Los periódicos de papel caminan
hacia su desaparición. Leer en la pantalla de un ordenador… ¡va convirtiéndose
en una antigualla! Los textos que pasan de un folio… es que directamente ya no
se leen, salvo que los firme una Celebritie rumbosa, que te contagia
vicariamente así su estar en la onda.
Lo que quepa –has de poner- en la tirada de la pantallita del Smartphone si acaso… ¡siempre que vaya
acompañado, jibarizada por tanto al máximo su extensión, de una imagen
sensacionalista! Tal es el diktat de
estos icónicos Tiempos de la Mugre.
Si antes una palabra tuya bastará para sanarme era un poco el mandamiento
central, ahora es una imagen la que
mueve el mundo y la que bastará para
indignarme o jalearte: así por
ejemplo la Merkel y el pobre niño ahogado en la playa. Ya puedes durante horas machacarte el texto
mejor trabado de argumentos y de metáforas a la vez, que a nadie interesará.
Ahora bien, coloca una imagen/carnaza, acompáñala de los
cuatro someros topicazos, sea en modo
exabrupto o cursilongo, del momento
y no te faltará, maldito escritor sin nombre, la compañía de… ¿lectores? ¡Te
comentan agitadísimos y en tropel las fotos que pones! ¡Has de pedirles, por favor, que lean tu texto! La imagen que
ilustra un texto ni lo resume ni mucho menos lo reemplaza, tan sólo de alguna
manera lo alude; es sólo, en un blog basado en la escritura, el anzuelo o medio
que remite a un fin, el texto que sobre todo lo constituye. Bueno, eso era antes.
Ahora, escritor maldito, tu escritura, tu texto, valen nada: apenas el gastado
felpudo sobre el que reinan las imágenes aplastantes.
Ver los santos, decían en el pasado, cuando el analfabetismo estaba
tan extendido, a la venial distracción de, en vez de leer, curiosear las
imágenes. El texto, la escritura, la argumentación, disfrutaban de un respeto y
de una consideración social, sobre todo entre las gentes más humildes, que hoy
moverían… a risotadas. Ahora, entre las sucesivas generaciones mejor formadas de la Historia, se picotean
ansiosamente eslóganes e imágenes sin parar, y lo que se chilla es… ¡Pasapantalla!
Y estoy convencido también de que, si te gusta escribir, aunque sea sin
mayores pretensiones, mis HISTORIAS DE
UN BOBO CON ÍNFULAS te servirán de inspiración y te aportarán ideas,
modelos, motivos, recursos y maneras
concretas para que también tú –o a quien
pudieras regalarle mi obra- te atrevas a emprender la aventura de escribir
un libro.
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