Fue sólo una coincidencia
aquella visión mía del vagón sin libros, por supuesto. Es en parte una cuestión
de soportes, desde luego, y aunque eso abre otras interrogantes, pues desde Mac Luhan sabemos que el
medio es el mensaje, y que el “leer”
sobre pantallas es distinto al leer un tomo entre las manos, que modifica el
medio la naturaleza y el alcance de esa “lectura”, no quiero ahora atascarme en
esos barrizales teóricos. El hecho es que la imagen de aquel vagón lleno de
personas pero huérfano de libros me impactó con fuerza, puede que por las
circunstancias que la rodeaban –iba yo a vender mi libro a un amigo mío, házte
cargo del trago, compay- y al día siguiente estaba deseoso de indagar sobre la
novela de Bradbury –que Truffaut llevó al celuloide- y cargarme
de razón en mi propia desazón.
En la estela de Un mundo feliz,
de Huxley (1931), y de Big Brother (1949) de Orwell, nos plantea Bradbury una amarga profecía del futuro
que nos aguarda. Como quizás sea inevitable en estas obras de prospectiva se
mezclan los patinazos clamorosos con los ramalazos de auténtico genio
visionario en un libro en conjunto muy sugerente. En Farenheit 451 (1953) el Gobierno ordena a los bomberos quemar los libros, pues… atención queridos
lectores, encargado de que los ciudadanos sean felices e iguales, considera que
los libros les hacen diferentes, y llenan además de angustia a los individuos.
Rinden menos en el trabajo entonces, claro. Una joven “diferente” será quien
haga cuestionarse al bombero protagonista esas generales certidumbres. Cuando
el prota se ve obligado a huir a los bosques, conocerá allí a los “hombres-libros”, comunes ciudadanos
que adoran los libros, testimonio y memoria viva ellos mismos, como ángeles para
la salvaguarda de los libros, que incluso memorizan enteros –uno cada uno de
ellos, yo soy Oliver Twist, Yo soy Madame Bovary… yo soy el Bobo con
ínfulas, okey- para, caso de desaparecer todos, poder de alguna manera asegurar
su reimpresión.
Total, que pronto encontré lo
que mi propia murria andaba loca por encontrar. Hay fragmentos de Farenheit 451 de una asombrosa
anticipación, casi profética de la mía visión: enormes pantallas de televisión
que ocupan paredes enteras y difunden folletones interactivos, una población
que a casi todas horas escucha una insulsa mezcla de música y noticias
irrelevantes retransmitidas a través de pequeños auriculares dispuestos en los
oídos de los individuos. En fin, puede allí leerse: “la televisión, esa bestia
insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las
noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y
en realidad da muy poco…”. Eureka,
dije yo entonces.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada,
pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
4 comentarios:
Gracias a Hormias, a CLAVE, a Napo, a Mariola, a aspirante, a Sonja, a MAMUMA, a Zorrete Robert, a Paco Gacela, a Winnie0, a Carmen por dejarme su colaboración aquí, que es para mí aliciente,por bloggear a mi lado.
(en librerías? ni en sueños sueño con ver en librerías mi libro,las autoediciones y la ausencia de contactos es lo que tienen. Se encarga el libro aquí)
abrazzos para todos
Y cómo agradezco a quien sea, que cada vez que llego a casa, por la tarde, il mío vástago, tenga esa máquina infernal apagada y él pegado de manos siempre a un libro, aún después de pasarse 10 años, diez, intentando comprender todas las leyes que en el mundo han sido y consiguiéndolo.
"Me llena de orgullo y satisfacción", aunque no fuese Navidad.
Por si te sirve de consuelo, me niego al GPS y me niego al e.book.
En adelante, ya veremos.
Profético y distópico como todo este genero literario.
Abrazos.
CAda vez mantengo la televisión pura y dura más lejos de mi vida José Antonio. Esa caja tonta!!!!! bss
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