Y sin embargo, a contrapelo de lo que
yo percibía, que puede que esos quince días a solas en mi cubil me hubieran
trastornado, el índice húmedo de Mari
Gloria recorrió por sorpresa, desde una de mis patillas, todo el envés
cartilaginoso de mi oreja hacia abajo, el dorso de campanilla de mi lóbulo
rozado al pasar, el borde inferior de la nuca, esa piel como de mazapán recién
horneado que todos tenemos ahí, la media luna del cuello por detrás, de nuevo
otra vez para arriba ese índice como por una nieve ardiente hasta arribar al
puerto de la otra patilla.
Luego Mari Gloria se
disculpó, “vaya, se me ha ido un pelín”.
Lo que son las cosas, casi agradecí la herida, porque ella, con desvelo de
enfermera atentísima, aplicó bálsamo allí, y fue la excusa perfecta para tener
por más tiempo sus dedos sobre mi piel, como si dos mínimos trocitos de piel en
contacto, con su lenguaje cifrado, pudiesen
desencadenar por sí solos un alud de sugestión entre dos enemigos.
Y ahora soy yo quien te ruega, por si aquí sigues, niña, interrumpe ya
la lectura, no traspases esta línea roja, lo que viene ahora no vale nada, no
te va a gustar, una chorradita banal, no sé si acaso escribiré para mí lo que a
continuación ocurrió.
-Perdona si he dicho algo que te haya molestado, es que a veces soy muy
burra.
-Ya está olvidado, Mari Gloria,
también yo me pasé.
Del brazo me llevó a otro sillón.
Echó mi cabeza hacia atrás, y como si los llevara de la mano, cientos de
hilillos de agua tibia se me vinieron encima y acariciaron mis neuronas en
punta. Además, ella aplicó oloroso champú y lo frotó con suavidad por los
recovecos de mi testa. El jabón formó una blanca cabellera en pompas que de
súbito me hubiera crecido, y de nuevo vino la caricia de los mil chorros
cosquilleando los centros de mi sentir,
que yo quería que cesara nunca, nunca.
Rodeó mi cabeza rapada y limpísima con una toalla, amarilla, claro, y la
secó con primor. Entonces me susurró al oído, “anda, recítame una de tus poesías, porfa” y yo desperté, ostras, y ahora cómo salgo de
ésta. No la veía del todo bien y me arranqué pensando en ti, tú lo sabes, “aunque ya nada podrá devolvernos la hora
del esplendor en la hierba y la gloria en las flores, no hay que afligirse,
porque la belleza perdura en el recuerdo”.
Mari Gloria suspiró, “qué bonito, qué bonito”, y dios mío,
juraría que ella se había soltado el botón de arriba porque, de
pronto, arrimó mi cabeza contra su cuerpo y, como un apache, escuché sobre la
trémula embocadura de sus pechos, la marejada violenta de su corazón.
Definitivamente aterrado, y ahora qué va a ocurrir, me dije, vaya con mi corte
de pelo, con lo a gusto que estaba yo en casita, ahora esta panterota, con su
escarola y su paella a cuestas, se deja caer la bata, se me queda aquí en el
tanga rojo pasión que le regaló su chulo, y para qué queremos más, qué hago yo
entonces…
EL DESENLACE… MAÑANA
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada,
pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
Post/post: gracias a Mateo, a ^, a CLAVE, a Mónica, a Neuriwoman, por bloggear a mi lado ayer, GRACIAS.