya". Me dio la espalda y se largó, sólo ojos-oídos-cerebro-y-manos ya para el sueño de su amiga. Punto. Apuré de un lingotazo el gin-tonic, grité en vano ¡¡¡PUTA ATARAXIA!!! sobre el bullicio infernal del Antro y me fui enseguida a casa.




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS

Porque a mi parecer un libro íntimo, no tanto porque nos revele interioridades escabrosas, sino porque sobre todo consiga con desnudez hablarnos como al oído de los paisajes esenciales del alma de quien lo escribió, es también uno de los más acabados símbolos por los que alguien ofrece al Otro –a quien físicamente no tiene delante, al que de otra forma difícilmente podría hacerlo- la propia mano. Esto soy. En estas historias –no en forma de un discurso, sino con destreza encarnadas en personajes vivos a los que les ocurren cosas, a quienes sorprenden los avatares amargos o alegres de la vida- late la urdimbre sentimental que hasta aquí me trajo.  Quiero ponerlas en común contigo. Quiero revivirlas a tu lado. Puede que te reconozcas también en ellas. Aquí tienes mi mano.

Por correo ordinario, 10 Euros; por correo certificado, 15 Euros. Personalmente dedicado, si quieres. Pídelas en    josemp1961@yahoo.es

      

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