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sábado, 5 de julio de 2014

Los Príncipes las prefieren strippers

     


   Habíamos anotado ya aquí, con motivo del estelar encuentro entre Belén Esteban y la entonces Princesa Leticia, lo que de simbólico encerraba la Ocasión: la legitimación y la entronización de la Telebasura entre las principales instancias sociales. Hasta tal punto la Telebasura ha impregnado los modales colectivos  que, con plena legitimidad cabe ya hablar, creo, de Sociedades de la Telabasura como simple enunciado descriptor.
    
   En este sentido, los siempre muy adelantados y progresistas, modélicos, príncipes suecos, acaban de regalarnos un argumento más a nuestro favor, subiendo incluso la apuesta: con regia solemnidad hánse anunciado ya las próximas nupcias del Príncipe Carlos Felipe con Sofía Hellqvist, a la sazón –pocas veces mejor dicha la sazón- sobresaliente stripper del reino vikingo. Alcanzó ella la Fama en 1995 como ganadora de la versión sueca del Gran Hermano, gloria que vióse poco después si cabe acrecentada tras graciosamente posar ella en bolas para una revista masculina.
     
   Por supuesto, no ha de verse en esta nota, lector, ningún puritano reproche moral a los méritos profesionales de la novia, y más si como parece es esta boda de las trabadas con motivo de amor, siendo este bloguero tan partidario del mismo, sino estricta constatación de un relevante hecho social, cuya luz quizás nos ayude a comprender mejor la sociedad que vivimos. Si tradicionalmente los Príncipes confinaban al anonimato a las barraganas destinatarias de sus urgencias venatorias o amatorias, acaso constituya todo un progreso moral el que a una de ellas pública y legalmente se enlace, por más que el hecho evidencie a la misma vez el indudable ascenso social y la diadema de respetabilidad burguesa que de refilón los valores de la Telebasura, que en Sofía Hellqvist  se encarnan, adquieren.

     
   Es como si la Realeza y la Telebasura, en el himeneo fundiéndose, un poco  se confundieran, y un poco nos confundieran también a todos, que no sabemos bien si somos ya seres reales, hiperreales, meros replicantes, o espectadores voyeurs de esa “experimento sociológico” triunfante que un día nuestra impar Milá a los vientos proclamara. ¿Y si el príncipe sueco hubiera desposado, por amor, of course, a una feúcha pero muy diligente bióloga? (No hablo, claro, de Ana Obregón) ¿Acaso no habría constituido un mejor ejemplo para súbditos y ciudadanos?  




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jejejenial... un poquito de envidia se entrevé entrelineas ;-)

misael.

Anónimo dijo...

un buen blog

Anónimo dijo...

Bolsonxx: no solo es que no se case con una feucha, biologa o no, es que por que lo llaman amor cuando quieren decir sexo (Groucho copyright). Porque la niña esta que cruje, no nos querra convencer que ella está enamorada de el... y los hombres se pueden enamorar, jajajaja.

Nuestro felipe confundio tambien sexo con amor con su modelo de lencería, menos mal que le reconvinieran a tiempo. Para eso están los padres.

Bucan dijo...

La monarquía se cava así su propia tumba ya que muchos monárquicos de convicción se alejan ante tales hechos.