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martes, 31 de diciembre de 2013

Las uvas, contigo



Cuando llegue la hora propicia
por sorpresa, sí, házlo,
vélame los ojos con tus besos
ciégalos de tu ternura.
Así inerme, vendado,
házme respirar sólo
la desnuda penumbra de tu aura,
que te adivine yo
presente como nunca.

Deja entonces de tu mano
una a una
y sólo muy  lentamente
sobre el magma de mi boca
en la brasa viva de la lengua
las uvas y mi suerte,
el racimo de tus yemas
que a la vez embadurno,
rebozo y bebo,
confundidos los frutos
las salivas enredadas
el jugo de tus dedos
con las moras de tu pecho
más la selva de tu pelo.


Que en ese silencio ardiente
en esta íntima liturgia
de uvas prendidas en amores,
de rituales no del todo escarchados,
oh, discreto júbilo de néctares,
la prima hora del año nuevo
para mi suerte
a ti y a mi nos encuentre.



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)




lunes, 30 de diciembre de 2013

Los libros de las CELEBRITIES, de qué van

  



    Nunca mayor que hoy el desprecio con el que la sociedad –la inmensa mayoría de los hombres y mujeres individuales que la componen- escupe sobre el libro verdadero. Es, claro, la Sociedad de la Telebasura que vivimos, la que los Grandes Directivos de las Tv proponen, vale, y asimismo la que la mayoría de los españoles con sus actos soberanos, con su desdén y con su bruta ignorancia, a diario refrenda. Y de forma paradójica y bien hiriente es precisamente con libros supervendidos mediante los que dicha regresión cultural encima bien a las claras se proclama.
   
   Un libro verdadero vale hoy nada. Menos que nada. Incluso molesta, en tanto que mínimo recordatorio de la burricie. Prácticamente los únicos libros que “funcionan” ahora son los de CELEBRITIES, las muy azarosas ristras de best-sellers, o los de cuatro Escritores consagradísimos, que se ven ellos mismos condenados a, por exigencias del guión, montar aparatosos numeritos mediáticos, es decir, a convertirse, menuda gloria, en otras tantas CELEBRITIES más.
    
   Están, claro, Boris&Belén del todo arrasando con su obra en el TOP: ya es sintomático que el escritor que sí es Izaguirre tenga que simbólicamente arrastrarse por el fango a los pies de la Princesa del Pueblo, nominal autora de la Cosa. Pero, miremos alrededor, pues pululan a troche moche: libros de Rosa Benito, de la madre de Jesulín, de Nati Abascal, de Julián Muñoz, de David Bisbal, de El Cordobés
     
   ¿Grafomanía irreprimible de los Famosos? ¡Ni hablar! Estricto cálculo mercantil de las dos o tres editoriales que acaparan el cotarro -¡y lo acaparan también porque los consumidores de libros no demandan libros verdaderos!-. Las editoriales mismas, como corresponde a estos tiempos del cinismo sumo, muy claro explican el plan: la editorial – sus cerebritos- confecciona el guión de lo que socialmente del fulano en cuestión interesa, que luego se cumplimenta con lo que el Famoso escribe, o más bien le escriben. Incluso ahora los célebres “negros”, los escritores, tras varios escándalos sonados que en nada –todo lo contrario- han desprestigiado al impostor/a de turno se ven tristemente manumitidos y comparecen en la obra como colaboradores o co-autores de la misma. Para eso van quedando muchos escritores, para transcribirles las vacuas gansadas a las CELEBRITIES, que es lo que la gente de manera insaciable demanda. Esperemos al menos que no haya desaparecido del todo aún de la memoria de las personas cabales el recuerdo cierto de que hubo épocas en las que ni de lejos fue así.

   
  Los libros de CELEBRITIES, claro es, son el anti-libro: constituyen sólo la obscena y redundante adquisición fetichista… de un fetiche previo, el fulano de marras, a ver si de refilón el comprador obtiene con esa posesión –es muy probable que en un aplastante porcentaje esos libros ni se lean- algún reflejo de la guapura y de la popularidad, divisas máximas hoy, que al Famoso adornan.  


LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

domingo, 29 de diciembre de 2013

Tenía ante mí toda la extensión de la tarde

                      


            Fragmento de "Las Historias de un bobo con ínfulas"





                

   "Y entonces, aquella tarde colosal de últimos de marzo en la oficina, la repentina caída de ordenadores que nadie supo subsanar, “márchense muchachos, inunden parques y terrazas, tarde libre, ya recuperaremos, aprovechen este sol, vamos”, ordenó el jefe entre una alborozada estampida de búfalos que a mí ni me rozaba. Bueno, volví al piso. Tenía ante mí toda la extensión de la tarde, enorme como un continente deshabitado. Saqué del aparador la botella de Four Roses, intacta desde las navidades, y preso de una vaga angustia por tanta claridad afuera, me tendí sobre el sofá rojo.
    
