Ahora que lo pienso, quizás el viejo chiflado del semáforo que salió en estampida al verme tan moruno el otro día, era en realidad yo mismo, un simple desdoblamiento ectoplásmico de mi triste figura. Eso de correr a casa a ver un deuvedé del año la polka es sin duda afición de vejestorio. Como si la calle atestada, como si el tráfico ruidoso, como si las púberes patinadoras que por las aceras jadean su ímpetu ya primaveral, toda esa realidad exterior sublevada pudiera ya nada grato decirte. Llegas entonces a casa, buscas el deuvedé del Pleistoceno, te arropas a la manta del Sr Botín, como el que alcanzara resoplando el refugio antiaéreo. ¿A quién sino a un trasnochado carcamal carca puede decirle algo un disquito de cuando la mili se hacía con espingarda?
Bueno, pues allí, como sobre el muro de una cueva prehistórica, estaba aquella entrevista, aquella persona, esas palabras tristes en su mayoría también, sus cantarinas composiciones de cuando era él un chaval, los vestigios de otra época arrumbada por el Tiempo que apaciguaran mi sed de fuga ante las lady Gagas del presente. Puede que el gagá fuera yo, no lo sé, pero allí estaba la prueba indubitable de otro tiempo, de otras televisiones, de otros frutos mejores a los que se recogen hoy en los medios de comunicación. Entonces los entrevistados no iban con la lección aprendida, no dominaban el medio, apenas sabían expresarse bien… pero ponían el fondo noble de su corazón en lo que decían. Hablaban como personas, no como personajes. No sé, lector, si eso será para ti sorpresa morrocotuda, lo es hoy en día pur muá.
Te hablo, dilecto lector que a bordo de esta carroza ahora –espero- te recreas, de una entrevista de Lauren Postigo a Antonio Molina en el legendario “Cantares”. Qué dramático contraste el de ambos caracteres ya de entrada: la floripondiosa fabla de Postigo, almibarada de arabescos jeribeques, endiosado en su melena platino de rubio doncel, como un Ben Alí de la Bética, como un Lawrence de Almería, como un halcón televisivo que no le quitara el ojo altanero al pobre gorrioncillo que ante si tenía, un Antonio Molina en el declive sesentón de su carrera y de su vida, que apenas le aguantaba la mirada para escuchar la pregunta, que repetía las palabras del fiscal para procurarse algo de tiempo en la respuesta y que luego le huía el ojeo, humildísimo, lacónico y casi acobardado ante el gran alcotán de la pantalla. Aunque desigual y efectista, al menos Postigo hablaba aún en poeta. “¿A quién era, de entre los grandes del cante, a quien tú más admirabas de chico?”. “…A Caracol, era ceguera por él lo que yo tenía…”. “Sé que tú eres hombre de pocas palabras”, le espetó entonces Lauren. Sí, pero ya quisieras tú decirlas con la Verdad con que las pronuncia el gran artista, pensaría yo más tarde.
Contaba Antonio Molina con verbo escueto y mirada baja sus difíciles orígenes, los primeros trabajos suyos como lechero, mozo de bar, como aprendiz de tapicero. “¿Qué es lo mejor que te ocurrió al llegar a Madrid”, le inquiere Postigo, avizorando acaso una escabrosa revelación. Molina bajó más aún los ojos, quedó un instante en silencio, como si a sí mismo se estuviese formulando en serio la cuestión. “Lo mejor que me ocurrió a mí fue… conocer a mi mujer, que es lo que más quiero, y tener ocho hijos maravillosos, y que los ocho me viven gracias a Dios”. Bueno, no se iba a arredrar Laurens de Almería –acaso es que había estado antes contemplándose en el monitor- ante aquella sosería. “Díme cuál ha sido el día más feliz de tu vida, Antonio”. “Ya te lo dije anteriormente, el día que conocí a mi mujer”, replica Molina sin énfasis, con una sonrisa no fingida en los labios pero oculta la mirada al Cíclope interrogador.
