Corolario obligado del decíamos ayer: Hay también que leer -y
pensarlas- de tanto en tanto ideas malas, que al menos así las juzgas tú.
Ejercitas la razón, tus pensares, rompes tu narcisista unanimidad, contrastas y
oxigenas tus ideas, aunque sea para reafirmarlas, vaya. Lo de Cervantes de
nuevo aquí, please. Lo que añadíamos también allí. Muy especial importancia
tiene, a mi juicio, en el capítulo de las ideas – esas que aspiran a
materializarse en la vida de todos-, el aprender a distinguir
ideas-que-parecen-buenas… pero que son pésimas. Decía André Gide que sólo con
buenas intenciones salen novelas malas. Diría el muá que sólo con buenas
intenciones (en apariencia tan humanistas y filantrópicas, tan seductoras y
utópicas, que nadie bueno podría en principio oponerse a ellas) salen
realidades políticas horribles. Al Mal encantadoramente disfrazado de Bien es
mucho más difícil oponerse, hay que pensarlo mucho más, claro.
miércoles, 22 de abril de 2020
IDEAS, QUE PARECEN BUENAS, PERO QUE SON MALAS (CONFINADOS, DÍA 39)
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