A menudo la Política democrática consiste en una desigual competición de vastas y bastísimas demagogias: la Igualdad contra la Libertad, o los Ricos y los pobres versus el Mérito y el Esfuerzo. Eso no quiere decir, a mi modo de ver, que sean todas las Ideologías iguales: las hay menos dañinas unas que otras. Las palabras no pueden jamás abarcar la complejidad de lo real, ni pretender conseguir el Paraíso en la Tierra –cada vez que lo han perseguido y persiguen, no se olvide, son infiernos lo que cosecharon y cosecharán- : graduales mejoras, todo lo más… y nuevos problemas. No quiere eso decir que haya que cruzarse de brazos ante las injusticias, pero sí conocer los límites de la Política, que son los de la humana condición. El Mito de la Política es el cuento de que es posible delinear una sociedad perfecta sin problemas en la que todas las personas vivan felices sin siquiera tener que comer perdices. Eso sí, unas demagogias resultan mucho más facilonas de vender, pues está “chupao”, siendo que en toda sociedad constitutivamente son minoría los que más recursos consiguen y mayoría los que menos, apelar al quitárselos a unos pocos para, a cambio del voto, dárselos a muchos, que apelar a la responsabilidad individual necesaria para que a medio plazo esos recursos aumenten para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario