Llamadle Sergio. Faltaba apenas un suspiro y otra vez parecía irse todo
al traste. La gran Ballena Blanca (la
Décima), tras cobrarse su no por habitual menos dramático tributo en vidas
y bienes de nuevo entre las manos se les escapaba. La Décima, la gran Ballena
Blanca, el símbolo del Absoluto, la cuadratura del círculo, algo así como la
consumación de los Tiempos alrededor del doble y redondo dígito de la Perfección,
cuya épica persecución y alcance, por lo temerario y arduo de la empresa, había
devenido maníaca obsesión para aquella soberbia escuadra. Y es que delante de
las narices anoche se les esfumaba.
¡Cuántas tripulaciones blancas no había destrozado con sus bárbaros
coletazos Moby Dick, símbolo máximo
también del Infortunio! ¡Cuántos intrépidos y afamados capitanes, de todos los
rincones del orbe contratados, –Luxemburgos, Pellegrinis, Mous- no habían
perdido la cordura, y hasta la compostura, tras su ansiosa busca. Para el mismo
gran armador, Florentino Pérez,
muerta hace bien poco su esposa, era éste acaso el último asalto en pos de la Bestia, tras el que, de perderlo,
aguardara sólo hacia el fondo del mar desaparecer.
La tenían ahí, aunque para llegar al postrero combate, muy valiosos
marineros de la nómina viéronse inutilizados (Xavi Alonso, Pepe) y otros tantos
seriamente disminuidos (Ronaldo, Benzemá, Bale). En el brutal cuerpo a cuerpo
del enfrentamiento final, incluso el santo Iker
había visto su prestigio arrumbado y por los suelos ante una cruel sacudida del
Gran Cétaceo. Faltaba, ya digo, un suspiro y de nuevo a aquella esforzada
tripulación –como en la obra de Melville,
de las más diversas procedencias, representación también de la conjunta
Humanidad- ante el gran Pez sonreíales
sólo la amarga Derrota.
Llamadle Sergio, sí, Sergio Ramos,
porque en ese instante compareció el Héroe. Monumental marinero, un Rodrigo de Triana que avistara luces
nuevas –su tez curtida, a pesar de su juventud, en miles de mares y de soles
infernales, sortijas y dijes bucaneros en la oreja y sobre el pelaje macarra,
el azul de tatuajes bucaneros en la piel, lobo de mar con todos los galones al cabo- se alzó contra la
luz cegadora de las fauces de la Bestia, y sobre el ultimísimo resquicio de la Batalla,
se elevó, se elevó y se elevó por encima de todo y de todos para de un certero
arponazo matar a Moby Dick, acarrear sus entrañas y alcanzar para todos la Gloria. ¡La Décima, la Décima, la Décima! Llamadle Sergio.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
6 comentarios:
Gracias por tu texto. Los madridistas que hemos tenido que soportar los comentarios como os han regalado la Décima, no la merecíais....lo agradecemos. Saludos.
Es maravilloso ver como de un evento deportivo escribe usted una pequeña joya literaria.
Un saludo, don José Antonio, y suerte con su libro.
-Luisa: gracias a usted, mis saludos
-Don: muchas gracias, ¿mi libro? no pesca apenas nada el pobre. ¿Y si se anima y me lo pide? Un abrazo
Nadie duda que Sergio Ramos sea un gran jugador de fútbol, es de los mejores en su posición y es historia viva del Real Madrid y la selección española. Hasta ahí todo correcto. Pero parece que este andaluz no le basta con los éxitos deportivos para llegar al estrellato, él quiere más, estar en boca de todo el mundo. Y el jodido lo consigue! Su estrategia es bien clara, parecer el más tonto del planeta y meter la pata a discreción.
Él también ganó muchos premios
Nada que decir
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