En los libros el escritor propone, pero el lector dispone. Eres tú también quien con tu personal "lectura", al teñirlo con tu genuina imaginación, al vestirlo con tu subjetividad propia, creas y recreas, es decir, "escribes", el concreto libro que tienes entre las manos, que, tras tu filtro único, puede parecerse mucho o poco al sentido y la sensibilidad iniciales que el autor puso en el mismo. Así ocurre sobre todo con esos libros, íntimos, que consiguen hablarte al oído, que es lo que persigo yo en estas ROSAS mías. ¡No pocas veces personas que han leído mis 111 ROSAS me han descubierto en ellas intuiciones y hallazgos que yo ni siquiera sospechaba! ¡Qué inmensa alegría la mía entonces! Ocurre en el Muro de las Lamentaciones que son las redes un poco lo mismo: más que yo, eres tú quién aquí en realidad me escribes, según me interpretas, según decodificas mis ilusiones, según me imaginas, según me crees, o no, así me creas o me destruyes. ¿Y yo? Yo sólo espero el milagro, claro. El milagro de la Comunicación, y por él cruzo mis dedos frente a los tuyos: que leas mis Rosas, esto es, que me escribas.
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