Se me quedó pendiente el otro
día, lector, después de censurar el, a mi juicio, desastroso acercamiento al
mundo morboso del Deseo rezumante en
la película que protagonizara Bardem
(“Entre las piernas”), el
contraponerle además, para mejor explicarme yo, el ejemplo opuesto de otra
historia de la pantalla grande que, abundando en el asunto, del todo me
cautivó. Me refiero, dentro de la plétora de maravillosos episodios que
conforman “Love Actually”, a la originalísima
y muy tierna historia de amor entre la pareja de actores porno que allí podemos
disfrutar.
John y Judy son dobles en un film pornográfico. No quienes directamente
llevan a cabo las circenses convulsiones, sino una suerte de actores previos
que, desnudos claro, remedan las posturas que luego los principales ejecutarán,
a fin de probar la mejor iluminación y el más óptimo encuadre para los
“numeritos” planeados. John y Judy
se conocen en el plató. Se reconocen, dentro de aquel abrumador y sonrojante
contexto, en una misma timidez. He ahí
la clave que nos atrapa: ese estrepitoso contraste entre unas muy explícitas
posturas carnales y el candor, humanísimo, de los estandartes que han de
sostenerlas.
Para sobrellevar su íntimo apocamiento, que es el oxígeno que funda y da
alas a la única base posible para su relación, a la vez que ambos siguen las
ominosas indicaciones del director del porno, empiezan a hablar de cosas, en
apariencia banales pero bien relevantes, pues establecen un reducto sólo suyo
que les defiende y salvaguarda del grosero contexto. Hablan y hablan, en
elipsis, claro, y de la mano de las palabras, asoman y se entrelazan
experiencias, pareceres, coincidencias. Empiezan así a mirarse a los ojos. Se
construye delante de nosotros una muy real historia de enamoramiento, que cobra
mayor temblor por desarrollarse a contrapronóstico y en un ambiente hostil como
pocos a rendirse a la nobleza de los mejores sentimientos. Pocas veces se habrá narrado con mayor refinamiento y a la vez verosimilitud ese proceso de
acercamiento y de paulatina atracción entre un hombre y una mujer sin proceder
al inmediato revolcón.
Terminan John y Judy de rodar
sus escenas. Se visten y se esperan el uno al otro, pues anhelan seguir
contándose sus cosas, cada vez mirándose más a los ojos. Ya sabemos que se
gustan. Acompaña John a Judy por la calle hasta el portal de su
piso. Es de noche. Tímidos como ambos son, vemos como parece que se van a
despedir sin atreverse a dar el paso. Ruborizado, trémulo, al cabo John se aventura a decirle a Judy si quiere invitarle a tomar algo,
sólo a tomar algo. El sonrojo de ella, su parpadeo… su sí. El júbilo alborozado
de John, entonces, que no sé si
incluso saca unas flores de algún lado. No, sabemos de sobra que lo que entre
ellos ocurrirá, que ocurre ya, es mucho más grande que un pornográfico
revolcón. Se hallan ambos Entre las
piernas… del Amor, sí.
Post/post: gracias a Fran, a Juante, a Sonja, a Winnie0, a Norma, a Zorrete Robert, a Ariel, a PACO GACELA, a Vicente Rubio, a Mónica, a Anónimo por colaborar con este blog, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.