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miércoles, 8 de abril de 2020

EN CASA CON EL BIG BROTHER DE BARDEM (DÍA 25) (SOBRE EL RELATO GUBERNAMENTAL DE LA PANDEMIA: NO HAY DOLOR)




   Encerrados por fuerza cada uno en su casa, declarado el Estado de Alarma, el Poder, a lo Gran Hermano orwelliano, a través de la ventana televisiva entra a casi todas horas en la de todos. Cómo, si no, tener información de la tragedia. Y la información que casi en bombardeo nos ocupa es esencialmente, sobre todo en las teles, la gubernamental. No hay precedentes de una situación de esta gravedad y están por verse los efectos de todo tipo que la epidemia –con su bárbaro reguero de muertos, enfermos, miedo, angustia e  intenso sufrimiento, que apenas aparecen en las pantallas-  tendrá para la sociedad, pero no parece caprichoso afirmar –entiéndaseme bien lo que sostengo- que en cierto sentido es diabólicamente positivo para nuestro país el contar con un gobierno de izquierdas ahora. Casi con seguridad, vistos otros dramas históricos anteriores, de haber estado en la oposición, dada su ascendencia ideológica y movilizadora sobre la mayoría de la sociedad, al menos hasta que el gobierno de derechas de turno hubiese dimitido acorralado y avergonzado, nuestra sociedad se hallaría zarandeada y violentada de arriba abajo por un clima irrespirable de desgarro, ira, y abatimientos mezclados, que pondrían, a más a más del problema en sí, la convivencia de todos contra los cuerdas. Sin exagerar un ápice, creo, con los mismos tremendos yerros a cuestas en la gestión de la epidemia, esos ministros liberal-conservadores deberían vivir escondidos, para evitar ser linchados por el “Pueblo”.
   Como si la pericia para conformar los climas de opinión y movilización mayoritarios estuviera en el ADN de la Izquierda, los cerebritos gubernamentales de ahora han sabido también “cocinar” un relato mediático hegemónico en positivo, en el que las apelaciones e imágenes básicas son el “Resitiré”, los aplausos, las uves y los cánticos de victoria, la llamada a la superación, las más pintorescas celebraciones de qué. La maestría en la ocultación icónica –lo que no se muestra, no existe- del inimaginable dolor –este sí que sí confinado a la más completa oscuridad- que sin duda está atravesando de parte a parte el ánimo y el corazón de la sociedad española resulta del todo portentosa.  Cuando el Ébola, o el chapapote, o el 11-M, por citar algunos casos, con la Izquierda en la oposición, ese propositivo himno resistidor brilló por su ausencia y los creadores de opinión dominantes eran todo penar, desánimo, llanto y crujir de dientes, agonía, vidas tronchadas, imágenes truculentas, trágicas poses, augurios apocalípticos, cercos de sedes, agresivos escraches y gritos de ¡criminales! Son consumados peritos ellos, desde siempre, en lavados colectivos de cerebro, si bien lo de ahora, dado el alcance y el calado de la situación y los dramáticos errores y horrores gubernamentales en la gestión del coronavirus, desde luego merece nota. Sólo en el contexto de ese descarada impudicia a la hora de manejar y manipular el inconsciente y el consciente colectivos puede entenderse el brutal pasote de, justo en medio de la lluvia cruel de  muertos por miles a diario, dolientes y calientes, concederle al Gran Hermano de Bardem el calentito chollo de una serie en el prime time de la televisión pública, en la más cínica apoteosis imaginable del escamoteo, para hacer coñas garbanceras con la incalculable tragedia que tantísimas vidas ahora mismo está malogrando. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por curiosidad, porque la serie diario de una cuarentena, os jode tanto a los fachas....