Viendo al dueño de una sidrería vizcaína rompiendo a mazazos la máquina de tabaco de su local ante las cámaras me acordé, claro, de aquel otro joven hombre de la maza, que a principios del 2009, al día siguiente de que los trogloditas de la kale borroka le arrasaran la casa, a plena luz del día y a cara descubierta él solo, destrozó el mobiliario de la muy céntrica y privilegiada herriko taberna de su pueblo. Al día siguiente aparecieron pasquines amenazantes contra Emilio Gutiérrez, el chico de la maza. Tuvo que, a toda prisa y luego de prestar declaración, abandonar su pueblo y verse condenado a sobrevivir como un furtivo amenazado por esa horda que a gritos reclaman a sus mayores que maten. ¿Qué ha quedado de su gesto? Una espesa cortina de silencio: nada. Es decir, el triunfo de los fanáticos borrokas.
Si el periodismo patrio mereciera tal nombre, si además de echarnos a la boca la morbosa ración de mugre de cada día, indagara con profundidad en los asuntos sociales de crucial relevancia, se preocuparía por saber qué ha sido de Emilio Gutiérrez, cómo y de qué vive, qué siente, qué piensa, cómo es su día a día y el de quienes le rodean.
Incluso con la temblorosa conformación de un gobierno no nacionalista en el País Vasco, que tantas grandes palabras de libertad ha enarbolado, nada sabemos de la peripecia de Emilio Gutiérrez, de si se arrepiente o no de lo que hizo, de la situación y de la angustia indecibles que le llevaron a ello, de las que pueda tener que seguir soportando ahora, lejos de sus amigos y de sus rincones favoritos, reducido a esquiva sombra de una sombra. Lo decisivo, y mil veces más importante que el que figure una presidenta “popular” al frente de la cámara vasca, es que la chispa de rebeldía –y nadie pide aquí, como hacen ellos, ninguna violencia física contra personas- contra las argollas del fanatismo haya quedado ahogada una vez más –como el espíritu de Ermua, planta que no se quiere que arraigue- en la invisibilidad más plena, sepultada en la oscuridad del olvido de lo que no deja huella, aldabonazo que no pueda por nadie reivindicarse, símbolo que no cuaje jamás como entramado de referencia duradera, emblema que apenas haya existido como fuente de significaciones y repercusiones en el mapa mental que todos nos hacemos del “problema vasco”, como a ellos les gusta hacernos decir.
Ese déficit escandaloso de legitimación simbólica en las conciencias de unos y otros es lo que torna estériles los avances constitucionalistas allí: los borrokas son percibidos por muchos allá como heroicos e idealistas luchadores de la sagrada causa de su pueblo, y los terroristas son rememorados una y otra vez en efigie por calles y plazas, y nombrados hijos predilectos –se dice pronto- más tarde. Enfrente: humo, polvo, nada.
Qué ha sido de Emilio Gutiérrez, hasta qué punto su vida se vió truncada por su acción, qué ha sido de esas herriko tabernas, cómo el campeador Garzón ha rematado esos sumarios por los que las ilegalizaba, cuánto se ha preocupado de esa recientísima memoria histórica, con qué afecto y publicidad ha recibido Zp, ese héroe de las libertades, a Emilio Gutiérrez en Moncloa, cuánto ha alentado Pajín –como en el asunto del tabaco propugna- la delación de los borroka, que incluso tantos conmilitones suyos asesinaron, cómo ha repugnado a la conciencia de todos los continuos favores penitenciarios a los etarras, incluido en muy preferente lugar esa tierna facilitación a que históricas etarras se inseminen y prolonguen de esta manera por los siglos de los siglos la estirpe etarra.
¿Qué es en definitiva de Emilio Gutiérrez, el chico de la maza? ¿Cuántas canciones en su honor ha trabado el maestro Sabina? Dínos algo, anda, Paco Lobatón. Disipa estos malos humos que el hombre de la maza, aporreando la máquina expendedora, reavivó en nosotros. Yo sé que Galdós hubiera sacado de ahí uno de sus mejores Episodios Nacionales.
