Del Antro en el ángulo oscuro, as usual, andaba el bloguero invisible
paladeando con morosidad bergmaniana el gin tonic, observando desde ese lejano
puente el carnavalesco panorama que siempre allí se ofrece, cuando aquel
escándalo rubio de muy despampanantes carnes, a unos metros de distancia, guiñó
un ojo. Iba ella toda de blanco, un blanco de una pureza rara más que de una
rara pureza, dentro de un muy ajustado mono con incrustaciones brillantosas
enfundada, sólo que el ropaje se le rompía en semicírculos a la altura de las
ingles y del pecho, entremostrando una, la verdad, muy apabullante anatomía.
Las bámbolas voluptuosas, las doradas dunas de las caderas, los bien prietos
muslos, todo eso. Más el rubio artificioso del pelo, las uñas y los labios
pintados con furia.
Miró el bloguero a derechas e izquierdas suyas, en busca del
destinatario del guiño por aquel tremendo pibón proyectado. Nadie. O sea que…
iba a él dirigido. Se sintió, claro, en la cortés necesidad de acercarse, de
aclarar el entuerto. Hum, olía deliciosamente a pecado encima la muy.
-Diculpe, debe tratarse de un
error, yo es que soy invisible. Le ha guiñado usted a la nada.
Se sonrió primero ella con sorpresiva
timidez, con una sonrisa nada profesional. Retomó enseguida la función.
-Hola, guapo. Podríamos tú y yo montarnos una fiesta.
Y como si en boquilla ella fumara,
alargó además la fiestaaaa, soplándole a los ojos el pecaminoso humo de su
invitación. Hum, la palpitación gloriosa de aquellas curvas tan bonitas y
atezadas a la vista en pleno otoño, el aroma lujurioso que desprendía la
condenada, en fin, la cruda dureza de la existencia del bloguero fracasati, tan a la intemperie de todo,
ese cúmulo le hizo trastabillear. Era la semana de las Femen, esas buenorras mediodesnudas por el Congreso, era la
semana en que rescató del olvido del tiempo a Susana Estrada, abierta de senos amables ante la alta sociedad, no
sé, cuenta además la leyenda que los escritores fracasati dábanle mucho a los amores mercenarios, y quizás debía él, virgen extra en esos mercadeos, redondear su fracaso por ahí, más lo corta
y frágil que es la existencia de todos, aquella tentación rubia que allí mismo le ofrecía
fiestaaa…
Le salvó el socialismo, uff, confesábase más tarde él. Menos mal que se acordó entonces del Viejo Profesor, al lado
de Susana Estrada en la foto de
marras. Le dijo a su partenaire lo mismo que entonces le dijo Tierno a la difusa
musa de los años del destape.
-No vaya usted a enfriarse…
Pero cree el bloguero que esa salida a ella sólo consiguió
contrariarla.
-¿Haciéndote el bobo, no?
- Son sólo las ínfulas, discúlpeme.
-Anda, que estás tú apañao, guapo.
La rubia se fue, claro, aunque tras ella
permaneció un rato, en estela, el aroma vertiginoso de su figura concupiscente. El gin tonic sabía rico rico, allí. La
carnavalada del Antro oficiaba su bullicio a lo lejos.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
1 comentario:
Jajajja. Que bien escribe usted. Me ha gustado el texto y me he reido. ¿Seguro que no era un travesti? ¡Cuidado!
Siempre los hombres de letras y sin letras han tirado de mujeres fumadoras, más que por vicio, por ética y estética; lo que pasa que esta puta vida idealista y reprimida, junto con la señora Venerea nos han parado y casi hemos llegado a saborear mejor el hambre de sexo que el atracón.
Creo que fué Camilo José Cela el que dijo eso de “Mujer de culo en pompa dos agujeros presenta..”
En la próxima entre usted a matar. ¡Ese torerooooo!
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