Vale, le decía
una vez yo por el TW a un señor liberal-conservador del común, de estos que encantados te erretean las básicas diatribas anti-izquierdistas, los de la Ceja son unos sectarios, pero Ud,
qué autores, qué Cultura promociona. ¡La del esfuerzo!, me replicó tan ancho,
como si escribir libros –hay libros y libros, como hay empresas y empresas,
familias y familias- no supusiera esfuerzo alguno. Hablamos en general, por
favor: si el amplio grupo social
liberal-conservador, a menudo refractario a los libros y a la literatura,
sostuviera las obras de los escritores que expresan y traducen sus propios
valores, sin duda las editoriales los publicarían.
Si a esta diferente orientación axiológica respecto a los libros
añadimos la tupida estructura
organizativa, en parte derivada de lo anterior, con la que -en contraste con el desierto ecosistema cultural
conservador- el mundo progresista copa
y asegura la difusión de los autores que
le son propicios –asociaciones culturales de toda laya, oenegés,
ayuntamientos, sindicatos, concursos y certámenes bajo su tutela- comprobaremos
que el teórico autor progresista rema del todo a favor de la corriente.
Así, en absoluto incomoda a los apolíticos aficionados a la cultura –o
a quienes siguen la política muy de lejos- que tal o cual escritor preste su firma para muy concretas siglas izquierdistas en cada una de las
elecciones. Al contrario, en el juego de
las creencias preestablecidas en la sociedad española ese partidismo le favorece,
de él dicen entonces con unción ah, es
que X es un escritor comprometido, que presta siempre su voz al Pueblo y a los
desfavorecidos, por más que ese mismo año se haya apalancao para sí el Figura los cien kilos del Planeta. Enfrente,
el autor no izquierdista, islote antipático en medio de la nada, desde el
primer momento chirría a los apolíticos, que lo
“visualizan” de inmediato, por muy pelanas que sea, como una suerte de abyecto servidor del Capital y de los de arriba, y cuyas obras resultan ipso
facto contaminadas de su propia maldad intrínseca. CONTINUARÁ MAÑANA
(Decíamos ayer como Tesis central sobre Por qué la mayoría de escritores son de izquierdas... Sobre todo porque sus seguidores compran más sus libros. Repásese la lista de los últimos cuarenta ganadores del Premio Planeta, la de los Premios Nacionales de Literatura, o la de los Premios Cervantes. Se constata en ella la apabullante hegemonía del Mester de Progresía, el aplastante predominio de la sensibilidad izquierdista en sus variopintas gradaciones. Las editoriales, la Editorial Planeta, de tontos tienen lo justo. Si con contumacia difunden y premian a los escribientes del Progreso es porque saben de sobra que con ellos hacen mejor el negocio.)
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
A Armando, un cuarentón de
clase media, un buen día su mujer le señala la puerta de salida de casa. Ella
ha encontrado a otro más alto, más fuerte y más guapo que él. “Aprende a
quererte y los demás te querrán”, le sentencia. Descubre entonces Armando, de golpe, su minusvalía
emocional: un paria en la tierra de los afectos. Ha de salir y abrirse al
mundo. A un mundo que, por temperamento, le es ancho y ajeno. Cómo superar su
desconcierto, cómo sobrellevar esa zozobra, cómo suturar la herida… Cómo
aprender a re-armarse como persona. En las asombrosas peripecias humorísticas,
librescas y sentimentales que le suceden, en ese cúmulo de emocionantes
encuentros y desencuentros… ¿hallará siquiera a medias Armando su lugar al sol?
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