   Creo que sus muelles entonaron un acorde de grata sorpresa. Sólo aflojé el nudo de la corbata. No encendí la tele, no. Dejé un buen rato que la tarde transcurriera como un limbo vacío, que se apaciguara un poco su vértigo urgente con sucesivos lingotazos de whiskie por la garganta. Sentí violentos deseos de fumar, sólo por acabar de perfilar la estampa de antihéroe de tantos relatos. Con el mando a distancia me serví también un trago de música. Sonó La Chica de ayer. Un día cualquiera no sabes qué hora es, te acuestas a mi lado sin saber por qué, ésa. Debí escucharla unas veinte veces seguidas.
     
   Luego, con todos los circuitos cerebrales anegados por aquella canción, permanecí en silencio y continué bebiendo. Tras la ventana oscurecía sólo muy lentamente, como si alguien se demorara en correr uno tras otro decenas de visillos cada vez más amoratados que anestesiaran algo la desazón que centrifugaba mi pecho. Puse una vez más La Chica de ayer. Me pareció entonces, en el vértice de aquella creciente penumbra, que el sofá rojo empezaba a moverse, que me mecía cada vez con más fuerza, que yo me elevaba ya sobre un mar de aguas rojas que me transportaran a alguna Venecia convulsa y equinoccial.

     
   Puede que hubiera tomado demasiado whiskie, y que en realidad fuera yo quien primero rodó al suelo, es posible, pero ante mis ojos entonces aquel terciopelo rojo, agitado como un mar en llamas, se volcó contra mí, hizo jirones mi traje, y juraría que… "



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)






sábado, 28 de diciembre de 2013

El ciego de un Juan Diego

     
   
   Son los de la Casta Lista tan estupendos, que, cuando a ellos les peta son más internacionalistas que Lenin, aunque cuando les sale de su capricho también son más particularistas que Artur Mas, pues ansían ellos serlo todo, todo lo Bueno, entiéndase. Se ha sentido impelido un tal Juan Diego a tomar postura acerca de la intentona separatista de Mas.  Y la mejor forma que ha cavilado para hacerlo es escribirse una parva carta abierta a La Vanguardia, otrora vanguardia franquista, reconvertida hoy al buen camino del progreso… independentista.
    
   Reciente aún el estentóreo  “Aquí tienen un soldado para lo que quieran los catalanes ¡me cago en Dios” del mítico Paco Ibañez ( http://elblogdejoseantoniodelpozo.blogspot.com.es/2013/01/les-queda-la-palabra-hideputa.html ) se arranca Juan Diego más suave: “Como madrileño he llegado a la conclusión de que soy independentista catalán”, cerrado silogismo cuya coherencia interna no se acaba bien de comprender. “No entiendo cómo puede el gobierno de España tener a una comunidad de siete millones y medio de personas así”. ¿Así, cómo, don Juan? explíquese, por la gloria de ERC.  “No se le puede decir a un pueblo que no use su idioma para educar a sus hijos”. ¡Pero si eso es justo los que pretenden –contra las sentencias judiciales- las prácticas inmersoras con los españolhablantes allí, si vigilan incluso lo que en los recreos los niños hablan, si multan por rotular en español, no en chino o inglés!
   
   “Al motor de España durante décadas se le cuida y se le mantiene, se invierte para que siga siendo competitivo. No se le gripa una y otra vez esperando que dé el 300% para que otras comunidades que nunca han funcionado o que tienen un concierto económico especial se permitan dar ayudas y subvenciones que Cataluña ya no puede”. ¿Y ese es el razonar de una persona de izquierdas o de un neoconverso de ocasión al elitismo nacionalista más obtuso? Se ve que para promover la Independencia de Cataluña, su privilegio económico, vale además ahora cocear el Conciertazo vasco, lo nunca visto.
    
   “Y la respuesta desde hace años es no. No a todo, no a sentarse a hablar, a una mejora de la financiación, a una redistribución mejor de la solidaridad y ahora a una consulta”.  Cuando es la desnuda realidad toda la contraria: el continuo chantaje presupuestario nacionalista desde siempre, el nuevo Estatut, las continuas ayudas estatales a la Ruina de las cuentas catalanas, a pesar de los millonarios gastos en defensa del Independentismo. Hay que andar muy ciego para escribir esas cosas, don Juán.

