Sí, más que hechos reales parecen
tremebundas cosas de Valle-Inclán,
aunque como los tenemos justo delante de los ojos no sé si lo vemos. Veamos: Elena Valenciano, a la sazón
Vicesecretaria General del PSOE, su número 2 pues, es hija de un médico de derechas
metido en Política que llegó a Subsecretario de Sanidad por la UCD, cuando el
desastre de la colza. Niña Elena,
cuenta la canallesca, estudió en el Liceo
Francés, yes, como lo lees. Cursó los estudios de Derecho y de Políticas,
aunque no con gran aprovechamiento, pues los dejó. Se aburría en las clases,
ella misma sin cortarse así lo tiene reconocido. Entró, como es sabido, de telefonista en
el PSOE y piano, piano, piano Celentano, sin aburrirse ahí jamás, alcanzó el estrellato.
Bueno, pues, con ocasión de la delicada operación de cadera del Rey de
España, igual que cuando Soraya PSOE “dictó” a su Majestad las excusas que debía él
ante la opinión pública por mor del africano elefante de marras ofrecer, se
sintió Elena impelida a en público
leerle la cartilla al Monarca:
“Nosotros hubiéramos preferido que el Rey se
hubiera sometido a una intervención en la Sanidad Pública, porque… primero,
porque creemos que así también se defiende la Sanidad Pública, y en segundo
lugar porque afirmamos que la Sanidad Pública sigue siendo una excelente
sanidad”.
No ha pasado ni un mes y sobreviene lo que ya sabemos: aquejada de una
neumonía decidió ella ingresarse para ser tratada… en una clínica privada. Hace
falta valor y descaro, desde luego, para pasarnos a todos por el morro un
actuar así, aunque ese escandaloso desfase entre el decir y el obrar, de tan
repetido en muchos prohombres de la Izquierda pareciera ya casi marca de la
casa. No por ello, y casi más asombroso aún ello es, le faltarán jamás
partidarios a mansalva en los comicios.
Debemos quizás moralizar entonces un poco y saber ver en este episodio Valenciano otra ejemplar
lección de socialismo en acción, qué derroche de igualdad, cuánta mesura. Y por
supuesto, desearle a Valenciano una
pronta recuperación y verla de nuevo, con su fuerza y garbo peculiares,
censurando el crudo negocio que de la salud hacen la sanidad privada y
criminalizando de paso el intolerable privilegio de los usuarios de la sanidad
privada, porque a ver por qué, ante la enfermedad hemos de vernos desigualmente
tratados en función del vil metal sólo. Por favor, por favor, ¿hay en la sala
un Valle-Inclán?
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
2 comentarios:
Chico, una cosa es predicar y la otra es dar trigo ¿no crees?
Salu2
Ostentórea contradicción la de estos progres.
Aunque ya sabes que no hay peor cuña que la de la misma madera. Y la Valenciano tiene madera...
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