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LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON INFULAS
154 pgs de humor, sensualidad, aventuras e ilusiones.
Personalmente dedicadas. Puedes pedírmelas aquí, o en josemp1961@yahoo.es Es muy sencillo. En España: 10 E por correo ordinario, 15 E por correo certificado.
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De niña a mujer, a mujerona más
bien, bajo el apogeo reinante de las Celebrities
Bobas se vino Chábeli Iglesias a
España, a facer un bolo que ella tenía por cuenta de Swarovski. Contaba a la prensa
(Libertad Digital 4-12-2015) que ha conocido ya al novio de su madre, don Mario Vargas Llosa, y que “maravilloso, muy bueno y encantador… si los
dos están enamorados y él ha esperado tantos años para estar con mi madre, pues
oye”. Pues, oye, Chábeli, muy
bien, que viva el elixir d ´amore también
en la vejez, fantástico, oyes.
Oye, Chábeli, lo que estuvo
muy mal fue lo que a continuación soltaste, mujer. “La verdad es que no he leído ningún libro de Mario, soy honesta”.
¿Ni uno solo a tus 44 abriles, maja? Pues ya has tenido tiempo, hija. Sólo
desde que la prensa del cuore chafardea sobre su idilio, tan inquieta y
despierta como eres, podrías haberte leído, La fiesta del chivo, for example, y de paso te empapas sobre los
populismos latinochés, yo que sé. Y
no entiendo que tiene que ver la pánfila revelación de esa laguna con la
honestidad; con la sinceridad todo lo más, y para qué. Quizás precisamente por
honestidad debieras haberte leído algo suyo, digo yo.
(La escena fue descacharrante,
pues, según cuentan, la niña de Iglesias como
excusa primera soltó que es que “sólo
leo en inglés”, pero cuando entre murmullos y risas reprimidas alguien le
sopló que Vargas Llosa, en fin, está
más que traducido, la candorosa joyita reculó
y con inefable gracia aseveró que “me voy
a dedicar a leer un poquito sus
libros y a conocer un poquito más su
persona”, sí, hija, sí, no sea que te atragantes, maja.)
En fin, anotamos una vez más en la mala
nueva de la cándida Chábeli –que nos recuerda a la reciente
Victoria Adams y su estentóreo “no he leído un libro en mi vida”- la
enésima prueba de la regresión cultural bajo la que vivimos, de su homo gañanis prototípico, del desprecio
social que el libro/libro va adquiriendo –¡incluso entre los mismos familiares
de los allegados a todo un Premio Nobel!-, y de cómo los referentes sociales ni siquiera hacen el mínimo esfuerzo por
disimular su burricie, que es molicie, algo impensable en una Celebritie de
anteriores épocas, cuando la cultura conservaba un halo de resplandor y de
prestigio que, justamente quienes menos oportunidades de estudiar habían tenido,
más respetaban.
Ya nos gustaría ver a doña Isabel
Preysler, como no hace tanto hacían todas las familias de la alta sociedad,
ocupándose de proporcionar una amplia y sólida instrucción cultural para sus
vástagos que sirviera de modelo y ejemplo para todos. Y yaque, dándonos ella misma, tras el pase glamouroso de los azulejos y los bombones, una conferencia sobre
los extraordinarias virtudes narradoras de su Señor novio a lo largo de su
prolífica y logradísima Obra. Me pido
eso para Reyes, va.
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