21 comentarios:
Creo, José Antonio-he sabido tu edad,ya puedo tutearte- que lo más dramático de todo el caso, que magníficamente remueves en nuestra memoria, resulta ser que lo más conveniente para Emilio Gutiérrez sea que nada se sepa de él. Eso es lo dramático, que hemos ahogado la chispa que podría haber prendido; pero la paja estaba muy humedecida en el Pais Vasco por el miedo y la indiferencia. Ambos son mangueras que apagan cualquier conato de incendio.
No tuvo la suerte Emilio de tirarse a cualquier pendanga conocida para que al fin le hiciéramos algo de caso.
La reacción de Emilio Gutierrez o la del señor que destroza la máquina expendedora de tabaco, es la imagen viva de la frustración de la ciudadanía ante leyes ominosas, ante situaciones injustas.
Por eso es tan necesaria la desobediencia civil, la reacción de la ciudadanía.
La desobediencia civil es un mecanismo de excepción con el que cuentan las minorías para defenderse de una mayoría que promulga leyes que están perjudicándolas y que no quiere hacer caso a sus reclamos y exigencias. A través de la desobediencia civil se está apelando al sentido de justicia de la comunidad, argumentando la violación del acuerdo entre personas libres e iguales.
El problema de los héroes anónimos es que no pueden nada ante los "valientes gudaris", horda lamentable que no son ni siquiera internados dos años en un colegio para que aprendan modales. Por otra parte, nuestro eximio presidente del gobierno (ni el gobierno en pleno, ni la oposición en pleno, ni el eximio jefe del PP) son precisamente paradigmas de valientes, más bien de valentones
Salu2
Don Jose AntoniO!
Feliz año para usted también.
Debo comentarle varias cosas....
Una, mis más humildes gracias por su valoración de mi artículo (a ver si le veo un poco más por esos espejos que reflejan la realidad del día a día).
Segunda, sí leí el discurso del gran Mario en la entrega del Premio Nobel, simplemente brillante.
Y tercera, muy a mi pesar debo manifestar mi contraria opinión en cuanto a D.Arturo Pérez-Reverte, le tengo en un pedestal (tal vez impulsado por mi energía juvenil) y ahora mismo no estoy por la labor de bajarle de él.
Un abrazo!
Si tanto les mola la delación que cuenten lo del Faisán...valientes tipejos-as siempre regulando hasta el respirar de los seres humanos decentes (el impuesto por el presunto metano de las fabadas pronto en su restaurante)mientras los hijos de (píiiii) campan a sus anchas...
Tanto la reacción del uno como la del otro son las propias de la gente que piensa por sí misma, y también sus posteriores vidas al margen de lo políticamente correcto.
Saludos cordiales José Antonio.
España olvida pronto. Siempre olvida a los valientes
Ambas imágenes son metáforas de la lucha contra la imposición, la impostura y la basura.
Excelente denuncia la que realizas y que nos recuerda lo que un valiente hizo un buen día y al que tragaron las sombras en beneficio de estos pseudo-demócratas llamados socialistas o peperos.
Felicitaciones por el post.
Son héroes´individuales
que no cuentan con el sustento
de la población que sestea
en el véspero del consumismo.
Frustración, se dice por ahí arriba, y estoy de acuerdo, es lo que recorre España de un lado a otro. La gente normal está frustrada por cómo funciona el invento, y el populacho avanza que es una barbaridad.
¡Qué pena da!
Me acuerdo de aquel hombre que la emprendió a mazazos contra la herrikotaberna. Fue en el pueblo de Lazkao, y fue así mismo la reacción que hubiéramos tenido muchos si nos hubieran arruinado con total impunidad la vida como lo hicieron con ese hombre.