     
   Espera, espera, que ya termina la Carta de Juan: “Me entristece decir que les entiendo, que para seguir así, es mejor que sigan solos. Yo tampoco quiero estar donde no se me aprecia.”. Ahí está el colosal bordón, al mismo nivel igualados, de tú a tú confesados, cosidos en un mismo íntimo  sentimiento, el Pueblo y el Artista, qué artista.  



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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viernes, 27 de diciembre de 2013

El día en el que Albert Rivera pareció Marlon Brando




   Está en la Historia del Cine aquella tremenda secuencia de La ley del silencio (Elia Kazan 1954) con la estremecedora paliza que recibe Marlon Brando, solo ante el peligro de los brutos hampones, tras enfrentarse al Tinglado mafioso que acapara pro domo sua las contrataciones portuarias. Le arrean golpetazos hasta en el carné de identidad, y acaso nunca mejor dicho esto, pues tras la tunda ya nunca será el mismo. En una televisión local, 8 tv, una parecida encerrona le prepararon el otro día al joven Rivera. Ha osado éste, con arrojo y convicción, poner en duda la maravilla propagandística que el Oasis nacionalista a diario de sí mismo proclama, así es que todo resuelto acudió a la celada. Uff, a fé que se la tenían guardada, pues, a la yugular, al hígado, a la frente, a los riñones… incluso a los bajos le tiraron fieros los garrotazos. 
     
   En la peli de Kazan un cura convence a Brando para que, mejor que buscar la justicia por cuenta propia, acuda al juzgado a denunciar la sistemática extorsión, es decir, para que canalice su justa acción por la vía institucional, y que pueda así servir en lo sucesivo a todos. En el debate del otro día, tres severos opinadores buscánbanle con tretas la femoral a Rivera, sólo que con el inmoderado moderador, en sacerdote de parte él,  eran ya cuatro los que allí derrotaban broncos contra el intrépido Rivera. Como quiera que, todos contra uno, también Albert alguna vez se revolviera, en el colmo y en el clímax del “debate”, en insólita y a la vez muy elocuente expresión al inmoderado moderador no se le ocurrió más que soltar allí que… “¿Pueden dejar de comportarse los dos como si estuvieran en una televisión española?”. ¡El Oasis reloaded!
     
   Andaba además Rivera en la emboscada mucho más sólo que Brando en lo de Kazan. Sin cura, como vemos, que siquiera por compasión le auxiliara, tampoco veíase rubia (Eva Maríe Saint) que al menos un poco lo acariciara. Al contrario, la rubia allí presente, Pilar Rahola, ¡era la que con más saña una y otra vez lo zahería! Trataba Rivera de defenderse y al punto Rahola lo emborrascaba, lo trababa, lo inmovilizaba con todas las malas artes de la marrullería que en ella brillan de bote. En su celo castigador, en su afán inquisidor, sólo por allí mismo abatirlo, contra todo elemental juicio  …¡nada menos que a los Primo de Rivera lo llegó a asimilar!

   
   Como Brando, puede que sangrante y maltrecho, pero entero, escapó como pudo Rivera del trance. Cuando le preguntaban cómo pudo hacer tan bien, hasta convertirlo en legendario, aquel caminar malherido y tambaleante tras la paliza hacia el trabajo, Brando se limitaba a mascullar: “Hacía un frío de la hostia. Había que hacerlo”. Y sí, hacer de democrático discrepante en el Oasis también ha de ser cosa que te cale los mismos huesos de puro frío.


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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
  




jueves, 26 de diciembre de 2013

¿La Derecha española? Una panda de ASESINOS

     

   Gusta mucho a muchos opinantes del Progreso el pasear e injuriar como ASESINOS a los miembros de la Derecha española. Acaso se creen más progresistas sólo con ya hacerlo. Por supuesto, cuando es la Izquierda la que detenta el gobierno y el Poder (dos de cada tres años desde 1978) no existen ni las penurias, ni los desahucios, ni el paro, ni el dolor. La crisis económica se la ha inventado Rajoy para acogotar y hacer genocidio entre los pobres, que es lo que a él le hace de verdad salivar de puro gusto cada mañana. Existe en muchos de los cerebros grises del Progreso la premeditada intención de revolver y azuzar a las masas contra la Derecha. Les llega a fastidiar a muchos el que la violencia extrema en las calles no estalle de una vez. “Hay que hacer que paguen por esto”, acaba de apostrofar la número 2 del PSOE, a propósito de un cumplimiento electoral del gobierno.
     
