Dentro del
elemental baile de disfraces a lo moderado que ahora, en jugada de manual para todo
Caudillo a la busca de la ampliación de su espacio electoral, el procomunista Pablo Iglesias se trae, es que se
atreve con todo. Naturalmente, tras tantísimas disertaciones públicas y otros
tantos hechos en sentido contrario, por supuesto condena él ahora el terrorismo. Ya. Se nos olvida –eso es lo grave-
que para el fanático designio del totalitario, la palabra que hoy teatralmente
se empeña sólo es un medio, ningún impedimento real que moralmente impida
pasado mañana decir y actuar en contrario, pues lo propio del totalitarismo es
la supeditación de los medios –y de la moral convencional- al Fin Superior, del
que brotará, cueste lo que cueste, el dorado Mundo Nuevo... que a la postre
consiste en violencia, opresión y miseria, como por la Historia deberíamos más
que saber.
Le pusieron a Iglesias en Las
mañanas de Cuatro a modo de carnaza
unas breves declaraciones de Esperanza
Aguirre que reflejaban las más que acreditadas afinidades chavistas,
castristas y filoetarras del líder de los Podemos. ¡A fé que Iglesias sobre ellas, mejor dicho,
sobre ella, se abalanzó! Con fiereza de fanático castrista, lejos del tono
mesurado y reflexivo que a un profesor universitario se le presume, sin
atenerse a la cuestión, masculló sin respirar toda la hiel de su a la vez
meditado y rabioso ad hominem: “… estas declaraciones tan repugnantes… esta es la señora que ha entregado lo público
para que se forren sus amigos, es un ejemplo de indignidad… lo único que
demuestran es que están muertos de miedo porque se les acaba el chollo, por eso
gritan, por eso vociferan, por eso mienten, por eso no tienen ningún recato en
mostrarse como realmente son: miserables, sin escrúpulos, capaces de
cualquier cosa por mantener su Poder y sus privilegios… y les vamos a echar,
vamos a tener un gobierno decente, democrático, que no traicione a los
ciudadanos”.
Uff, menudo talante, que diría el otro. ¡Cuánta finezza! Terció entonces
un periodista del ABC presente, que de la amistad del Líder se jacta,
insistiendo en el elogio que en herriko taberna de la ETA Iglesias realizara. ¡Como que iba Iglesias a en una décima atemperarse! Negó, negó, negó y… para nada
se la envainó: “… a mí no me asustáis gente como tú, y te tengo aprecio, pero
te diré lo que eres, eres un mentiroso y un manipulador, no te insulto, te
defino”. Se atrevió además a proclamar la frase acusatoria en él más
impensable: “Estáis insultando la
memoria de las víctimas del terrorismo”. ¡Oh, Chavista Superprodigio, Pablo Iglesias, por la gloria de Sabino
Cuadra, erigido allí en defensor de la dignidad de las víctimas! ¿Habráse
alguna vez visto impostura más descarada? ¿Nos quedaba ya algo más por ver? Nos
quedaba, nos quedaba.
Le sacó el periodista entonces la opinión de Mari Mar Blanco, la hermana de Miguel
Angel. ¡Incluso para ella tenía Iglesias
inacabable estopa! “Diría que
esta Señora se equivoca, estaría encantado
de encontrarme con ella y, solidarizándome con su dolor, decirle, yo nunca
he justificado eso, y los que la
utilizan como moneda de cambio política, le diría, Señora, se están burlando de su dolor (sic),
los que la manipulan para hacer
política porque tienen miedo de hablar de pobreza, porque tienen miedo de
hablar de exclusión social, porque tienen miedo de hablar de corrupción, porque
están podridos de corrupción, la están utilizando, Señora, y condeno
abiertamente lo que le sucedió a su
hermano, jamás he justificado el asesinato de nadie, y los que decís eso,
Jaime, mentís, y mentir cuando se es una persona inteligente y formada solamente
es propio de miserables”.
Abominará muchísimo ahora Pablo
Iglesias del terrorismo etarra, será el Defensor Mayor de la Dignidad de
sus Víctimas si él lo dice, pero el contraste entre la aséptica, escueta y
ritual condena del mismo y la furibunda y biliosa catarata de insultos
personales contra quienes le critican habla por sí mismo. Sólo te falta ya
atreverte con Irene Villa. Avanti, artista.
(Pidió luego Pablo Iglesias una colecta a sus humildes seguidores para sufragar
las denuncias contra Esperanza Aguirre
y Eduardo Inda. En pocas horas, al
parecer, reunió 13.000 euros. Se podría en su onda demagoga decir, claro, ¿y
cuántos suicidios por desahucio podrían con esos miles de euros haberse
ahorrado? Pero lo cierto y verdad es que Pablo
Iglesias pide y sus seguidores, porque le aprecian de verdad y no de
boquilla, le dan. Y el resto es blablablá.)
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
2 comentarios:
Muy buenas, José Antonio.
Cuatro tontos que, como locos, fueron corriendo a donar dinero a un rico para que no se gaste él su dinero. Pide para demandar pero no para paliar la necesidad de la gente, de esa gente que según la izquierda, se muere de hambre. A zopencos no hay quien nos gane.
¡Hola, Xad! Muy buenas.
Puede ser lo que dices, ciertamente.
Un abrazo. Gracias
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