El otro, el de la máquina. No se. Quizás resulte anecdótico, quizás no. Lo cierto es que como a Emilio Gutiérrez en el 2009, a muchos hosteleros los están arruinando e igual que a el, lo están haciendo impúnemente. Paradojas del destino y del desatino. Bien traído el ejemplo por tu parte. Saludos.
Magnifico el post que concernia a Joyce y John Huston,Jose.
Tienes razón,la historia es de lo más descorazonador.Esa levedad de la vida,esa indefensión,ese desengaño.The dead.Eso es todo,¿no?.En cuanto al reconocimiento social,ya ves,no llega.Casi nunca llega.Tenemos la necesidad de expresarnos,creemos que la literatura es el mejor vehiculo para sentirnos queridos y descubres en lo poco que puedes confiar.Quizás lo valioso,seguramente lo sabes,son todos aquellos que buscaron piruletas perdidas en parques conocidos mientras observaban lo mucho que se afanaban las hormigas.Es la afinidad,la sensibilidad,el sentimiento cercano.
Uno se reconoce en la escritura.No hay más gratificación ni más trascendencia.Es todo.
-En cuanto al artículo de hoy,muy breve.CESAR tiene toda la razón.Es mejor que no se sepa que pasó con esa persona,qué ha sido de su vida.Así de ruín está el país en el que vivimos.
Y a NATALIA decirle que la desobediencia civil debia ser obligada.Pero no en el caso de la ley antitabaco en donde ni mucho menos hay mayoria destacada,sino en cantidad de cuestiones que claman al cielo y en donde sí hay clamor popular.Creo entender que se entiende.Este país está hecho un desastre.Y encima nos anuncian que los mercados vuelven al acecho.¿se puede aguantar?.Esto es lo que mide la capacidad de respuesta de una sociedad civil bien definida y estructurada y no temas menores.Aunque pueda entender a algún fumador.Pero no a todos.He sufrido su egoismo y su desconsideración demasiado tiempo.Y no es molestia,es SALUD PUBLICA.
Ánimo Jose y saludos a todos.
En nuestro país se olvidan fácilmente. Somos frágiles de memoria. Creamos héroe y le olvidamos rápidamente. Gracias por rescatar del olvido a Emilio
-Cesar: es dramático,vale, hay miedo e indiferencia, pero las instituciones, los superlíderes de opinión no deberían tenerlos, de lo contrario siempre ganarán los borrokas, llama mucho la atención el remover cunetas de hace setenta años y el aterrador silencio sobre la asfixia nacionalista
-Natalia: la desobediencia civil de las hormiguitas atomizadas, estoy de acuerdo contigo, sólo se justifica cuando grupos organizados y señeras instituciones la llevan a cabo hace tiempo por tierra, mar y aire
-Juan Carlos: no pueden nada porque su ejemplo se entierra, se silencia, no hace masa
-Sergio: a mí me gustó Territorio Comanche, que conste. Un saludo
-Maribel: quieren regularlo todo, e vero
-Mercedes: sí, pero además, no hacen daño a nadie. Un abrazo
-Supersalvajuan: son sus élites las que olvidan, porque internalizan las sinrazones del enemigo
-Reinhard: son metáforas silenciadas, enterradas, para que no sirvan de marco inspirador
-Javier: gracias, maestro, estoy contigo
-MTeresa: es verdad, por eso hay que, incluso en nuestros mínimos espacios, dar esa batalla
-SCid: pues luchemos contra esa frustración
-Viriato:gracias por su memoria y por su comment. Un saludo
-roy: gracias por el magnífico, tienes mucha razón a propósito de la escritura.
Yo no creo que sea mejor que no se sepa de Emilio Gutiérrez, es triste que así sea, es una verguenza.
En cuanto el tabaco, es verdad que hay fumadores impresentables, pero esa legislación tan represiva, ese acoso excesivo, ese radicalismo de que no pueda haber bares para fumadores, no me parece de recibo. Voy luego a poner algo sobre el tema. Respeto tu opinión, por supuesto, no se va a estar de acuerdo en todo. Gracias, roy.