   En cuanto olfatean propicia la ocasión, con gusto se rebozan en esa tácita llamada a la violencia de las masas. Sobreviene, por ejemplo, la tragedia de Alcalá de Guadaira, con la penosa muerte de esa familia en dificultades. Es un municipio bajo mando socialista, dentro de una autonomía gobernada y “okupada” desde siempre por el socialismo. Quizás convendría por ello tomar cierta cautela antes de pronunciarse… Ya, como que van ellos a dejar pasar la bicoca. Allá que se lanza en plancha al momento Tomás Gómez, preclaro líder del socialismo madrileño: “nos ha impactado a todos esta historia, que está ocurriendo en todos los sitios… directamente consecuencia de una crisis que alimenta la desigualdad… siempre ganan los mismos, los banqueros y las élites económicas, y pierden la gente y la mayoría”.
   
   Qué importa luego, lanzado el agit prop, la realidad escueta de los hechos: que esas muertes no fueran por causa de consumir alimentos de la basura, que se trate al parecer de un envenenamiento, que pueda haber existido una negligencia médica de los servicios de salud andaluces, es decir, que está todo por investigar y que es demandable de los responsables políticos un mínimo de elemental prudencia al abordar asuntos que también a ellos, en cuanto élite del Sistema, asimismo implicaría.
    
   Pues poco tardó el concejal y portavoz de IU allí en rematar el balón a huevo. Y en qué elocuentes términos: “El pueblo español se tiene que levantar de una vez, y ese criminal llamado Mariano Rajoy tiene que pasar el resto de su miserable vida entre rejas… yo sí siento odio, odio de clase, odio a los capitalistas que habéis matado a mis vecinos… este pueblo estallará y dirá basta”. Si así se despachan los responsables políticos, qué van a dejar ya para sus hooligans de repetición, cómo nos van a extrañar las burradas escalofriantes que se leen luego en las redes sociales.

       
   Es mejor no pensar, de haber ocurrido esta tragedia en Madrid, bajo el terrible clima social creado a cuenta de la gestión privada de algunos hospitales públicos –que pasa en otros sitios desapercibida- , la catarata de virulentas incitaciones al motín que habrían promovido esos preclaros cerebritos grises del Progreso. Es lo de menos la realidad y la sensatez básicas. Es lo de más el sembrar y asentar en el inconsciente colectivo la idea-fuerza de que los cargos del PP son mil veces asesinos más peligrosos que los etarras, esos mismos que puño en alto salen de la cárcel tan piafantes. 




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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miércoles, 25 de diciembre de 2013

Salvar al soldado Raphael


FELIZ NAVIDAD, SEÑORES LECTORES

   Mira que se empeña Raphel en hacérsenos odioso, a cada año más barroco loco que el anterior, más la incalificable escarchadura gagá que con el spot de la Lotería en éste del 13 nos endiñó, madre del Raphael repelente, qué purgante. Suerte que al menos era "en compañía de otros" . Pues bien, lector, te propongo yo, si has tenido a bien en el día de hoy recalar aquí, rescatar al que a mí me gusta, el que yo miro y admiro.

   Y eso que no me gusta del todo oída en un Especial televisivo, inscrita en una escenografía aparatosa, de luces y destellos y humos tan desorbitados, que es un es-cán-da-lo, más los muy empalagosos jeribeques y alifafes que el rococó Raphael le pone al villancico para casi echarlo a perder de tanto merengue sobreañadido. Me conmueve de verdad cuando se la oigo a Raphael…  cuando no era del todo Raphael, -creo que me entiendes- y la música y la letra y la voz, desnudas y acopladas en comunión suma las tres, brillan de verdad con su callada y esencial belleza. 
      
     He brujuleado en el Internete hasta dar con que se inspira el Tamborilero en un tradicional villancico checo medieval, otros dicen que francés, y sobre todo, con que la letra de la versión española es obra del letrista, adaptador y poeta Manuel Clavero, hijo en realidad del grandioso maestro Quiroga, autor de tantas indelebles letras de la copla española. Y este rarísimo prodigio de hermosura y acendrado sentimiento que el hijo de Quiroga dio a luz, -tan lejos del tétrico tambor de hojalata y de su más tétrico tañedor que luego Grass novelara-  quisiera yo ahora recrear –y hasta susurrarte en la distancia si es posible- aquí:

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió,
los pastorcillos quieren ver a su rey,
le traen regalos en su humilde zurrón
ropopom pom ropopom pom
Ha nacido en un portal de Belén
el niño Dios
ropopom pom ropopom pom

