Increíblemente extraño el comprobar cómo funcionan la memoria y la
atención a veces. Una de estas noches pasadas, zapeando que vienen dando, me
topé, empezada ya, con Tal como éramos, el clásico de 1973 con Redford&Streisand estelares y dirigidos por Pollack. La había visto en otras
ocasiones, claro, entera y a trozos, pero como la música es tan bonita, están
ellos dos tan bien y la historia de amor entrambos resulta tan potente, allá que
de nuevo me sumergí en ella encantado. Me esperaba una sorpresa morrocotuda no,
lo siguiente: apelotante. Es, ya sabes, el emotivo relato de cómo dos personas
bien diferentes, con talantes e ideas políticas muy distintas, pueden a pesar
de ello profesarse amor del verdadero… y por causa de ello asimismo para
siempre distanciarse. Él es guapo, sonriente, triunfador, individualista,
pragmático, elitista, conservador, militarista cuando toca. A ella nos la ponen
más bien patosilla, seria, trabajadora, colectivista, abnegada, pacifista según
y cómo, en fin, una tan bondadosa como ferviente militante comunista. Con esa
contrapuesta nitidez nos los presenta la hollywoodiense producción.
La mitad inicial de la película transcurre durante los años 30 y 40 del
siglo pasado, en el piso o apartamento de ella, al que él se muda. ¿Quieres creerte que hasta esa misma noche
no había reparado en que el Cuadro Principal que preside y
decora esa estancia es… ¡un monumental y sonriente Póster de Papá Stalin como Faro Radiante de la Humanidad! ¡Como una verdadera
Estatua de la Libertad –la misma pose adrede- que quisiera desbancar a la típica de los
muelles neoyorquinos! No Marx. No Lenin. No el Líder del comunismo gringo. ¡Directamente Stalin,
óyeme bien! ¡Sin la más mínima referencia negativa en el guión -¡a estas
alturas de la película!- a su siniestra Figura; al contrario, al concederle
espacio tan primordial y reservado, tan esencial, no pareciera allí Stalin sino el Sumo Inspirador del
cándido idealismo militante y propagandista que alienta a la protagonista. ¡Con
los millares de crímenes que llevaba ya, perfectamente acreditados, a sus
espaldas el Déspota georgiano, por derecho propio entre los dos o tres Mayores
Criminales Masivos de la Historia! ¡Y nos quiere discursear luego el personaje
de la Streisand sobre el miedo que
la caza de brujas quiso imponer en
USA, que es nada, nada de nada comparado con las hambrunas y los asesinatos en
masa, ya conocidos, que el Gulag de su Ídolo había y estaba entonces mismo
ejecutando! La propia Streisand proclama
en el video del making off (min 3´30 y ss) que… “en 1968… (yo) tenía la misma inclinación política, así que el
personaje me llegó muy hondo, podía entenderla, sabía quién era”. Ese fenomenal tributo en loor al Gran Tirano resulta espeluznante. Pues
ahí está… y hasta ahora yo no lo había visto.
¿Recuerdas a alguien, conocido o desconocido, que hablando de esta
película haya reparado y hablado sobre este sonrojante homenaje a Stalin? ¿Imaginas el destino de la
película si el del cuadro presidente hubiese sido de Hitler? He buscado por todos lados en el Internet imágenes o
fotogramas del Cuadro de Stalin que,
viéndose tan claramente y en varias escenas, pudieran ilustrar este texto y
misteriosamente… ¡no he encontrado ni
una! ¡Ni una sola referencia textual tampoco! Como mínimo, curioso, ¿no? Sólo he podido hallar
este video (abajo) sobre el making off de la película, en cuyo minuto 18 y segundos
siguientes, y en el 24: 40 minutos, la
Cosa Oprobiosa aparece. En fin, “Tal
como éramos” ya es sólo para mí el retrato de aquella indignada…
¡estalinista!
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