Al final el fenómeno Pablo Iglesias está
sirviendo de prueba del nueve que nos
certifique el extremismo radical de buena parte de la intelligentsia patria por más instalada y elitista que sea. El otro
día dejaba caer incluso la impar Isabel
Gemio en Onda Cero la penosa especie de que muchos desean quitar de en
medio a Pablo Iglesias. Como a Obama, como al Papa Francisco, siempre que emerge un Santón del Progreso, se
complacen sus fieles en propalar el rumor de que el sórdido Imperio del Mal ya
está conspirando para liquidarle. Imposible aventurar el Futuro, claro, pues
sabemos que la Historia es un cuento lleno de ruido y de furia, pero de momento
lo que sí sabemos con plena certeza es que a Gregorio Ordóñez, y a otros muchos que plantaban cara al Terror, sí
que a tiros les quitaron de en medio.
Amén de los ya conocidos Julia
Otero y Jordi Évole, se sube
también ahora al carro filopablista la gran Almudena Grandes (“Populismo” EL PAÍS 14-7-14). Desde el mismo
frontispicio de su artículo establece Grandes
que “resulta verdaderamente notable la degradación intelectual y moral a la
que están llegando los detractores de Pablo Iglesias”. ¿Pruebas de –échale guindas
al pavo- …esa degradación intelectual y moral? Una declaración de Esperanza Aguirre invitando a Iglesias a entregar el sobrante del
dinero de la colecta para su denuncia a las víctimas del terrorismo, y otra de
la Vice Soraya argumentando que Podemos dice lo que la gente
quiere oír. ¿Y? Y ya está: eso es todo, viejos. Ese es todo el argumentario de Grandes en pro de la degradación intelectual y moral que nos acecha.
Claro, leerle la airada denuncia de tamaña supuesta degeneración
–intelectual… y moral, échale guindas again-
a la Señora ganadora del Premio José Manuel Lara, que, entre otras hazañas,
hízose célebre por artículos como aquel sobre el placer que sentiría una monja
violada por una turba de milicianos, o el otro sobre su nostalgia del cóctel
molotov, o el del gusto con que se fusilaría ella misma cada mañana a unos
cuantos de la derecha, en fin, esas cosas sí que añaden bochorno sobre el bochorno.
Tampoco podía faltar al final la crónica conspiranoia de que
hablábamos al principio: “Ya veremos qué pasa cuando sean tres o cuatro
millones millones de votantes. O cinco.” ¿Qué pasará? Yo te lo digo, Almudena: además de en EL PAÍS escribirás también en Público, o similares; habrás publicado
y publicarás nuevas y muy premiadas novelas. ¿Qué apostamos, eso, qué
apostamos?
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
2 comentarios:
En Andalucía estamos de vuelta de estos fenómenos mediático, creo que aquí todo se ve como normal, da igual lo mismo de lo mismo, el tema ERE ni se comenta como si eso no estuviera pasando, me refiero a la población. El Podemos o Poedemos es como aquí lo mismo de lo mismo ..saludos ..
es que entre una fusilera y otra extremeña made in psoe... pos eso.
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