Ando leyendo “Patria”, el
éxito editorial de estas temporadas. Y a las pocas páginas, ¡ostras!, la
fenomenal coincidencia en un enjundioso episodio narrativo con “Manchester frente al mar”, la
oscarizada película de 2016. En una como en otra, una misma situación
dramática: la muerte súbita del Padre.
A causa de un cruel infarto, en la peli; a causa de la no menos cruel ETA, en
la novela. En ambas, el reflejo inmediato ante esa muerte en el hijo
adolescente, hijos ambos de estos tiempos tan ácidos como confusos en los que
los roles y valores tradicionales se disuelven cual chocolate bajo solanera. En
la peli, un chico; en la novela, una chica. La reacción, pasmosamente idéntica
en ambos: durante la misma noche en que el padre ha muerto, plenamente conocedores
de la desgracia, se ponen cada uno… ¡a copular con quien primero por allí les
pasa!
Digo copular, y no hacer el amor, a sabiendas, porque, tanto en la peli
como en la novela, el episodio adquiere mucho más los contornos de un desahogo
gimnástico que conjure no se sabe bien si el dolor o la indiferencia que los de
un amoroso refugio en el sentimiento más puro ante la tragedia familiar. ¿Reflejan
acaso ambos creadores así, con mano diestra y atenta, una nueva y sorprendente
manera con que las nuevas generaciones expresan el duelo? ¿Qué significa si no
esa peculiar reacción? ¿Son verosímiles narrativamente ambos episodios?
El mozalbete de la peli se da al
fornicio la misma noche del óbito, ya digo, con una de las “novietas” que
tiene, en la casa de sus padres, y, ah, le
dice a su tío, que ha ido a hacerse cargo de él, que les perdone si es que
hacen mucho ruido. Nota esperpéntica también presente en la escena de la
novela: la joven, que estudia Derecho en Zaragoza y se entera por televisión
del asesinato de su padre, no quiere llamar a casa hasta la mañana siguiente. Le
pide a un compañero que no la deje sola. “Y
él pidió disculpas por adelantado para el caso de que no lograse la erección… Cerca
de la medianoche, se puso encima de él y consumaron un coito rápido. José Carlos
continuó murmurando exclamaciones, palabrotas, frases de repulsa, hasta que
finalmente, vencido por el cansancio, se volteó hacia un lado y ya no dijo más.
A su lado, con la luz apagada, Nerea estuvo toda la noche sin pegar ojo.
Apoyada de espaldas contra la cabecera de la cama, fumaba cigarrillos mientras
repasaba recuerdos de su padre”. En “Patria”,
en “Manchester frente al mar”, los
Padres acaban de morir, y los Hijos, alejados vital o geográficamente de ellos,
resuelven su desconcierto chingando, chingandooo… con alguien que pasaba por ahí, pasaba por
ahí.
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