Naciones antiguas ambas, vecinas comunidades de ciudadanos con una
historia en común duraderas en el tiempo las dos, con legados culturales de
riqueza universal la una y la otra, azotadas por los zarpazos del terrorismo
ambas. ¿Por qué entonces estas diametrales diferencias? Es inimaginable, para
empezar, un presidente francés que aseverara tan campante que la nación
francesa es discutida y discutible.
Es del todo impensable eso nunca, jamás.
Y luego, no sé, no es que en Francia no haya partidos extremistas, haber
háylos, pero sufren la masacre, reúne
el Presidente en la Asamblea a diputados y senadores y, que yo sepa y haya
visto, en señal de respeto y de reconocimiento absolutamente todos se ponen en pie ante él, formalmente vestidos y dispuestos, no se ve ni a un solo homo-agitprop-camisitensis, que hacen incluso
de la camiseta un soporte de rastrera agitación demagógica que en sí niega el
diálogo y restringe la civilidad, y, tras el minuto de silencio, a una todos,
sin alardes particularistas del puño en alto o el brazo a la romana, empiezan a
cantar el himno –con independencia de que lo del mismo y de la Revolución
Francesa piensen-, esa canción que como nación unida y con voluntad de
permanencia a todos los franceses simboliza.
Y a pesar de las intervenciones armadas francesas allí no se ven
pancartas ni manifas masivas, ni
Figurones a coro gritando ¡ASESINO! a Hollande
y a su partido… mientras en España amonestan
ayer a un escolar en Baleares por decir, y así lo consigna expresamente la muy
progresista profesora, viva España y viva
el Rey. Y quizás sean esas las diferencias simbólicas que establecen
a su vez la diferencia real entre una nación que se respeta a sí misma,
sujetadas por esenciales puntales de convivencia que la inmensa mayoría
respeta, valora y ejercita, y otra que por mera inercia y milagrosamente se
mantiene, imbuida de una necia carrera centrífuga, de cuyo valor en sí muchos
de sus miembros parecen sentirse ajenos cuando no contrarios, de lo que es
cristalina expresión simbólica el hecho de que tras cuarenta años de democracia
carecemos de una letra para nuestro
himno –despreciada y afrentada incluso la música de este mismo por
muchísimos-, de un texto que unidos cantar, que a todos, a pesar de las
diferencias, emocionalmente nos vincule, que en el límite exprese el común
reconocimiento entre todos de todos nosotros los españoles y la voluntad de
permanencia de España y de su
excepcional legado cultural.
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1 comentario:
Pues yo no entiendo por que no podemos cantar la letra de Pemán, es bastante buena y no hiere las susceptibilidades de nadie.
Claro que hay mucho burro que cree que es cosa de Franco, pero Franco no tiene nada que ver con esto ya que la letra es anterior a él.
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