     (Ahí lo tenemos delante, el camino que ya nos lleva, tomémoslo con el candor despojado de toda ansia que el mismo nos pide, que es  descenso –y no por tanto escalada hacia las alturas, esas que dominan siempre los halcones amos del Mundo-  por un valle que la nieve de plena blancura todo engalanó, que nos contagia y viste así de su misma inocencia, que somos ya pastorcillos –niños humildes de esa tierra pura con escaso ganado a su mando al que ahora abandonan- y “queremos ver” a nuestro rey –he ahí la dimensión volitiva y visual, no abstracta, que nos pone en marcha y nos guía, el querer tener delante de los ojos de uno la increíble donosura indefensa de un recién nacido… al que regalar, (regalar es también un poco religar, creación de vínculo, religión) a quien darle, sin cálculo alguno y de corazón, algo nuestro, por más que tan poco tengamos, algo que quepa en nuestro zurrón, y cómo se anticipan y resuenan ya por el camino, alegrándolo en medio del frío, los ecos de un tambor, esa musical percusión que retumba suave y misteriosa al ritmo de nuestros corazones, ropopom, pom, también como las campanadas de un reloj que diera una hora nueva, pom, pom) .

Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor,
más tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor,
ropopom, pom, ropopom, pom.
En tu honor frente al Portal tocaré
con mi tambor

(y se singulariza y se hace carne ya, de entre todos los que caminan, ese pastorcito único, cobra vida singular la luz de su ilusión, hermosísimo el subjuntivo ese, “yo quisiera”, sí, Señor, te daría yo lo que fuera que a ti gustara, más bonito dicho aún, que fuera de tu agrado, qué precioso el gesto, ese poner a tus pies un “presente” –el regalo hecho así Tiempo actual y vivo-, que a tus pies me pongo así yo también en tu presencia, Señor mío, pero sabes, pues eres tú Dios, que como tú soy pobre, que, pastor sin oveja alguna, como el mismo recién nacido, no poseo más que un tambor, que es viejo, claro, de mi padre heredado, seguro, nada más que el tambor que aprendí a tocar tengo, humilde zurrón y viejo tambor, los objetos que me definen, poco más que el latido de ese tambor soy, el tamborilero,  y entonces… lo único y al tiempo lo mejor que puedo hacer haré, mi decisión a pesar de todo, ésta es mi voluntad afirmándose, sí, rey mío, tocaré por ti, tocaré para ti, pondré mi único y más preciado don al servicio de la alegría de tu nacimiento, así que ahora con más resolución hago sonar mi tambor, es decir, más presente yo mismo me hago con mi arte.)
El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor
ropopom pom ropopom pom
Cuando Dios me vio tocando ante él
me sonrió
ropopom pom
ropopom pom
ropopom pom
ropopom pom.

(aquí tienes mi viejo tambor, Señor, aquí me tienes, aquí me doy, no hay mejor ofrenda que pueda yo darte, que es su acento ronco –tosco, bronco si quieres, acaso algo áspero, lo que corresponde a la pobreza y al despojamiento último y verdadero- , ronco, sí, pero transfigurado ahora, por la desprendida donación, por la maravilla que también el arte despliega, en lo que viene al cabo a ser su decisiva música, canto de amor, canción y cadencia de entrega total, tómalo, escúchalo Dios mío, y aquí el autor nos pone en el clímax del sentimiento altruista, ¿qué pasará?, pone uno lo mejor de sí, pero, ¿cómo se entenderá? ¿cómo recibirá la divinidad el ruidoso atrevimiento?, y entonces el Dios recién nacido… le ¡sonríe! al pastorcito   –y qué mejor expresión de agrado y a la vez de caricia y de ternura recíprocas puede imaginarse que el regalo de la sonrisa de un recién nacido, ¿cuándo en su vida volveremos a ver sonreír a ese Dios?, ¿nos damos cuenta de que, antes incluso que arriben los magos de Oriente,  el niño Dios a otro niño con un tambor le ha sonreído, calibramos el tesoro incalculable de ese gesto?- y con qué pudor contada ahora la acción en tiempo pasado, ya transcurrido y vivido, ofrecido en distancia así; el niño del portal sonríe –y a la vez diríase que el valle entero, hasta el mismo Dios de las alturas que todo lo ve le sonríe al pastorcito- y con él a nosotros, en catarsis liberadora, nos rueda entremezclada con la sonrisa una lágrima, al compás de ese tambor estremecido de emoción en aquel remoto portal, ropopom, pom, tócalo otra vez, pastorcito, cántalo de nuevo, Raphael, como tú solo sabes, anda) 

martes, 24 de diciembre de 2013

Un relato de Navidad, o algo así


     Aquellos chicos malos le habían encerrado en el fondo de un arcón congelador  y debían luego haberse olvidado de él. Ahora sí que el frío empezaba a traspasar el plástico y le mordía ya con saña desde los pequeños dedos de los pies hacia las rodillas. Intentó Pablo forcejear entonces un poco por primera vez con el embalaje que le aprisionaba.
     
