Su historia, para cuantos aman la lectura y la escritura, es reveladora, aniquilante. La refrescó el otro día “El Mundo”, vete a saber por qué. Próximo a los 50 tacos, con varios libros publicados antes en editoriales arruinadas, harto de que las Editoriales ni le contestaran a las novelas que les mandaba – me suena-, Sergi decidió… reflexionar. Mirarse desde fuera implacablemente: “Vi a un señor fracasado y entrado en años… Empecé a tener la impresión de que lo más disuasorio de mis manuscritos era que los firmaba yo… Imaginé mi propia reacción como lector frente al libro que acababa de terminar… ¿Y si lo hubiera escrito una chavalilla? GANABA, ya lo creo que ganaba”. Y así convencido, lo hizo. Se inventó el perfil de una bella joven como autora –robó una foto cualquiera en internet- y bajo esa Imagen lanzó de nuevo a redes y editoriales su misma propuesta. “Empecé a recibir respuestas –de editoriales y de seguidores- muy receptivas casi en tiempo real… decenas de mensajes cálidos de muchos editores cuando nadie había tenido tiempo apenas de echar un vistazo a los cuentos… Vi ya con total claridad que los principales obstáculos a la hora de publicar habíamos sido yo y mi condición y mi nombre… Y en las redes, con apenas media docena de publicaciones en dos semanas, más amigos y más 'likes' de los que yo había tenido en años. Por supuesto, el buzón personal se llenó de mensajes babosos, pero entiendo que una cosa va por otra, ¿no?...”. Así es que eligió Editorial… hasta que no pudo ya más sostener el engaño. Mi nombre real es Puertas, Sergi Puertas. El Editor huyó, claro. Pero, dos meses después, cual final made in Hollywood -dice el mismo Sergi- el Editor le escribe disculpándose y ofreciéndole publicar con su real nombre. Eso sí, le pidió explícitamente ¡¡¡… “que no figuraran en la solapa del nuevo libro ni mis cuatro novelas publicadas ni mis demás libros”. Y a Sergi eso le pareció bien, pues “ese viene a ser el panorama… si no has tenido éxito, eso juega en tu contra… la novedad es lo que manda”. Entonces… MAÑANA, MÁS.
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