“Antonio, tú… tú hiciste muchas películas en tus mejores años, ¿estás satisfecho de ellas?, dijo Laurens, acaso deseoso de hurgar en alguna íntima herida. “Sí, estoy muy satisfecho de ellas”. “¿Te gustaría verte en alguna, dime, te gustaría?” (dime, sí o sí, venía a ser la cosa, porque es claro que se las va a poner). “No”. “¿No?” (no me jodas ahora Antonio venía a ser ese ¿no?) . “No, no quiero verme, no”, repite Molina manteniendo una sonrisa débil, un sol sin fuerza, en la cara, doliéndose quizás del veredicto justiciero del Tiempo sobre la apariencia externa de las personas. Y Laurens pone un surtidito de ellas, mientras Antonio hunde más todavía en el suelo el mirar.
“¿Y el día más triste de tu vida?”, le suelta luego un poco a quemarropa al entrevistado. “El día más triste… es doloroso decirlo… -y vemos al artista mirando hacia arriba, pensando, vemos cómo se le va formando delante de nosotros el nudo en la garganta, cómo cabecea, como si deseara inútilmente apartar lo que tiene ya muy presente, cómo se le anubla el mirar, cómo se muerde el labio superior, cómo pugna en vano por mantener la sonrisa y se le rompe la voz al hablar en un hilo mientras la cámara le encuadra con respeto- el que mi madre no me vea… -parpadea, tiembla su barbilla, solloza casi, le brillan los ojos, abatida, desguazada de cuajo su persona- no me ve, no me ve… siempre que puedo estoy a la vera de ella, me tantea, me… pero no me ve… -no puede seguir hablando-. “Bueno, Antonio, deja de llorar, lo tuyo es el cante, esa es tu vida”, trompetea Laurens con voz de yunque, queriendo aparentar una dureza que tampoco él tiene, esto no se lo esperaba él, pero Molina no puede hablar, se le estremecen las comisuras de la boca, perdura su mirada empañada, los lagrimales hinchados, incluso le asoma a la boca la punta de la lengua, descontrolada, se muerde los labios, el rostro se le contrae, le vemos agitarse, como si fuera un arbol solitario en medio del llano y azotado por un viento ábrego, y es extraño, porque no tenemos en ningún momento la sensación de trampa, de asistir a un montaje, ni de ser indignos voyeurs, ni el propio Laurens esperaba algo así, ha surgido sin estar premeditado, han brotado en vivo la alegría y la pena de un hombre cabal, esa agua limpia que mana bien pura, y compartimos con ese hombre su dolor sincero, igual que cuando un amigo nos confiesa su pena más verdadera y honda, asistimos compadecidos a ese temblor, que es también el nuestro, “… sí, y mi padre, y mi padre… y mi familia, ésa es mi vida”, consigue al cabo Antonio Molina articular, escindido aún entre el quebranto y la sonrisa, pero al final, rehecha en precario la divisa de su luminosa sonrisa, mira de frente a Laurens, que ahora, en señal de respeto, le baja la vista, mientras suena una de sus canciones mejores y acábase así ese Cantares.
19 comentarios:
Gran persona y gran luchador, figura irrepetible.
De cuando en cuando tambien me encanta escucharle, Será que tambien estoy trasnochado.
Yo le escuché en alguna ocasión por un tío mío que tenía sus canciones....Gran personaje sin duda en la historia de la canción española...
Besos
Hola, Jose Antonio. Qué te puedo decir, no hay como revivir recuerdos, cantantes, películas antiguas que nos despiertan cosas, no importa de qué año son ni el lugar en el que te sitúan. Lo importante es disfrutar. Y no creo que un jovenzuelo disfrute tanto con Lady Gaga :)
un abrazo,
Romek
¡Qué bonitoooooo!, es que me imagino al pajarito al lado del pavo real que al fin tuvo que asimilar que la persona era más importante que el personaje.
