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miércoles, 28 de mayo de 2014

Asesinato de Isabel Carrasco: Poli malo, Poli bueno




   Sobre la pasarela, bajo la que discurrían las aguas de un río, como en un altar del horror, quedó yerto y destrozado el cuerpo de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León. Otra mujer, de 58 años, en insólita estampa para la historia criminal patria, con un revólver allí la mató, y aun contra la nuca luego la remató. Como rubricando y exaltando el criminal acto de puro odio, apurando con regusto esas heces, al día siguiente alguna bellísima persona escribió sobre ese mismo asfalto la cartela inconcebible: AQUÍ AYER MURIÓ UN BICHO.
       
   Y también allí, emplazados antagónicamente en aquel terrible instante “total”, borgiano, el uno por necesidad y el otro por azar, hechos carne y hueso los prototípicos poli malo y poli bueno de las películas. De un lado, amarga sombra a pesar de toda su radiante juventud, Raquel Gago, policía local, receptora del arma homicida y encarcelada por su presunta colaboración en el crimen. ¿Se insiste bastante en el contradiós, y en el asco de sí mismo, que debiera siempre suponer la participación en el peor Mal de un agente de la Autoridad, al que se supone una vida impulsada sobre todo por la natural defensa del Bien?
      
   Mas también allí, en dramático contraste, un policía anónimo y jubilado, su brillantísimo desempeño cuando nada se lo exigía, sólo el desenvolvimiento de su noble instinto, del espíritu que movió su profesión y lo conformó, su expuesto desvelo en pro del Bien. Anótese bien el violento juego de antítesis allí presente: nombre frente a anonimato, juventud y belleza versus jubilación y vejez, Mal frente a Bien.
   
   Y quizás el corolario de siempre en estos confusos tiempos post-modernos: no hay color, de nuevo escénicamente la irresistible seducción del Mal frente al feo aburrimiento del Bien, tan cansino, tan simbólicamente jubilado también. Sólo que en el Bien, en su preservación, nos va el mantenimiento de la vida en sociedad. Es que sin la virtuosa acción de ese policía jubilado, de quien no tenemos ni el nombre, acaso los criminales se hubieran salido con la suya. Es que es necesario proclamar la grandeza, el mérito y, por qué no, la belleza de ese obrar:
       
   El anónimo policía jubilado atravesaba del brazo de su mujer la fatídica pasarela. Se cruzó con la que iba a ser asesinada. Escuchó a su espalda las tremendas detonaciones. Se giró y abrió bien los ojos. Con indecible aplomo apaciguó primero el sobresalto nervioso que a su esposa acuciaba. Superó él mismo el lógico cortocircuito de las sensaciones que a todos en casos así nos asalta y bloquea, como si renaciera en él de golpe el policía en la plenitud de su saber hacer.
   Puede que le diera luego una ojeada al cuerpo ya rematado, pero por nada perdió de vista a la mujer que a grandes pasos ya se alejaba, la única que podía haber disparado. Con sigilo y destreza maestros, con férrea determinación, sin levantar la sospecha de ella, despreciando el miedo en pos de una persona armada que acababa de asesinar, se decidió a seguirla, a la vez que por teléfono se comunicaba con la central de la policía. Vio cómo se reunía con otra mujer más joven, y cómo del lugar ambas se alejaban sin dejar de aparentar resuelta tranquilidad. Observó así como más tarde la pareja se separaba.

   Resolvió continuar el rastro de la mujer de los disparos, hasta que ésta se introdujo en un coche deportivo, donde, merced a las indicaciones telefónicas que a la central él había proporcionado, irrumpió el coche policial que procedió a la detención. Más tarde llegaría allí la joven, también detenida. Sin la pericia, sin el talento, sin el innato y valeroso impulso a obrar bien de este hombre, policía jubilado, cuyo nombre ycuyo rostro ni siquiera conocemos, tan sólo una diminuta gorrita blanca en la borrosa imagen, es seguro que las criminales por ahí andarían, tan campantes. Gracias, pues, Señor. 



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

7 comentarios:

CLAVE dijo...

Al poli bueno" se le debe respetar su anonimato, pero merece la medalla al Honor.Hoy estarían especulando sabe Dios que,la política y las luchas internas de los Partidos son malas consejeras, aquí ahí mucho de eso ..saludos..

Fran dijo...

Que esta reflexión ayude a despertar de la pasividad esa parte buena que todos debemos llevar dentro. Que falta hace.

José Antonio del Pozo dijo...

-CLAVE, Fran: gracias por vuestra interesante aportación. Saludos

Chela dijo...

Celebro mucho este post, sobre un anónimo policia jubilado que cumple con su vocación protectora hacia la sociedad, para que, a través de tus certeras palabras, tenga ocasión de recibir el agradecimiento y la admiración de quienes te leemos, pero igualmente de todos los ciudadanos de BIEN. ¡Gracias!

José Antonio del Pozo dijo...

Hola, Chela: gracias por tu comentario, también por el otro que me dejas. Estoy de acuerdo contigo. Y gracias, de nuevo, por pedirme el libro.
saludos

Lectora dijo...

Este caso es rarísimo, se dan tantos elementos insólitos: madre e hija con espíritu asesino, padre inspector de policía, amiga poli que ayuda a madre e hija y por último poli jubilado que presencia los hechos, vamos me dices que es un argumento de una novela y te digo que vaya historia más absurda.

Si las señoras llevaban dos años planeando el asesinato bajo su techo tal vez el pater familias debería dedicarse a otra cosa. Muy oportuno el jubilado, incluso demasiado, lo que queda clarísimo es que a la asesinada le tenían ganas, y no solo las asesinas.

José Antonio del Pozo dijo...

Hola, Sonja: muy atinado todo lo que dices, es verdad, una realidad sobresaturada de tremebundas ficciones a la vez. Gracias, una vez más, por impulsar con hechos mi escritura y mi pobre libro.