Fue un pequeño momento estelar, una parábola ejemplar para estos tiempos
de las CELEBRITIES bobas. Su voz,
grave y melodiosa a un tiempo, mueve a asombro, aunque gaste unas trazas
contrahechas: retaco, regordete y sonrosado, alopécico y timidote, con gafotas
de esas que te hacen ojos de besugo sobre unas rojas y silvestres barbitas de chivo.
Pues, Andreas Kümmert,
ataviado para la Gala como el que anda por casa rascándose la barriga, ganó con
su Heart of Stone la votación entre toda la Alemania espectadora
para acudir al certamen de Eurovisión.
Y cuando la última campeona, Conchita
Wurst, la mujer barbuda, procedió a la lectura del fallo y la teutona
presentadora –una rubiota colosal con los pechos apuntando al cielo y un moño
vertical y fálico como el mismo Empire State de alto- le abordó micro en ristre
con el arquetípico qué-se-siente-en-estos-momentos,
Andreas bajó la vista, se ruborizó
-sonrosándose así un poco más- y como todo un Héroe de la renuncia, como el inspirado adalid de cierto fracaso que
optara por llevar la contraria al signo exitoso de los Tiempos, como un
antihéroe de toda la vida, golpeando con un pie sin parar levemente el suelo,
simplemente dijo:
“Lo siento pero… no. No me siento en condiciones. Sólo soy un pequeño músico”.
En efecto, como si hubiera en las puertas de ese Templo de la Celebridad
proferido una blasfemia, una parte considerable del auditorio, sintiéndose
contrariada, estalló en agrios abucheos hacia Andreas dirigidos, sin que le valiera a éste el haber pedido antes
perdón. Más: la rubiota sacerdotisa del moño fálico que presentaba la Cosa,
sorprendida, con ojos airados, le encimó –el pobre Andreas, intimidado por tanta mujer, dio un
paso atrás- y, a medias enfurruñada, como despechada, maciza personificación
ella de la Religión de la Fama, precisamente
esta elocuente cutrez vino en directo a reprocharle:
-“¡Esto es un coitus interruptus de la peor clase!
¡Eso al
pobre Andreas le escupió allí! En
esa alevosa exclamación retrataba la teutona conductora el ADN del Reinado
de la Mugre: bajo glamourosa apariencia
formal, la descarnada remoción de los más bajos instintos, la grosera
sexualización de la cultura y la promoción del Éxito instantáneo que convierta
a los ciudadanos en masas de simples terminales de hiperconsumo, eufóricas en
apariencia.
Cuentan las crónicas del evento, añadiendo gotas de misterio y terror
gótico a la historia de Andreas, que
cuando aquello acabó, sin participar en la rueda de prensa, “Andreas fue trasladado a su domicilio en
secreto”. En fin, si Diógenes una
vez a Alejandro Magno, que le
ofrecía todo, dijera… apartáos, Majestad, me quitáis el Sol,
ahora este genial Andreas a la
tectónica teutónica dijo… sólo soy un
pequeño músico. Y desapareció hacia el fondo del escenario. ¡Corazón de
artista! ¡Bravo!
Y esto me escribió Mari Carmen M Marín sobre LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS:
“Cher Jose Antonio, t´est un poéte. ¡Es verdad que tu libro hay que leerlo a la tuya manera…es decir… parsimoniasamente… doucemente… amorosamente. Porque tus historias cortas son pequeñas vidas tintadas de poesía, de una nostalgia impregnada de recuerdos y de humor, y de una cierta ternura. Un poeta en el alma a la recherche … de su ideal de femme?...Historias tristes a veces, humorísticas otras, irónicas aussi y sobretodo, sí, “touchantes”. ¡No lamento en nada haber leído la tuya manera de escribir!
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LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON INFULAS
Amor, humor, ternura, ilusiones
¡Barato!
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