Debe ser la cosa esa de cabalgar
contradicciones en que P Ig cifró
la esencia de la Política, de su política
sobre todo, aquello tan viejo de que el fin justifica los medios. Pues Trump lo tenía todo más que perfecto
para ser el Gran Odiado: racista,
paraviolento, archiexplotador capitalista, enemigo de lo público... Y sin embargo
le quiere, la izquierda extrema aquí y allá no puede disimular el gustirrinín
que los trompazos de Trump le
causan, que diríase que en el fondo desean su victoria.
No había más que ver anoche los ambivalentes programitas ad hoc que Cuatro y la Sexta dispensaron.
No hay más que escuchar el estruendoso silencio con que el acorazado potemkin podemita en las redes sociales passa de Trump, cuando no repica argumentos proteccionistas y
antiliberalizadores parecidos a los del Figura.
Es terrible la docilidad perruna con que las tropas indignadas secundan las consignas que según convenga en cada momento les señalan sus Líderes Sumos, por
contradictorias que sean. Les
hubiera gustado más Sanders, claro, pero
a falta de pan, bueno sea Trump. Pues,
teniendo en común el considerarse uno y otros ANTISISTEMA, y gustándose en explotar a tope sus contradicciones,
coinciden también –además de los nítidos precedentes históricos de colaboración
de fuerzas antagonistas contra Weimar,
por ejemplo- en personalizar su ODIO AL
SISTEMA en la figura de Hillary
Clinton, a quien consideran símbolo vivo del establishment… y de la
izquierda moderada, como aquí el PSOE
es. Si le añadimos al potaje extremista una extraña –o no tanto- querencia
común pro Putin y regímenes adláteres,
puede resultar más claro todo. ¡Incluso el mítico rebelde Assange se pidió cámara para defender
a Trump!
Gane o pierda, el éxito de Trump
enlaza perfectamente con, ganen o pierdan, el éxito de los neopopulistas de extrema
derecha o izquierda extrema que observamos por todas partes, reflejo unos y
otros, con sus demagogias gruesas y expeditivas, y la exacerbación de los
rencores y pasiones más bajas de los individuos en que consisten, de la regresión cultural que vivimos,
fruto a su vez de la fusión entre la Telebasura
rampante –realities en los que Trump medró- y el anonimato y los
exabruptos instintivos –la falta de razonamiento y de diálogo- que las redes
sociales procuran, que tienen en el homo
gañanis imperante aquí y allá su prototipo dominante… que les vota. Por eso
Trump, elegido por las bases, a los izquierdistas extremos, a los de
Lenin, hace tanto tilín.
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