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martes, 10 de septiembre de 2013

El blog, groggy




   Puedo, sí, escribir los textos más tristes esta noche. Escribir por ejemplo: el blog está estrellado y tiemblan, azules, mis pulsos a lo lejos. Confieso que he bebido: sueño con entrar en el DISCO DURO de tu sensibilidad… y sueño que nunca jamás de allí me borras.



     En siete de septiembre fue, sí. Tres años de blog. Más de novecientos textos míos ya. A la manera en que yo los hago. Todo ese trabajo. Ahí están. ¿Y? Me siento como si hubiera escrito entera la Enciclopedia Británica… en vano, la verdad. En octubre del año pasado, sin contactos, harto del silencio y del desprecio editoriales, me autoedité LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Añadí además en el frente lateral del blog: “Si lo que lees aquí juzgas que debe ser agradecido, para animar también a que siga siendo posible, pídeme este libro, pues con el mismo además te entrego un trozo vivo de mí”.
  
   Bueno, los resultados del emplazamiento han sido pero que muy discretos. No hablo de vender mil ejemplares. Ni la mitad. Ni la mitad de la mitad. Ni la mitad de la mitad de la mitad siquiera. Ni a eso he llegado. Aún no he conseguido recuperar del todo los dineros que arriesgué. Es el caso que no dejo de recibir encendidos elogios. Muchos, muchísimos. Y qué palabras tan bonitas.
   
   El caso es también que el número de visitas diarias al blog es para mí más que considerable. 731 seguidores en el blog, 3600 en Twitter. No sé. La estricta realidad es que desde luego muchas personas observan, pero no valoran lo que hago. ¿Es mucho pedir a quien con regularidad todo el año lee tu blog que te solicite el libro? Mi libro además vale mucho más que quince euros, estoy seguro.
   
   Es desalentador. Es amargo. Es descorazonador. Es lo que hay. El chasco te obliga a reflexionar. A pensar esta desolación. Y, la verdad, lector, no tengo ni idea de lo que voy a hacer.

   Por supuesto permanece y permanecerá siempre indeleble en lo más hondo de mi ser la gratitud inmensa a cada uno de ese puñado de valientes que, sin conocerme de nada, han apreciado e impulsado mi escritura pidiéndome el libro. Si cierro los ojos, creo que podría decir el nombre de cada uno de ellos. Alguno se ha molestado incluso –y pongo aquí sólo unas cuantas, pues otras, maldición, las extravié, agradeciéndoselo por igual a todos- en escribirme cosas tan preciosas como éstas:

Encarni:
   “Jose, llevo el Bobo con Ínfulas por la mitad, y me tiene entusiasmada. A veces no sé si reírme o llorar… me encanta!”
Gaby:
    “Ya terminé tu libro, Jose. Lo leí dos veces al final. Me encantó. No dejes de escribir. Aunque, pobre prota, joer, qué vida.”
   Toñy:
        “Leyendo la realidad de un libro por 2ª vez para evadirme de la ficción de la realidad. (las Historias de un bobo con ínfulas)”.
   Mati:

         “Jose Antonio, estoy volviendo a leer tu libro. Cada vez le descubro cosas nuevas. Me sienta bien… Gracias”.

8 comentarios:

César dijo...

