Qué genuinas especies da a luz el
Capitalismo-que-sufrimos, hay que verlas para creerlas. Que los más furibundos
ideólogos y activistas anticapitalistas abunden en remover los jugos básicos
del resentimiento social –el eterno Ricos contra pobres, sí, aunque los pobres que
malviven bajo los totalitarismos más abyectos replican encantados los dogmas
que les ordena su Casta o Nomenklatura particular-, que cultiven ellos las más
desaforadas y virulentas visiones apocalípticas como arma de movilización de
quienes a ellos les darían el Poder, se entiende de sobra, pero que sea un yanqui Ultramillonario del Capitalismo
el que reproduzca esa desatada imaginería amenazante resulta, reconózcase, todo
un lujo de la evolución.
Es el caso de Nick Hanauer,
que amasó un Fortunón en Amazon, gigante del comercio on line, y en otras empresas, que luego vendió a Microsoft por 6400 millones de dólares, dedicándose
en la actualidad… al capital riesgo. Pues acaba Hanauer de enhebrar una resonante serie de discursos y artículos
que dejan los pareados indignados de Pablo
Iglesias en simples juegos de recreo. “Las
horcas vienen a por nosotros”, nada menos titula. Tienen los mismos, con todo, sus muy
interesantes pros y contras. Veámoslos, si es que te place, lector.
Autocrítica de entrada: “Mi éxito ha sido recompensado obscenamente, con una vida que el otro
99,99 % de los estadounidenses no puede ni siquiera imaginar. Hogares
múltiples, mi propio avión, mi yate… No
soy la persona más inteligente que he conocido, o el más trabajador. Yo era un
estudiante mediocre. No soy técnico informático en absoluto. Lo que me hace
diferente, creo, es una tolerancia al riesgo y una intuición sobre lo que
sucederá en el futuro. Ver hacia dónde se dirigen las cosas es la esencia de la
iniciativa empresarial. ¿Y qué es lo que veo en nuestro futuro ahora? Veo horcas. Al mismo tiempo que los Plutócratas hemos prosperado más
allá de los sueños de cualquier plutócrata de la historia, el resto del país,
el 99,99%, se está quedando muy atrás. La brecha entre ricos y pobres está
empeorando muy rápido”.
Pues, hombre, dan ganas de decirle al
Potentado, si es su vida como usted mismo dice, si con tal obscenidad han
sido su simple intuición y aventurerismo recompensados, ojalá mañana mismo le
arrebaten su Fortuna. ¿Hace falta además el elemento sádico -masoquista de las
horcas? Es más fácil, Mr Hanauer: con
repartir entre muchísimos pobres su obsceno Pastizal y pasarse a su bando,
asunto concluido. Mejor para usted, Señor, en todos los aspectos.
“Si no hacemos algo por arreglar
las desigualdades en la economía, las horcas van a venir a por nosotros.
Ninguna sociedad puede mantener este aumento de la desigualdad”. Antes de que lleguen las horcas, que
lo dejan todo perdido, con el pésimo auto-concepto que además Ud mismo se
reconoce, claro que puede Ud, Mr Hanauer hacer algo: reparta sus bienes
entre los más necesitados. Y no es cierto lo segundo: en muchas otras
sociedades se mantienen e incrementan secularmente diferencias sangrantes entre
sus miembros… y apenas nada pasa.
“Desde 1950 los altos ejecutivos
han pasado de ganar 30 veces el salario del trabajador normal a superar dichos
ingresos 500 veces el salario medio”. Es difícilmente refutable esa
malversación que pro domo sua la
alta tecnocracia de las Corporaciones –entre la que se encuentra el propio Hanauer- ha obrado de la austeridad
histórica del primer capitalismo, esa
virtud moral que estuvo en la base de su éxito, que ha concentrado en esas
augustas personas un Poder de tal calado, incluso en contra del interés de la
propiedad, fraccionada a menudo en millones de pequeños accionistas, impotentes
para poner coto a los privilegios de los desalmados Ejecutivos, que amenaza con
travestir el capitalismo en feudalismo de pernada.
“El problema que tenemos nosotros
los empresarios es que amamos que nuestros clientes sean ricos y que nuestros
empleados sean pobres”. Nada de eso: cuando el sistema de libre empresa
funciona bien, los supuestos sentimientos de amor o de odio personales son inoperantes.
Cuántas más empresas en libre competencia haya, mejor defensa tendrá el trabajador
para hacer valer su trabajo, pues es seguro que a otra empresa le interesará contar
con su servicio si así aumenta su negocio, aunque deba pagarle más. Además,
muchos pequeños y medianos empresarios prosperan junto a sus trabajadores, y
mutuamente, con sus pros y sus contras, lógico, la vida misma, se valoran y
aprecian. El capitalismo fue quien históricamente creó, no por decreto, sino como
espontáneo resultado de su virtuoso mecanismo para la creación de riqueza, la
amplia clase media y sin ésta es imposible su mantenimiento, eso lo sabe hasta Verstringe. Pero la clase media no se garantiza a base de decretos.
Es un poco más complejo que todo eso, Hanauer.
¿Le quedan a Hanauer más horcas en lontananza? Le quedan, le quedan, y bien polémicas y sugestivas a la vez, pero mejor las dejamos para MAÑANA, pacientísimo lector mío, que sospecho que hoy, con tanta matraca, debes andar tú ya a punto... de ahorcarme.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
1 comentario:
"el clásico ricos contra pobres".
Es un clásico ( eso resume muchas cosas) intereses de unos se enfrentan con los de los otros. El pensar en el Capitalismo como "un mal necesario" es un poco misantrópico.
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