   Al terminar la fiesta de Navidad, cuando los profes y todo el mundo se habían ya despedido, Pablo se entretuvo a solas, como hacía a menudo,  empinado sobre los sucios y mal abrochados zapatos de suela de material, curioseando, tras sus gafotas rojas  torcidas un poco en diagonal sobre la cara taciturna, el mapa del mundo que la de Sociales había colocado a principio de curso en la pared del fondo. Desierto del… Ka-la-ha-ri, deletreó. Era aquella gran mancha tostada de África en la que, según la profe, el calor era tan sofocante que  la vida se hacía casi imposible allí. En  casa, Papá dejaba tan alto el termostato de la calefacción para que él por nada del mundo se enfriase, que muchas noches, sin poder aguantarlo más, harto de darle a la wii y de tragarse los anuncios de la tele antes de que él llegara, encaramado sobre una silla, abría entera la ventana de su habitación y ofrecía su cuerpo menudo a la intemperie y a la oscuridad reinante allá abajo,  aún a riesgo de pescarse una buena pulmonía. Entonces, ¿el Kalahari ese sería un poco como su casa durante esas noches?
     
   Papá, que llegaba siempre  tarde y cansado de la oficina, le encontraba a menudo dormido sobre la alfombra marrón de mezclilla. Sin quitarse la baqueteada gabardina oscura, le cogía en brazos para meterle bajo las mantas. Le arropaba y se demoraba un momento mirándole. Se encontraban un instante entonces sus ojos, soñolientos unos y un punto amargos los otros, y aunque su padre ponía cara siempre de querer revelarle millones de cosas decisivas a la vez, sólo atinaba al fin a darle unas deslavazadas buenas noches.
    
     Estaba tan abstraído que no los vio venir. Eran cuatro, o más. Se abalanzaron entre risotadas sobre él, Le echaron un abrigo oscuro sobre la cabeza, como si llevaran largo tiempo preparándolo todo. Debían ser repetidores de algún curso superior, con ganas de llevar a cabo una trastada muy planeada con la que sacudirse de paso el propio aburrimiento. Pablo apenas opuso resistencia. ¿Qué podía hacer él contra esos cuatro mayorzotes, sino esperar  que todo pasara pronto?
     
   Lo arrastraron hasta la cocina del colegio. Entre todos lo tendieron, con pies y brazos bien pegados al cuerpo, sobre una mesa de trabajo y vestido como iba, con el jersey granate, que le venía algo grande, y el pantalón marengo del uniforme escolar encima, comenzaron a envolverle bien fuerte de pies a cabeza con una gran bobina de plástico transparente, de esas que se usan para congelar en las cámaras frigoríficas los alimentos. Al cabo parecía Pablo una pequeña momia transparente, algo cómica su imagen de faraoncito petrificado, con  el pelo y la nariz espachurrados contra el plástico duro. Dejaron sobre su cabeza  un arrugado resquicio en vertical chimenea por el que entrara un poco de aire. Así tendido  le depositaron al fondo del arcón vacío y desde allí contempló Pablo, resignado, las cuatro cabezas asomadas un metro por encima de él, las melenas verticales apuntándole a los ojos, algo desfiguradas las caras por las muecas del jolgorio, antes que sobre él cerraran la  puerta del congelador.
    
      Aun sumido en medio de aquella completa oscuridad, en la que sólo se escuchaba el continuo run-rún del pequeño motor, maniatado e inerme como se hallaba, imaginaba Pablo sobre sí sucesivas capas de  escarcha  posándose con suavidad de mariposas blancas sobre todo su cuerpo, como si cuantiosos copos de nieve  fueran poco a poco recubriéndole los hombros y las cejas, como  esos soldados abandonados en el campo de batalla sobre los que una pacífica y fenomenal nevada descendiera sin cesar desde los cielos condecorándolos con su misma pureza. De momento el embalaje le mantenía a salvo del frío y Pablo se acomodó a la idea de que allí pasaría, en el fondo del arcón congelador, todas las Navidades. Bueno, pensó, hay muchas cosas peores, y seguro que si era capaz de dormirse a tope, de dormirse y dormirse a base de bien, al despertar ya las Navidades habrían pasado. Era cuestión sólo de cerrar los ojos y todo pasaría.