No vayas a pensar que no comprendo tu desilusión. Y me vas a creer cuando te lo certifique con una anécdota, de las que la vida te regala.
En una de mis frecuentes visitas a un organismo oficial, observé la cantidad ingente de operarios que pululaban por las estancias de aquel ayuntamiento sin apenas labor. Muchos de ellos eran conocidos míos, amigos de mis hijos, quienes por entonces aún no tenían trabajo. Conozco la valía de mis hijos y conocía la valía de todos aquellos que me miraban satisfechos desde el otro lado del mostrador: la hija del entrenador de baloncesto, el hijo del presidente del club de fútbol, el sobrino del senador...todos casos auténticos y que no habían tenido que pasar por ningún tamiz para valorar sus méritos. Créeme, escritor, si te digo que ese día salí del lugar con lágrimas en los ojos pensando en lo injusto del mundo que padecemos. A menudo la vida no te trata con el mismo afecto en razón a tus méritos; pero de una cosa estoy seguro, quien resiste gana, que decía aquel Nobel, gordo y malhablado. Y si no gana, al menos ha disfrutado intentándolo.
(PD Muchos de aquellos que lucían trabajo a dedo, ahora se encuentran sin trabajo y casi sin dedo. Y no me alegro de ello,pero doy gracias al Dios en quien creo a medias porque quien resistió, ganó.)
No siempre sucede así, pero ya sabes, este mundo es muy complicado e injusto y si quieres ser feliz has de buscar únicamente tu juicio y que éste sea favorable. En cuanto a los demás, cada cual que haga lo que le pete.
Añado una cosa más. Habrás triunfado si uno sólo de quienes te siguen no piensa como tú y no deja de seguirte.
Es fácil lisonjear a quien tiene tus mismas ideas y ve el mundo desde el mismo prisma. Es una especie de síndrome de Estocolmo. Síndrome de aprisco. Ahora síndrome de blog; sigo a quien piensa como yo.
Y ya finalmente, que parezco un predicador, y aunque la vorágine no nos deje recordarlo, hemos venido a este mundo, creo, para ser personas decentes. Todo lo demás son apéndices que a menudo se consiguen pasando por encima de alguien o menospreciando los derechos de alguien.
Ite, misa est!

ánimos!


José Antonio del Pozo dijo...

Divinas palabras, Cesar. Así es la vida, sí. Muchas gracias

Anónimo dijo...

La vida es jodidamente jodida en un país como el nuestro, donde los "elegidos" en urnas locales, provinciales, autonómicas o estatales (cientoses de miles), sus familiares, amigos, conocidos y deudos (en sentido amplio) terminan por atufar, acogotar, embrollar y atascar la libre circulación del MÉRITO.

Hace tiempo que no compro libros en papel (aunque todavía me gusta su olor). ¿Has pensado en venderlo a través de Amazon para sus kindle?

Te aprecio.

José Antonio del Pozo dijo...

Pues, si te gusta el olor de los libros, si me aprecias, querido anónimo, qué te impide pedirme el libro?

Bucan dijo...

La mayoría de la gente sólo compra éxito. En vez de decir que apenas vendiste libros tendrías que anunciar que has hecho otra tirada, que de momento no puedes atender todas las peticiones rápidamente, que las atenderás tan pronto como puedas y cosas similares.

O sea, tendrías que cambiar totalmente el enfoque. Salvo que quieras escribir otro libro sobre el fracaso, relatando las peripecias del autoeditor. Tiene su público.

Está claro que si sigues haciendo lo mismo obtendrás los mismos resultados. Ya es mucho tiempo como para poder sacar conclusiones.

En Internet las cosas van rápido. Tu pones algo en la sidebar y si al mes no notas cambios, es que tienes que cambiarla. Y seguir probando.

José Antonio del Pozo dijo...

-Bucan: gracias por tus sugerencias

marcela dijo...

Mira José Antonio, escribo pulsionalmente y sin corregir a la manera de los surrealistas y sus cadáveres, me propuse un prqueño blog que me sirviera de dierio. Y ahí sigo son 6 años cada vez menos comentarios. Ya uno casi siempre el mismo. Y sin embargo a veces ayer por ejemplo 4.750 visitas. Creo que no es normal.
Pero sigue que los que te leemos aprendemos de ti.
Un abrazo

José Antonio del Pozo dijo...

Hola, Marcela: gracias por tu aportación. Es estupendo que tengas tantas visitas. No me importan tanto las visitas, ni los comentarios, -muchos me llegan por tw- como el que muchísimos de los lectores habituales del blog no correspondan a mi trabajo. ¿Aprendes algo de mí? Gracias, Marcela. Un abrazo