Las aportaciones intelectuales del profesor Pablo Iglesias, ese Líder emergente de la izquierda prochavista y
filobatasuna al que tanto invitan las televisiones de este podrido Sistema capitalista, no tienen desperdicio. Conviene, pues,
divulgarlas, para mejor redondear y conocer el fondo de su confuciana y
popularísima figura, a la que sólo el jerárquico espíritu de chusqueros que la nomenklatura
de Izquierda Unida posee -tan
celosos ellos de los quinquenios gastados por cada uno en esa milicia a la hora
de los cargos-, impide integrarse en puestos punteros de sus listas, como por
su brillo mediático indubitable debiera.
Ésta que ahora paso a glosar –en La Tuerka- me la trajo a la memoria un
pasaje de la espléndida Miami Blood del
magistral Tom Wolfe. Disertaba Pablo Iglesias, en su clásica línea
leninista, sobre la deserción de dos representantes socialistas a la hora de
investir, tras el pacto con IU, a Simancas como presidente de la CAM. Se trata el asunto, por supuesto,
“de un golpe de Estado de los poderes reales que gobernaban en Madrid”. Lo que
sobresale es la deslumbrante introducción que a la cosa le mete el profesor
Iglesias:
“Una amiga me confesó que, cuando
supo que un diputado y una diputada del PSOE se habían ausentado del pleno,
pensó sencillamente que estarían follando
en los servicios de la Cámara de Representantes, al fin y al cabo la cosa
podía tener su morbo… Qué ingenuos éramos”.
Pues, el florido pensar de su amiga mucho debió impresionar al profesor Iglesias, pues al final de su corto
speech retoma él el burdo motivo… hasta convertirlo en leitmotiv, incluso
moderna moraleja:
“Decían los estudiantes del 68
hagamos el amor y no la guerra. Para mi generación eso de hacer el amor es una cursilada. Mi generación prefiera follar. Y más nos valdría aprender a hacer la guerra, para que no
nos sigan follando”.
Anótese, pues, el programa, programa, programa de Iglesias: áspero rechazo del romanticismo idealista y naif del
sesentaiochismo, adecuación a la Mugre connection reinante, chabacana…
¿y machista-leninista?, y desnuda invitación al aprendizaje de la guerra, es
decir, SÍ A LA GUERRA. ¿Mi generación, dice Iglesias? ¡Sí! Me acordé de Tom
Wolfe, que con su fina perspicacia,
anota en su novelón esa idéntica costumbre… ¡en las más elitistas patricias
yanquis!:
“Es algo fascinante, la verdad
–dijo Marilynn Carr, asesora artística de multimillonarios- … ¡algo increíble!
Bueno, fuese como fuese, Doggs hace que un fotógrafo le tome una serie de
fotos… es decir, follándosela viva -últimamente
resultaba osadamente chic que las mujeres utilizaran follar en la conversación-“.
¿Hacer el amor? Una cursilada. El planazo social de Pablo Iglesias es, aquí está, aprender
la guerra y follar. Traducido al román cursilongo, cañones y mantequilla.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
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