El texto mío de ayer sólo me gustó a mí. Se quedó él sólo conmigo solo. Absolutamente él y yo a solas. Los vientos, los hados, las aguas del mar Algoritmos le fueron del todo adversos. Ah, odisea. Traté de animarme un poco con Quevedo (no el famosísimo rapero que todo lo triunfa entre las masas, el Otro): “nadar sabe mi llama el agua fría y perder el respeto a ley severa”. Amor constante más allá de la suerte. Pero sobre todo con Emily Brönte escribiéndole a su propia sombra a la luz de una vela en el apogeo de su fracaso: “Yo soy nadie. ¿Eres nadie también? Ya somos dos”. Simas borrascosas. El escritor sin Nombre, oui.
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2 comentarios:
Yo tampoco soy nadie, José Antonio, ni tengo nombre que vaya más allá de mis contribuciones, pero tu texto de ayer también me gusto. Y este de hoy. No dejes de escribir, aunque creas que solo lo haces para ti, hay quien te lee, aunque no lo diga. Un abrazo, amigo.
Gracias, Alejandro. Otro para ti.
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