Menudos retratos nos depara la rugiente actualidad. Ahí los tenemos, con
su física y su química, que ya no pueden más, ya no pueden más, retratándosee,
retratándoseee:
- O sea, que en el paradisíaco nido de víboras delictuosas que era el
Banco de Andorra y filiales, a la vez deponían, juntitos pero no revueltos, Putin, los narcos, Gao Pin, los Pujoles, la Mafia y los Chavistas Pata Negra.
La sal de la tierra, vamos.
- O sea que nada menos que en el Parlamento Europeo a favor del
gangsterismo grotesco de Maduro, de
la hipercorruta Casta Chavista, votaron (hablan luego ellos de Mafia) los comunistas de IU, Compromís, ERC, los Podemos y los Bilduetarras. La esperanza de la Humanidad, vamos.
Esos retratos fantásticos se perderán también como lágrimas en la lluvia, porque la Izquierda hegemoniza el machaqueo
publicístico sobre las conciencias, pero al menos aquí esta nada con ínfulas
(de las buenas) los expuso.
Encontrarás en mi
libro, LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS, humor y amor, alegrías y
tristezas, encuentros y desencuentros, presente y pasado, trozos de vida al
acecho, un cuarentón abandonado, discotecas dudosas, fatales mujeres, rollizas
peluqueras, un sofá misterioso y abrazador, un cartel de Comisiones, un buzón
en el que ya no figura tu nombre, la dentadura perfecta de Burt Lancaster, el
fiasco de una noche de verano, una chinita que hace como que toca el
violonchelo en el metro, una niña que juega en el patio a la rayuela
mientras otro niño la observa tras las cortinas y un tercero enchufa triples
como un descosido, lo que entre ellos tres sucede, una tía y su sobrino en la
sagrada edad de la iniciación erótica de éste, Nocheviejas agridulces, risas y
humo, ginebra y música, un amigo fiel, una mujer solitaria, otra mujer bella y
propagandista, los malentendidos en que consiste a veces la existencia, alguien
del pasado que reaparece para bien y para mal, un héroe local, el lío de un sms
enviado por error, unas navidades tristes, una Venecia imaginaria, un vikingo
fenomenal, la fuerza del sol, la memoria de la emigración, un juego de dardos
al límite, un padre y un hijo paseantes y ofuscados, un ascensor y una
comunidad de vecinos estrafalarios, una patata frita elevada hacia el Cielo
como una hostia, un cumpleaños insólito cantando a lo Sabina entre polacos,
todo eso, como un baúl de la Piquer muy revuelto, como un arca de Noé para el
diluvio sentimental del protagonista, de este Armando que está, en efecto
desármandose y rearmándose al paso duro de los días, tras la estela todo de su
particular sensibilidad... todo eso y más, oportunamente dosificado, en mi
libro hallarás.
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