Recuerdo un número de Martes y 13, imitando estas entrevistas de Laurent: Laurent Castigo y Lola de España, no sé quien de los dos , Millán o Josema, hacía de quién pero en una de esas largas interpelaciones del rubio, la morena hizo chiribitas con los ojos y respondió: "Ay Lauren, yo sé que tú me hablas, pero no te entiendo ná".
Frase que usted, D. JA expresa en su artículo como si hubiera estado viendo a los ex-cómicos.
Un abrazo y a partir de ahora intentaré no perderme, que yo voy muy despacio y usted muy deprisa. Á.
Antonio Molina ha sido uno de los grandes de la copla. Su poderosa garganta y su espectacular chorro de voz lo han hecho único e irrepetible. En su época marcó un estilo, aportando al cante una sintonía especial que hasta entonces no se conocía. Yo tuve la ocasión de verle actuar un par de veces. Saludos José Antonio.
Por aquí ando, paseando de nuevo entre tus cosas. Encantado como siempre con las cosas que compartes con nosotros.
Un saludo.
Qué gran programa “Cantares”. Lauren conseguía un tono que te envolvía, que te atrapaba en esa conversación, llevaba al personaje a donde él quería y arrastraba al espectador. Le conocí y no tengo buen recuerdo de él. No era hombre de palabra, todo era pose. Diferente era Antonio Molina, era tal como lo describes, era un hombre cabal, un hombre que no te dejaba indiferente, bajito, pequeñito, pero matón. Defendía a los suyos hasta la muerte. Gran persona, al igual que su mujer Angela. Felicidades por el relato que haces de esa entrevista que aún conservo en mi retina. No se puede superar. Saludos
Me suena mucho el programa, y Molina es de los clásicos de toda la vida y cae bien aunque a mi no me gusta el cante. Bonito relato J.A..
Jose, te vas a consagrar como un clásico en el mundo del blog.Eres grande.Y tú lo sabes.Basta ya de modestias que no llevan a ninguna parte.Este rincón sí que fluye....
-Demuestras,también,capacidad para el gag.Es como si estuvieras visualizando la posibilidad de arranque de un guión.Un plano,una escena,una secuencia.Siempre algo a punto del comienzo.Al punto de la imaginación creativa.Me volví a reir con ganas con la estampida del viejo asustado,del viejo hundido en sus clichés, incompatibles con la espontaneidad,con los modos naturales.Se me ocurria alguna imagen más allá,y otra,y otra.. Pura diversión.
Todo este elogio sostenido es merecido,amigo,créeme,pero sabes que,por eso,por ser amigo,cuando entienda algo en contrario,te lo diré también...en eso consiste la cosa,¿no?.Bien.
-No me gusta demasiado la canción española,la copla.No logro identificarme con esa clase de música.Tampoco con el flamenco.Que le vamos a hacer.Así que no puedo tararear nada de ese estilo pero al mismo tiempo puedo intuir su grandeza.
Antonio Molina es un mito.Y a tenor de esa entrevista que citas ,como algunas pocas actuaciones que recuerdo,entendias que era una buena persona.Fué capaz de crear una gran familia de artistas.Y eso no es nada fácil.
-Oye,ese remate de Harvey Keitel me parece genial.Gracias.
-Macho,llevas una velocidad de crucero que..¡joder!.Ya,ya,me dirás,el talento,chico.Bueno vale,pero,insisto,ni el AVE a Valencia....bfff...el viento cortando...
Por cierto,hay un blog de pretendido prestigio por ahí y que bien conocemos que,sin embargo,parece en un permanente pantano.Estancado,sin alma,con muy poco...En fín.Alguien se lo pierde.
Saludos.
¡Buenos días José Antonio!
Mi padre es un seguidor de Antonio Molina. Recuerdo con unos 6 años escuchar todos los fines de semana su música, creo que tenía todas las cintas de él.
Con respecto al programa "Cantares" tengo recuerdos vaguísimos, yo era muy pequeño, aunque si tengo fresco la forma que tenía Postigo de presentar y hablar, para mi gusto un poco repipi, aunque reconozco que ponía mucha pasión.
La T.V. actual es una, con permiso, una MIERDA, y de esos actos vendrán consecuencias, así que espero que haya una revolución y cambien el formato o las formas.
¡Un abrazo!
Miguel Ángel de Mòstoles
Mi padre tambien era un incondicional de Antonio Molina y nos quedó ese regusto por sus canciones y ver la diferencia de los artistas de antaño, donde primaba la buena voz, con muchas estrellas de hogaño donde sólo prima el espectáculo o disfrazar sus debiles vocecillas con la tecnica.
Un saludo
Tuve ocasión de escucharlo hace muchos años a Antonio Molina, era el referente musical de mi abuelo.
Saludos.
Qué jóvenes sois todos. Conocéis al gran Antonio Molina a través de vuestro padre o abuelo. Me avergüenza decir que lo conocí personalmente, como Luisa, y sí, era un gran hombre. Un hombre cabal, de los pocos que quedan actualmente. Aplaudo su capacidad de describir la escena de la entrevista. Qué grande es usted, como su blog. Como comenta Roy es el arranque de un gran guión cinematográfico. Me encanta. Saludos
-Helio: ya somos dos, amigo
-Winnie: gran artista, aunque tampoco sea yo experto en él. Otro para tí
-Romek: el tiempo pone en valor lo bueno, amigo
-Ángeles:gracias; sí, Laurens se prestaba mucho a la sátira; nada, nada, ¿voy deprisa? es el viento racheado de costado que ahora me ha impulsado; gracias por seguirme
-Rafa: ¿le viste actuar? qué suerte. Un saludo
-Hiperion:gracias, buen paseo, amigo.
-Luisa: ¿conociste a Laurens, a Molina, a su mujer? qué afortunada. Te agradezco la información de primera mano. Bajito, chiquitito, pequeñito todo, sí. Muchas gracias, amiga mía.
-Candl: grace mile, my friend
-Roy: gracias, amigo.Me alegra leerte que te moló la situación del semáforo. Por supuesto, hay confianza, con lo que no estés de acuerdo, en decírmelo. Nadie es perfecto, y yo menos.Muy ajustada tu apreciación sobre AM.Cuando vi ese final de Smoke me alucinó, está basado en un relato de Auster, genial.¿Crees que el blog va bien? No sé; ojalá llegara a algún editor que se interesara por lo mío. Sniff. Un abrazo, roy. (tengo que escribir algo de ese blog que tú y yo sabemos)
-Miguel Angel: lo triste es que un programa como Cantares, con sus pros y sus contras, que por cierto tenía una careta incial espléndida, a mi gusta, parezca hoy oro en paño. Yo también recuerdo Cantares de lejos, a ver, que no soy quinto de AM, que soy un chavalín. Abrazo
-Jose Antonio: es verdad, en la memoria colectiva e imborrable de muchos de nuestros padres está, y estoy contigo en ese regusto, a ver si cuando Almodóvar pone de moda a Los Panchos está bien y si te gusta AM es que es uno un fósil del cuaternario. Un saludo
-David: sí, los abuelos también.Es bueno, creo, conocer esos gustos. Saludos, amigo
-Macarena:es verdad, Maca (con permiso), son unos pipiolos,¿lo conociste?, eso es un tesoro, amiga mía, un hombre cabal, todo lo que eso significa. Gracias por estar ahí, por mostrarme su querencia, su encanto.Sí, le voy a encargar a Roy que me haga un cortometraje con lo mío, y que como dice Javir, me lo ponga en el youtube, a ver si así algún editor me dice argo. Un besote
Que grande!, que tiempos como los narra usted caballero, es un placer verlos a través de sus ojos.
Siento mis ausencias, primero el trabajo y luego un resfriado asesino me ha mantenido alejada de este mundo.
Saludos
40añera:gracias, amiga, nada, nada, a recuperarse bien, muchas gracias. Un saludo
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