(Eso me preguntaron una vez en la radio)
Yo creo que escribo para que no me resulte todo tan endiabladamente fugaz, para que duren y perduren un poquito más, para de nuevo revivirlas en medio del vértigo inclemente de los días, las contadas y más doradas sensaciones que me hacen alegrarme o entristecerme por haber nacido y estar vivo. Verás, decía Gabriel García Márquez que él escribía para que los demás lo quisieran más. Aún no he llegado yo a esa fase. No sé si llegaré. Yo todavía escribo para quererme un poco más a mí mismo, para soportarme mejor, para redimir mi propia insignificancia en el tráfago bárbaro de los días. Escribir es sentirme más sustancial, es tolerar mejor la grisura a que la vida puede a veces por lo que sea arrojarte, escribir es para mí sorprenderte de la belleza que nos rodea, que es a veces superior incluso a lo que somos capaces de soportar, escribir es potenciar y poner en marcha las facultades más nobles y elevadas de la persona que pueda haber en mí.
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