Todo esto me pasó con una CELEBRITIE

   

      La vida te da sorpresas, sorpresas te da esa vida tumultuosa que discurre a través del Tuiter. La misma mañana en que Benedicto XVI anunciaba su renuncia, ese extraodinario periodista y escritor que es Don José Oneto tuiteó a sus muchos seguidores:

     -El Papa va a dimitir.

    Pensé, al verlo, hombre, don José Oneto. Vamos a decirle algo. Y le respondí:

     -¿implicado en el caso Bárcenas?

     Casi nunca te contestan, y es normal, pues andan los Importantes naturalmente muy ocupados y además, como cuentan con numerosísima seguidumbre, no tendrían aún queriéndolo tiempo suficiente para responder a todos. Bah, simplemente quería yo, de manera indirecta (sutil, diría un partidario; retorcida, diría un detractor) poner en solfa lo que entiendo como una cierta parcialidad, por otra parte legítima, de Oneto en las querellas políticas que nos ocupan. También puedo entender que alguien vea en mí esa parcialidad y nada pasa, pues consiste el contraste de pareceres en esa aproximación de subjetividades que aspiran a objetivarse. Entonces al rato él me contestó:

     -Me parece una falta de respeto.

     Pensé, vaya, el señor Oneto, que ejerce de irónico y de guasón, disolvente de Todo, de la irreverencia superpartidario, habida cuenta además de las bárbaras truculencias que salpican a troche moche el Twitter, una de tres, o me ha entendido mal, o es más papista que el Papa, o me ha entendido bien. Ser Importante sobre todo además en eso se basa, en señalar desde las Alturas a las simples hormiguitas las muchas cosas que me tomo Yo a chufla y las que nunca debe un pelanas osar relativizar. Así es que le repliqué:

     -¿a quién? tiene gracia

A lo que él, luego de un instante, me añadió:

     -Usted, tan de derechas… No tiene gracia.

   No daba crédito a la Onetíada. ¿En qué se basaba don José Oneto para tan lapidariamente despacharme? ¿Cabía suponer que leía él el mío blog y que así me resumía? Imposible del todo. ¿Que leía acaso mis tuits y de esta manera me crucificaba? Harto improbable también, pues los Príncipes, si no es para aplastarlas, en las hormigas no reparan. ¿Entonces? Podría tratarse todo un malentendido, que es como a menudo el mundo prospera, yo que sé.

    Conste en blog que en nada me atormentaba personalmente el que un Notable del Periodismo patrio, suavemente progresista, como Oneto, desde la cima del establishment en esos términos a la nada que yo soy así despachara. La hegemonía ideológica de la Izquierda sobre todo en ese nominalismo consiste: te arrojan encima el cartel infamante y ya de paso te endosan las odiosas connotaciones que le van anejas, por mucho que quien te lo lance sea mil veces más privilegiado que tú. En plata hablando, se dice de alguien que es progresista y automáticamente piensas de él, ya está, la generosidad hecha carne. Dicen de otro: ese… ese es de derechas, es decir, un criminal, peor aún, un insolidario.  Entonces “tan de derechas”… eso debía ser ya el non plus ultra. Iba cogiendo su gracia la cosa, me parece a mí. Así es que de la siguiente forma le retruqué:

     -uuyy, qué horror, yo soy tan nada, usted es sin embargo tan todo

Y él:

     -intento sólo ser coherente

Eso, eso, la coherencia, la coherencia. Le dije entonces:

     -ya, usted lo intenta, y me define a mí, que soy nada, en un pispás, olé.

 Medió más tarde otro tuitero, reprochando a Oneto la respuesta desabrida de su tuit a lo que a él le parecía un chiste malo mío. Y le respondió Oneto:

     -Si conocieras los que me ha enviado hasta que conseguí que dejara de seguirme. Saludos.

 Ahora si que la Onetiada ya por completo desbarraba. ¿A qué venía tan grosera maledicencia? ¿De qué estaba, sólo para dejarme mal en público, hablando? ¿Qué necesidad tenía don Oneto de segregar semejante ponzoña? Si es que así, con tan feo estilo, las gastaba con un don nadie, ¿sería esa su pinturera norma de comportamiento? Alucinante, sí.  Le habré escrito yo, siempre en público, en respuesta a algún parecer suyo durante un año no lo sé, pero no creo que pasen de ocho tuits de educada diferencia a sus siempre impresionantes tesis. Para eso está el Tuiter, ¿no? ¿Entonces? Que había conseguido él que dejara yo de seguirle, qué sandez. Le contesté, claro:

     -¿cuáles le he enviado yo? tiene usted mucha gracia, señor Oneto.

   Sólo que ya don Oneto no me contestó más.