Qué bonito y qué honrado es eso, como antes se decía, ser un librepensador, intentarlo al menos, esto es, pensar por libre, por ti solito, sin ir a bloque y en bloque, sin encadenarte a los férreos engranajes de una disciplina y de un grupo de interés particular, inevitables, sin tener que andar pendiente de lo que el Líder Máximo sobre esto y aquello en cadena le interese ahora decir, pero ojitos, digo pensar, meditar, elaborar, reflexionar, no soltar a capricho lo primero que te venga en gana o el grueso topicazo de siempre, afinar tu criterio propio con el estudio, con la información, con la reflexión coherente que el destilado de la vida a tu alrededor te ofrece, con convicción defender así y no ocultar –como hacen tantos escritores que por cálculo se dicen “apolíticos”, aunque como escritor sin Nombre te cueste esto impulsores para tus obras, éramos pocos y encima... eso, en contra por tanto de tus egoístas intereses-, promover las ideas que crees las menos malas para las personas y la sociedad, que para esto, porque amas el debate de las Ideas, las estudiaste hasta acabar dos Licenciaturas, que para esto vives y meditas y razonas y sientes y expresas la vida, que para esto sobre lo uno y lo otro, sobre todo, ilusionado escribes.
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