     Sólo que, aunque lo intentaba, no era capaz de conseguirlo. No podía moverse, estaba todo en tinieblas, le picaba la nariz. El frío comenzaba lentamente, como un fantasma sinuoso, a atravesar las primeras fronteras abullonadas de las envolturas y a penetrar con la insidia de su filo punzante más y más plegados revestimientos internos. Se le ocurrió a Pablo entonces que si pensaba mucho en el Kalahari, si representaba en su imaginación con viveza el espantoso calor que allí hacía,  ese sol abrasador en medio del desierto, en las más altas horas del día, como un mazazo de fuego inmisericorde sobre las dunas  achicharradas, y esa arena calcinada sobre la que le arderían los pies sin piedad, mucho más de lo que quemaban los sofocantes radiadores de su habitación estas noches,  -cómo se las apañarían los pobres camellos bajo ese sol aniquilador-, si eso hacía, se hallaría a salvo del frío. Y durante un buen rato así fue.
     
   Pero al fin el lengüetazo hipnótico del frío iba macerando su voluntad, aletargándole poco a poco en un sopor helado, como si con siniestro aliento fuera apagando a vaharadas una tras otra los cientos de pequeñas velas encendidas que en el interior de Pablo  le mantenían alerta. Trató, entumecido ya, en un último impulso de infantil  rabia concentrada, de sacudirse la emboscada criminal del frío y de la presión del caparazón de plástico que le inmovilizaba, pero fue en vano.  Sintió entonces Pablo que estaba a punto de parársele el corazón, que la sangre se le espesaba en las venas, que se abandonaba a un mar cenagoso y oscurísimo. Se rindió.
    
     Era como si la oscuridad total se hiciese más y más oscura si cabe por momentos a su alrededor, como si su cuerpo resbalase continuamente ladera abajo hacia una sima impensable que le iba ya devorando sin él apenas oponer nada, hasta que de pronto todo cesó y en lo alto una clamorosa luz anaranjada, que descorriera con su grito insólito un  telón muy negro, pareció un sol nuevo. Una presencia extraña que Pablo no podía aún adivinar, ni por tanto descifrar, le zarandeaba y tiraba de él hacia arriba y le golpeaba contra ella, como si a tirones quisiera arrancarle una y otra vez su gélida piel empañada,  al tiempo que le soplaba y le soplaba sobre las gafas rojas, casi en diagonal sobre su cara lívida, “mírame, Pablo, mírame” , y vio primero la oscura gabardina baqueteada, mojada en círculos, luego el arcón congelador debajo suyo y la cocina de su colegio, y encontró otra vez los ojos, esta vez un punto vidriados, de su padre contra los suyos soñolientos, como si una noche más acabara de despertarle al volver tarde del trabajo y fuera   en sus brazos a meterle bajo las mantas, tan calentitas, “Papá, Papá, que creo que ya es Navidad”, le dijo, como si de entre jirones de plástico hubiese germinado. Y se apretó entonces Pablo bien fuerte contra él.  



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)


QUERIDOS LECTORES Y LECTORAS DEL BLOG, FELIZ NAVIDAD
  

lunes, 23 de diciembre de 2013

Una de suizos

 

   Con el aluvión de eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa se nos ha olvidado reseñar, ahora que tantos ignaros histriones se desgañitan acerca de las excelsas bondades que los referendos a tutti plén y para todo demuestran –la sagrada Voluntad del Pueblo, que dirían los Guardiola&Mas- el recadito y la delicatessen que los suizos –tan alabados al tiempo por estos adoradores populistas de la democracia directa- al mundo Indignado han dejado:
   
   -Suiza ha rechazado en referéndum, con el 65% de los votos, y de forma mayoritaria en todos los cantones, una medida orientada a establecer que el salario más alto en una empresa no pudiera ser nunca superior en 12 veces al salario más bajo.

     
   ¿Es eso justo, eh? ¿Es eso justo? Así ha hablado el pueblo suizo, el Pueblo Suizo, mejor dicho. Claro que se anuncia ya para pronto otro referéndum que trataría de asignar un “ingreso universal” garantizado a toda persona, con independencia de que trabaje o no, con la condición, eso sí -¿por qué?-  de que se halle legalmente asentado en Suiza. Vaya usted a saber lo que puede de ahí salir, que la democracia directa tiene a menudo estas veletas absurdas. Como diría Guardiola, ese finísimo filósofo… en ocasiones por cuenta del Banco de Sabadell, -el otro día decía la prensa que se levanta él solito más pastizal que entre 18 entrenadores de Primera División, es decir, más él sólo que entre 180.000 entrenadores de primera regional-  qué más democrático puede haber que escuchar la sabia voz del Pueblo.




