Me gusta verme así, eso es, como uno
de esos músicos que a la vuelta de un largo pasillo suburbano, en el breve nudo
de una encrucijada de líneas, te encuentras; uno de esos sin Nombre que con peor o mejor acierto y medios precarios
despliegan el manto de su creatividad para intentar cautivar y ensanchar y engrandecer la jornada de los que por allí pasan.
A veces muchos de ellos lo consiguen, ¿verdad? Ellos tienen el metro, si les
dejan, y yo tengo las redes sociales, mientras me dejen. Es lo que tengo. Como
ellos pongo yo mi cartelito solicitando la voluntad de los transeúntes, amigos en las redes, a cambio del Mío
libro y de mi pobre arte. He vuelto a arriesgar mis dineros con otra
obra mía que muy pronto ha de ver la luz. ¿He de avergonzarme por ello?
¿Qué otra cosa puede hacer hoy un escritor sin Nombre ni contactos? Me siento un escritor que arriesga su dinero y
que pelea por sacar adelante su obra. Creo en lo que hago, eso es todo.
No quiere decir que porque toquen esos músicos en el Metro sean ya
pobres de solemnidad. ¡Les gusta tocar! ¡Aman la música! Piden la voluntad,
pero, más que para comer, lo piden para sentirse lo que son, ¡artistas! Como ellos, toco yo para
todas las personas a las que tengo acceso, con independencia de todas las
circunstancias que a todos nos rodeen. Me siento muy afortunado en las redes,
pues aquí he hallado un puñado de
personas sensibles y comprensivas, de quienes me siento cómplice. ¿Es tan difícil de comprender que les
guarde a ellos una especial
deferencia? Ellos saben de sobra el inmenso agradecimiento que yo les
guardo por, sin conocerme de nada, solicitarme e impulsar así mi obra, que vale
diez euros. Supongo que yo algo les he dado a cambio a ellos. Eso se molestan
en escribirme unos cuantos, al menos.
MÁS LECTORES DE MI OBRA QUE ME ESCRIBIERON (VER DÍAS PRECEDENTES)
Lenika me escribió:
Armando es una especie de niño grande, así lo he visto yo todo el tiempo al
menos, sobre todo porque dentro de sus cuarenta años y de la devastación
emocional que le acompaña tras el abandono de su mujer siempre parece
acompañarle un halo de ilusión y esperanza, como un niño, conforme leía casi
parecía que podía ver sus ojos brillantes, esperanzados ante algo nuevo, y solo
podía sonreír e incluso emocionarme en algunos momentos ante el arrebato de
ternura, defensa y protección que Armando despertaba en mí.
Manolo López Bárcena así me
escribió:
“Es una novela intimista y llena de lirismo, rica de bellas metáforas. Su
lectura es trepidante con un humor sutil y erudito no exento de enjundia. Una
narración sobre la cotidianidad de la vida de personajes con los que nos
podemos encontrar todos los días. Descriptiva magistral, no de cosas y
paisajes, sino de sentimientos abordados con una elegante sensualidad y
frescura. En definitiva una obra muy amena para pasar un rato estupendo”.
¿Tienes que hacer un buen regalo? ¿Te
gustaría leer y tener mi libro?
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON INFULAS
154 pgs de humor, amoríos, aventuras e ilusiones.
Personalmente dedicadas. Puedes pedírmelas aquí, o escríbeme a josemp1961@yahoo.es Es muy sencillo. 10 E por correo ordinario a la dirección de España que me digas, no tiene por qué ser la de tu domicilio, la de cualquier local público que conozcas, el que sea.
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