Como si adrede quisieran provocar nada más que odio, como si ellos
mismos fueran su peor y más panfletario enemigo, como si se jactaran, sin
resquicio explicativo alguno, del siniestro odio destructor en que consisten, los islamistas triunfantes difunden de
su propia mano el video de su hazaña: ciegos cabestros –cuánto mejores los
cabestros- despedazando a martillazos esculturas milenarias en Mosul, búfalos dementes con saña
aniquilando preciosas Esfinges,
reduciéndolas a polvo, cernícalos psicópatas descuartizando con furor cualquier
vestigio de belleza a su alrededor: estatuas colosales, un Toro alado de las Puertas de Nínive, cientos de libros y
manuscritos de la Biblioteca Central de Mosul, lo que sea que su mandamás les ordene.
Taladradoras de precisión, bulldozers, videos sibaritas, redes sociales
cibernéticas… una higa, obsérvese, les da usar y aprovecharse de la más
avanzada y sacrílega tecnología occidental,
esos otros ídolos, cuando de
publicitar y aterrorizar con el furor de su homicida designio se trata. Recuerdan mucho a la terrorífica Revolución Cultural con la que los "humanistas" guardias rojos de Mao arrasaron milenarios tesoros artísticos de la China. En eso consisten, tras prometer el cielo, las revoluciones.
Si degüellan y queman vivas y enjauladas a decenas de personas
indefensas a la vez, qué no iban estos artistas
a hacer con el arte, se dirá. No deja por ello de sobrecoger tampoco esta
saturnal de salvaje destrucción. Ni los salvajes así hacen. ¿Dónde está el Islam amante y protector de la cultura
y del arte, dónde sus corifeos, que no chistan ni se personan ni protestan ante
la orgía depredadora? ¿Dónde paran ahora las mundiales Celebrities de la
Cultura -sabemos todos de sobra sus NOMBRES- tan heroicas y sensibles como prestas al más
oportunista postureo, insobornables siempre en defensa de
cualquier minucia que les contraríe, siempre que de la misma, claro, pueda
responsabilizarse a un gobierno liberal-conservador del siempre culpable Occidente?
Es como si unos y otros, redomados hipocritones, se olieran que de este
negocio de posar contra la Yihad no
podrán ellos arrebañar nada y por eso callan. Tan amantes y abnegados
defensores ellos de la Cultura… y ahora
callan. Callan.
SOBRE “LAS
HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS”
(Qué le queda al escritor sin Nombre ni
Contactos salvo insistir e insistir -resistir y resistir- en las redes
sociales, en los lectores y amigos que las mismas le procuran, aun a riesgo de
resultar pesado, y confiar en que poco a poco quienes aprecian y valoran su diario afán le
soliciten, y lean y regalen su libro, el fruto de sus mejores desvelos. Sí, yo
confío en ti, lector de este blog.)
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