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domingo, 22 de diciembre de 2013

Por una Lotería Solidaria

    

    Lo que no sé es como no se le ha ocurrido proponerla y montarla ya a Maduro, a Cayo Lara, en fin a cualquiera de esa inacabable legión de nobles almas estremecidas por la humana solidaridad con los que sufren. Sabemos que es la Lotería, aparte de orgía pura del Dinero en sí, contante y cantante, mecanismo anti-redistributivo por excelencia, pues consiste sobre todo en quitar un poco de dinero a la mayoría para por mero azar enriquecer a unos cuantos sólo.  Entonces, ¿por qué no darle del todo la vuelta al calcetín a esa naturaleza insolidaria? Porque lo de Montoro este año, gravar para las arcas del Estado el 20 % de los premios parece apenas un burdo apaño socialdemócrata –¡y qué raro que no se le ocurriera primero la Idea a los filantrópicos gobiernos socialistas- ante la Ruina de las cuentas públicas.
   
   Obligar entonces por ley, al modo de los impuestos, a jugar más, y mucho más a los más ricos, claro, y por ley obligar también a que los premios recayeran sólo, y por orden de estricta necesidad material, entre los pobres; por Suma ley que fueran de entre la famélica legión los únicos agraciados. Muchos, muchísimos pequeños premios –nada de Gordos, nada de que Nadie sobresalga sobre nadie- directamente, sin oneroso aparataje burocrático, a las manos de los más necesitados, que de un plumazo solventaran tantos dramas cotidianos. Qué fotos, qué cuadros, qué murales filantrópicos no saldrían de esos Maduros, Cayos Laras y cía presidiendo, Benefactores y Beneméritos, Supersolidarios, esas incruentas aunque muy revolucionarias sesiones. 

   
   No, la vida no puede ser nunca una Lotería, -¿no hay tras la esperanza en los Gordos de la Lotería una soterrada admiración hacia los abominables chupasangres de los Ricos?- esa rifa caprichosa en que los Ricos tienen de antemano casi todas las papeletas repartidas; la Vida ha de ser comunión y fraternidad de todos con todos, reconciliación plena del género humano consigo mismo, olvidados todos por siempre del vil metal y tal y tal. Pon tus sueños, solidarios, claro, a volar, eso.




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sábado, 21 de diciembre de 2013

Peineta y penita de Sabina con K




   Nos faltaba, para la colección, la peineta de Sabina, ese portentoso intelectual. Nos la ofrece él en atildada pose, abotargado de faz, como la Princesa del Pueblo presentando también él un libro en la editorial Planeta, esa oenegé. Nos hace la merced de la peineta, a ver si así olvidamos la de cejitas que le dedicó a Zetapé, pidiendo votos para él. Qué grande, qué irreverente, Sabina.
     Con el libro, qué menos que unas palabritas sobre el presente del Artista, que le hagan de vaselina a la mercancía. ¿Palabritas? Palabrotas, que es lo suyo, que es lo que más arrastra ahora en este Reinado de la Mugre. ¿Vaselina? Vaselina, digo bien, para que el libro entre untado y recto.
     
   Veamos: si a Unamuno le “dolía España”, a don Joaquín lo que España últimamente (claro, claro) le produce es “rabia, vómito, asco e indignación”. “Cruzar el mar da mucho gusto, aunque también volver a casa y encontrarse a estos cabrones dictando leyes”, afina el genio. “Si nos dicen en mi época que hay que pasar un examen a la alcaldesa la mandamos a la mierda”.  ¿Y los ministros? “Me inspirarían un puag, por no decir un pedo, un vómito, un Wert, o un Montoro”. El Sabina esencial, vamos, transgresor como un niño cabreado en apariencia, como aquel de Bergman, el de Fanny y Alexander, que desahogaba con tacos su dolor (caca-pedo-puta-joder-mierda-coño-caca-pedo-ostias-joder-mierda) http://elblogdejoseantoniodelpozo.blogspot.com.es/search/label/Fanny%20y%20Alexander 
,aunque muy fenicio calculador de su ubicua mercancía en el fondo.

     
   ¿La prueba del nueve de su honesta ecuanimidad? Las hemerotecas, es decir, la memoria, claro. Qué elocuente el contraste de estos elementalotes dicterios sabinianos de ahora, no ya con las cejitas a Zp, que también, sino con las merengosas cucamonas con que hace un año de lo lindo deleitara a Kirchner la Ladrona, de la que con suma justicia qué bárbaros denuestos no se podrían proferir. Mas Sabina eligió entonces hacerle a esa corrupta y riquísima Señorona la más abyecta de las Olas. Peineta de Sabina, penita de don Joaquín, yes.



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