-Paula: yo creo que Emilio nunca fue un héroe, al día siguiente tuvo que largarse y nada sabemos de él. Gracias a tí
No confío en los superlíderes de opinión que lo que quieren es vender periódicos. Sólo se moverán si hay algo que vender o una ventana al lado del presidente cuando este gane las elecciones. Sí me han defraudado, en este caso especialmente, los líderes morales, los filósofos, los intelectuales,que removiesen la conciencia de quienes miraban para otra parte cuando veían a su vecino señalado.
La cobardía de todos nosotros ha sido, en el caso del País Vasco, caldo de cultivo para proclamar a los verdugos héroes y a las víctimas villanos.
Siempre hay grandes excepciones pero la gran mayoría han dado su vida.
Lo que quería decirle es que para aquel héroe anónimo( nadie sabe si protegido por el poder, nadie sabe si con escolta y guardaespaldas, nadie sabe si bien o mal atendido) lo mejor es que no se sepa nada malo de él.
A proposito de Emilio, permítame esta larga disertación en su honor y en el suyo por lo atinado del paralelismo.
Debió ser El Estado de Derecho la herramienta que defendiera a Emilio de esa maldición autoritaria que gobierna a los vascos sin otro mandato que aquel que le otorga la violencia.
Su imagen, electrizada de ira y maza en mano nos retrotrae a tiempos remotos, tiempos en los que los hombres forjaban la civilidad a fuerza de martillo y yunque.
Hoy, civilizados hasta la náusea hemos perdido referencia de la más elemental dignidad, la de rebelarnos, la de mostrarnos terribles con aquellos que lo son, con aquellos que nos roban el espacio y alienan nuestras voluntades. En el vértigo de esa confusión buscamos interpretar los actos de un hombre que no ha hecho sino retomarse en el origen, para mostrarnos que aún cabe la esperanza de ser dignos lejos de la pura palabrería, en los actos. En esos actos que definen de verdad no identidad sino esencia, no raza sino razón, porque, no nos engañemos, no es irracional la valentía del singular Emilio, sino la cobardía colectiva de los que desde la más cruel de las hipocresías lo juzgamos y equiparamos con los terroristas y sus acólitos.
Emilio defiende su derecho a existir en libertad y lo hace con la maza porque la voz y el espacio se la robaron, impunemente, hace mucho tiempo.
Emilio no es un héroe, es sólo un hombre libre, en la medida en que él sí ha sabido defenderla allí donde ésta se forja: en la dignidad.
El derecho a ser libre, no se hereda, ni se compra, ni se negocia, se gana. Sea pues, ese, su infinito valor y su prístino ejemplo.
Reciba un fraternal abrazo.
Estimado amigo Jose Alfonso, no es que suscriba lo que dices, simplemente me convences. Es la diferencia entre el autoritarismo y la autoridad.
Pero permíteme que retuerza, tal como me gusta, una de tus frases para poner el acento en otra cosa que no sea sólo el estado de Derecho; Dices-y dices bien- que "El derecho a ser libre no se hereda, ni se compra, no se negocia, se gana"
No ha habido otro momento mejor para que la sociedad vasca-también si quieres el Estado de Derecho-acogiera, protegiera, apoyara,apadrinara e incluso siguiera a Emilio. Maza en mano si fuese preciso. Derribando Herrico Tabernas. Algo que el Estado no puede hacer. Ganarse la libertad que tenían-y tienen-secuestrada. Emilio podría haber sido su Viriato, su excusa, su Zahir, en definitiva.
Pero de nuevo, tal vez amansados como bien dices por la comodidad, esperamos que el estado nos devuelva la libertad.
Leerte es aprender, no lo olvides.
Respuesta
Estimado César, de tarde en tarde acertamos a tocar en clave de sentido común una idea, es decir, en concordancia con una pluralidad de personas y derechos comunes, es entonces cuando se produce esa convergencia a la que tu aludes, sin que ello le dé carácter de verdad.
