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miércoles, 29 de julio de 2015

Cuando lo progresista era no casarse

   


   Más que cuestión de años, lo es de memoria, pues no hace de ello tanto, ¿treinta años? Entonces lo genuinamente progresista, lo que demostraba que eras un tío enrollao era… no casarse, pasar de papeles que demuestren qué, irse a vivir juntos el amor libre libérrimo y ya está, sin contratos oficiales, por completo al margen del Estado, qué pintan los matasellos del Estado –ese monstruo frío y cibernético, esa mesa de negocios de la burguesía- en las cosas del quererse, qué intolerable intromisión registradora era esa. Diríase que el progreso entonces tenía una sahumada vitola libertaria… y que se trataba entonces también sobre todo de escandalizar la moral del ciudadano liberal-conservador.

    
   Ahora por el contrario, a ton de la histriónica reivindicación del matrimonio homosexual lo hemos visto, lo que de forma indudable demuestra que eres persona avanzada y comprometida con las más nobles causas es… el superlegalmente casarse, con todas las de la ley, con notario, alcalde, cura, cornetín, timbre, pólizas, cláusulas y contracláusulas, el  contraer y rubricar el matrimonial contrato entre los contrayentes de la parte contratante que así oficializan y sellan a las claras de la sociedad su superlegal unión… para al poco tiempo separarse y reanudar el lío del montepío del burocrático papeleo, que rejuvenece y moderniza mogollón, debe ser. Diríase sí, que ahora el progreso  ha descubierto el discreto encanto de las formalidades y del Estado hiper-reglamentista, en parte porque es mesa que pro domo sua okupa ya… y que se trata también sobre todo ahora, a través de leyes derivadas que reconozcan derechos y prestaciones que todos sufraguen, de minarle el bolsillo al ciudadano liberal-conservador. Diríase, claro, que, como las ciencias, el Progreso avanza que es una barbaridad, ciertamente.  




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1 comentario:

Anónimo dijo...

Estaban mejor de subvertidos. Cuando han querido ser otros como todos, han destrozado la esencia del matrimonio, que básicamente es que los contrayentes han de ser hombre y mujer entregados libremente y con voluntad de perseverar, aún en las mayores dificultades.

Para los okupas del matrimonio, este no es sino una forma de montar un festejo donde ellos son los protas...

Alguien lo dijo, meter el matrimonio homosexual en la sociedad, es como poner moneda falsa en circulación: se carga el sistema. Y así ha sido, ahora el matrimonio, para muchos, significa bien poca cosa.

Y ojo que la cuestión no es una broma, aunque algunos la han tratado así, el matrimonio es la base de la familia, y la familia la base de la sociedad. Si te cargas el matrimonio te cargas a la familia, principal estructura de la sociedad. El estado, encantado, ya no hay estructuras medianeras: sólo él, el estado, y el individuo: totalitarismo en estado puro. Ya sé que estos muchas cabezas huecas no lo ven. Mentes que piensan que nada ha cambiado... ahora... esperemos diez, quince años... esperemos...

misael