Respecto a tu razonamiento estando de acuerdo con él, y conociendo tu perspicacia intelectual, te preguntaría, de que sociedad vasca hablamos, de esa que vive en el ámbito de la opinión como los tres monos sabios: no ver, no oír, no decir, sólo agradar, o de la que ha creado el monstruo en la esperanza de que le libere un día de los parias ofreciéndole en bandeja de plata el derecho a señorear aquellas tierras. Eso sí, en nombre del amor a la patria, a la cultura, a la lengua, a todo menos al carácter humano del que creo que también son depositarios los demás hombres y mujeres del resto de España. Porque amigo mío esta parte de la sociedad vasca no se siente amordazada sino encapuchada, que es muy distinto.
Es por ello que Emilio no representa para ellos un referente de rebeldía sino de chulería, la propia de seres de una especie inferior. Como tampoco quieren saber nada del Estado de Derecho porque sueñan con el estado de gracia, la que le creen que le va a dar la independencia, o sería mejor decir, como dicen, el derecho a decidir, en la medida que lo entienden como la facultad de elegir.
Esto que digo sé que lo entiendes tú, quizá no así, pero que lo entiendes.
Es un placer charlar contigo.
Gracias César por tu cariño.
Recibe un fraternal abrazo.
-Cesar y Jose Alfonso:muchísimas gracias por poner en mío blog tan encendidas y al tiempo sabias palabras, sobre las que poder conversar. Es un gran honor para mí, y si pudiera serviros un vaso de buen vino, tened por seguro que lo haría. Me temo que las noticias nos darán más oportunidades de darle otros ángulos nuevos a lo mismo, a la deserción de los principales líderes de opinión respecto a una cuestión que muchos llevamos incrustada en el corazón de nuestro sentimiento y también de nuestra razón. Un gran abrazo, amigos
Me disculpo con nuestro anfitrión por robarle tanto espacio,y más después de haber puesto él punto final al post con su comentario, y me disculpo también contigo por contestar a tu pregunta "¿De qué sociedad vasca estamos hablando"?, con un párrafo de un escritor al que admiro porque siempre me hace pensar. El párrafo, como bien sabes, es de hace años, pero se ajusta perfectamente a lo que quiero y no tengo capacidad para decir.
". Y en Vascongadas el aire está envenenado por el peor de los miedos, por la más melancólica de las cobardías, la que sufren quienes luchan contra ese monstruo que ellos mismos crean, en la conciencia de saber que en su derrota también ellos van a ser derrotados. Ese es el salto que debe dar esa parte de la sociedad vasca que milita en esa idea, y también la que se proclama mera espectadora. Y para mejor ejecutarlo han de silenciarse, y en ese silencio reflexionar sinceros sobre la verdad de esa inmensa mentira en la que viven y en la que educan a sus hijos. Sólo así van a lograr desentrañar su eterna duda para saber si ella obedece a una verdad que, cuando no es farsa propagandística, es mera especulación mitológica. Para así decidirse a dar el salto definitivo y ponerse al lado de ETA, si así lo creen, o frente a ETA. Sólo ellos pueden hacerlo, porque de ellos nace y para ellos asesina. En sus manos está, por tanto, el que deje de hacerlo. Pero esa decisión demanda coraje, no ambigüedad, no eclecticismo, no equidistancia, coraje digo, el suficiente para ser ETA o no serlo en la profundidad y contundencia que esta tragedia demanda. La decisión requiere algo más que valor: honestidad, decencia y conciencia, la suficiente para retomar la soberanía de sus vidas y actos, para dejar de delegar en ese espejo que azogan con lo mejor y lo peor de ellos en la hipócrita esperanza de ver reflejado en él, sólo aquello que los hace grandes, distintos y, en esa engañosa imagen, medida de la medida de todas sus cosas." (Jose Alfonso Romero P. Seguín)
Mis disculpas por haber utilizado tus palabras para contestarte.
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